BAKUNIN Y LAS ARTES

 

Lo que sigue a continuación son algunas anotaciones hechas para el artículo del mismo título, citas y fragmentos.

 

“El deseo de destruir es al mismo tiempo un deseo creador” este pensamiento de Bakunin (1814-1876), repetido de muchas maneras a lo largo de su fantásticamente activa vida tanto en la acción como en las ideas, pareciera haberse adelantado al programa de los Dadaístas de 1916, un grupo artístico que reunía espíritus rebeldes contra el absurdo de una civilización que les había llevado a una guerra de proporciones mundiales (la primera guerra mundial, llamada hasta entonces “la gran guerra”). Los Dadaístas sentían que tenían por delante “una gran labor destructiva” para echar abajo toda la hipocresía y necedad de un arte que era fiel expresión de esa sociedad edificada sobre millones de cadáveres.

Bakunin fue en gran medida un pensador anarquista, pero superaba a sus escritos su habilidad como hacedor de revueltas. La acción desencadenada por este coloso dentro del campo de las ideas y de la acción directa, atrajo a muchos artistas de talla mundial del siglo XIX, tales como León Tolstoi (1829-1910, escritor, autor entre otras muchas obras de La Guerra y la Paz, Ana Karenina, Resurrección e innumerables cuentos), Richard Wagner (1813-1883, compositor y dramaturgo, autor entre otras obras de El Buque Fantasma, Tannhauser, Lohengrin, Los Maestros cantores de Nuremberg, El Anillo de los Nibelungos, Tristán e Isolda, Parsifal....) y George Sand (1804-1976, cuyo verdadero nombre era Aurora Dupin, baronesa Dudevant, novelista francesa que escribió algunas obras de inspiración social como Consuelo), entre otros muchos artistas de su época, quienes le frecuentaban con mucha regularidad y de cuya relación nos disponemos a comentar.

Líneas atrás mencionamos uno de los pensamientos de aparición constante en la obra de Bakunin, de hecho no recordamos qué escritor dijo alguna vez que un artista era alguien aferrado a unas cuantas ideas básicas que se encargaba de desarrollar a lo largo de su vida de muchas maneras diferentes, pero preservando la esencia de las mismas. George Orwell es una de esas figuras que durante su vida y a lo largo de toda su obra, desplegó, entre otras ideas centrales, su ataque a toda forma de totalitarismo, toda forma de esclavitud y dominio de unas personas por parte de otras. De igual manera, no hay escrito de Bakunin que no se apoye en las siguientes ideas:

• “Hay que desatar las malas pasiones”1

• Toda forma de organización debe venir de la libre unión entre las personas que se vinculan para la acción colectiva confiando unas en otras y porque la acción conjunta les parezca preferible a la aislada.

• “Es necesario desencadenar la revolución universal e instaurar en todas partes el colectivismo anarquista” (261).

• “El amor a la libertad y un odio invencible contra toda opresión, odio más intenso incluso cuando la opresión pesaba no sobre mí sino sobre los otros” (107).

• “Buscar mi felicidad en la felicidad de los otros, mi dignidad en la dignidad de los que me rodean, ser libre en la libertad de los otros, tal es todo mi credo, la aspiración de toda mi vida. He considerado que el más sagrado de todos mis deberes era rebelarme contra toda opresión, fuera cual fuere el autor o la víctima”. (Ibid)

En la escala de la felicidad humana según Bakunin, en primer lugar estaba en morir combatiendo por la libertad; en segundo lugar, el amor y la amistad y en tercer lugar la ciencia y el arte. Grigory Uyrubov, nos comenta que hacia principios de 1870 tuvo la oportunidad de ver como Bakunin se entregó a un intenso trabajo literario. Poco de lo que escribió durante su vida fue publicado en el curso de la misma, casi todo lo que nos llega de Bakunin y su pensamiento escrito, fue publicado tras su muerte. Bakunin resultaba muy “disperso” a la hora de escribir. Escribió ensayos, artículos, folletos e incluso libros que en su mayor parte permanecieron en anaqueles, algunos como pruebas de imprenta y otros en forma de manuscritos. Nunca existía el dinero suficiente para publicarlas, todo el dinero que Bakunin conseguía era invertido en correspondencia, ayuda a exiliados, conformación de grupos de propaganda ideológica en diversos países. La lucha literaria de Bakunin era controlada por impulsos inmediatos, casi arrebatos intensos que tomaban los caminos más insospechados. Muchas veces empezaba con una carta que se extendía en la forma de folleto y seguía creciendo hasta que se convertía en un volumen bastante amplio. A veces, mientras escribía un texto destinado a convertirse en un folleto, aparecía una idea nueva que le inquietaba y se disponía inmediatamente a trabajarla; con lo cual otro folleto quedaba por largo tiempo inconcluso. ¿Representaba una contrariedad para Bakunin esta manera de escribir? Creemos que no. A lo largo de su vida cada una de sus obras era una reelaboración por distintas vías de aquellas ideas centrales de todo su pensamiento.

Para Bakunin era importante mantenerse fiel a sus ideas ampliándolas y defendiéndolas a como diera lugar según el lugar y la circunstancia. En 1820 el Escritor y poeta italiano Silvio Pellico (1789-1854) formó parte de una huelga de carboneros que se dio en esa época y fue recluido en prisión por su actividad política. Curiosamente su obra más destacada fue el relato de su vida en Prisión titulado Mis Prisiones. De este escritor italiano Bakunin argumentaba que había perdido el odio hacia sus verdugos y su rebeldía característica para convertirse en un místico a su salida de la cárcel. Para Bakunin, que había sufrido prisión en tres países distintos desde hasta (…), que había sufrido escorbuto en las mismas haciéndole perder casi todos sus dientes, encontró alivio en una obra de teatro que hacía y rehacía en su cabeza. De esta obra James Guillaume nos comenta: “El tema era Prometeo, a quien la Autoridad y la Violencia, habían encadenado en un pico rocoso por haber desobedecido al déspota del Olimpo, y que las Ninfas del Océano iban a consolarle. Y con su voz gastada nos cantó una melopea compuesta por él mismo, con las que las ninfas reducían los sufrimientos del Titán cautivo” (265).

Si bien Bakunin encontró alivio a su triste y prolongado cautiverio soñando él mismo una obra teatral, no menos era él un personaje que inspiraba a escritores y músicos. De hecho Ivan Turgueniev (1818-1883, escritor y novelista ruso, autor de El Humo, Relatos de un cazador, Padres e hijos y Tierras vírgenes entre otras obras) ya en 1856 se inspiró en la colosal figura de Bakunin para su relato titulado “Rudin”. Fue en 1848 cuando se conocieron en Berlín, ciudad donde se encontraron en una misma casa en la que ambos habían alquilado habitaciones y en la que compartieron siete meses de febriles charlas en torno a revueltas y la necesidad de acción, conversaciones que se prolongaban hasta muy altas horas de la noche.

Vissarión Belinski en una carta fechada el 8 de Octubre de 1839 a Nikolai Stankevich, le relata el encuentro con Bakunin en Moscú hacia finales de 1837. De este encuentro surgen estas líneas respecto a las artes: “Bakunin fue (en aquel momento) el primero en proclamar que la verdad se encuentra en la objetividad y que en poesía la subjetividad es negación de aquélla; que hay que buscar el infinito en todos los puntos; que en el arte puede descubrirse a través de la forma y no a través del contenido pues el contenido mismo se expresa a través de la forma, y donde ocurre lo contrario no hay arte” (49-50).

Para Belinski su contacto con Bakunin se traducía en estas frases:

“¡Un mundo nuevo, una vida nueva! ¡Abajo el yugo del deber, al diablo el moralismo viciado y los razonamientos sobre el ideal! El hombre puede vivir: todo, cada momento de su vida es grande, verdadero y sagrado.”(50)

Una descripción de Bakunin: “Mijail es un héroe. Tiene un poderoso pensamiento, una gran dialéctica; su alma es profunda y su intuición amplia; tiene sed de acción, busca la tempestad y la lucha.” (50-51)

El músico Adolf Reichel, conoció en Dresde a Mijail Bakunin, Pavel Bakunin (el hermano) e Ivan Turgueniev, tres hombres de una poco usual estatura física hacia 1842. A comienzos de 1843, se reunió en casa del editor Arnold Ruge (quien publicaba el Hallische Jahrbucher -Anales de la Halle) donde eran frecuentes los encuentros con jóvenes de ideas en pro de la liberación de todo el género humano. Se trataba del “Museo Literario”, un espacio para discutir diversas lecturas, la mayoría relacionadas con artículos de periódicos, la mayoría de los cuales habían sido suprimidos de los Anales de la Halle por la censura de Dresde. La intención era hacerlos imprimir en Zurich en forma de un solo volumen. En estos Anales de la Halle, Bakunin había publicado un texto cuyas palabras culminantes fueron “<el aliento de la destrucción es un aliento creador>”. Para Reichel: “Aquellas palabras sonaban extrañísimas a mis oídos pues, encerrado en mi mundo musical, me había preocupado siempre mucho más por conservar lo que había ganado que por destruir un mal supuesto” (70).

Las actitudes conservadoras a las proposiciones de Bakunin, le ganaron una muy difícil estima entre sectores como la Diplomacia Rusa y lo hacían indeseable a la ciudad de Dresde, de ahí que el mismo Arnold Ruge le apoye y oculte. Fue de hecho en Junio de 1844 que se emitió en Sentencia del consejo de estado Ruso en San Petersburgo, una orden de captura si intentaba volver a pisar territorio ruso, destituyéndosele de su graduación como oficial que había dimitido el ejército de ese país y retirándole su título nobiliario e incautación de todos aquellos bienes que tuviese. La sentencia incluía que de entrar a territorio ruso, sería deportado a Siberia y condenado a trabajos forzados.

Bakunin nunca gozó de fortuna material cuando vivió fuera de Rusia. Los Marxistas siempre le acusaron de ser un conde y de poseer propiedades que lo convertía en un explotador, pero a lo largo de muchas correspondencias que hacen alusión a él, se revela que Bakunin vivía de pedir prestado a quienes le rodeaban y éstos sabían, que nunca recibirían el dinero que le prodigaban a Bakunin, porque éste invertía ese dinero en ayudar a gente en situaciones desesperadas y en fomentar vínculos para la expansión de ideas de liberación, revueltas, ediciones de folletos, colaboraciones con periódicos independientes.

Bakunin de hecho había conocido a Marx en Paris en 1844 y a pesar de que el primero admiraba profundamente al segundo, nunca sus relaciones fueron todo lo amistosas que inicialmente Bakunin hubiera querido. En palabras de Bakunin: “Nuestros temperamentos no concordaban. Él (Marx) decía que yo era un idealista sentimental, y tenía razón; yo le llamaba pérfido vanidoso e hipócrita, y también yo tenía razón” (83).

Las diferencias entre Bakunin y Marx se acentuarían con los años. Cuando Bakunin vivía en Bruselas hacia inicios de 1848 se hizo patente para éste que tales diferencias irían a marcar hondos abismos entre ambos. Marx acababa de fundar una sección de comunistas alemanes tanto en Paris como en Bruselas y ayudado tanto por comunistas franceses como ingleses había fundado junto a Engels una primera asociación internacional de comunistas de diversos países en Londres. Fue entonces cuando Engels y Marx redactaron como representantes de esta asociación el Manifiesto de los comunistas.

Mientras, Bakunin se ocupaba del movimiento revolucionario europeo y estaba más dispuesto a destruir el orden existente que en edificar y organizar lo que existiría después. Para Bakunin cualquier civilización edificada o planeada de antemano, acabaría por destruir la fuerza generadora de la realidad particular de cada revolución y ahogaría bajo la imposición y el autoritarismo, cualquier posibilidad de autoorganización para la libertad. Bakunin deseaba que a través de la revolución, los pueblos eslavos se liberaran del dominio germano. En sus palabras deseaba “la destrucción de los imperios ruso, austríaco, prusiano y turco, y con la reorganización de los pueblos de abajo hacia arriba, con su propia libertad, sobre la base de una completa igualdad económica y social, y no por medio de la fuerza de una autoridad, por revolucionaria que ella misma diga que es y por lo inteligente que en realidad sea (...) mis ideas y mis aspiraciones no le gustaban nada a Marx en primer lugar porque no eran las suyas; también porque eran contrarias a sus convicciones de comunista Autoritario; y en último lugar porque como patriota alemán no admitía entonces, como no consigue admitir ahora, el derecho de los eslavos a emanciparse del yugo de los alemanes, ya que piensan, tanto hoy como entonces, que los alemanes están llamados a civilizarles, es decir a germanizarlos con su consentimiento o por la fuerza.”(102-103)

Durante toda su vida Bakunin viviría con pocas o con ninguna comodidad. Siempre entregado a las faenas de su espíritu y su acción, siempre recibió apoyo de sus amigos y brindó apoyo. En una carta que envía a sus hermanos y hermanas desde París el 1ro de mayo de 1845, comenta: “No me he inclinado ante lo que se llama las necesidades del mundo real, y les sigo haciendo guerra como en el pasado; y como en el pasado, confío vencerlas; mi fe, mi absoluta fe en la alta grandeza del hombre, en su misión sagrada, en la libertad como única fuente y como objetivo de su vida, sigue incólume; no ha disminuido sino que ha crecido, se ha fortalecido y ha tomado mayor amplitud en la lucha. Mi divisa, mi grito de guerra es <todo o nada>; y no me echaré hacia atrás en ninguna de mis reivindicaciones” (92).

“Ha habido siempre en mi naturaleza un defecto capital: el amor que he sentido por lo fantástico, por las aventuras extraordinarias e inauditas, por las expresiones que abren horizontes ilimitados y de los que nadie puede prever el final” (107).

 

Mijail Bakunin a su hermano Pavel

París, 29 de Marzo de 1845

“Amo, Pavel, amo apasionadamente; no sé si puedo ser amado como me gustaría serlo, pero no desespero; sé al menos que tiene mucha simpatía por mí; debo y quiero merecer el amor de la que me ama, amándola religiosamente, es decir activamente; ella está sometida a la esclavitud más terrible e infamante; y yo debo liberarla luchando contra sus opresores y encendiendo en su corazón el sentido de su propia dignidad, suscitando en ella el amor y la necesidad de la libertad, los instintos de la rebelión y la independencia, recordándole a ella misma sus sentimientos acerca de su fuerza y sus derechos. Amor es querer la libertad, la independencia total del otro, es este el primer acto de amor verdadero; es la emancipación completa del objeto al que se ama; verdaderamente no se puede amar más que a un ser perfectamente libre, independiente no solamente de todos los demás sino incluso y sobre todo de aquel de quien es amado y a quien se ama. Esta es mi profesión de fe política, social y religiosa, éste es el sentido íntimo no sólo de mis acciones y mis tendencias políticas, sino hasta donde puedo de mi existencia particular e individual; porque el tiempo en el que estos dos tipos de acciones podrían ir por separado está ya muy lejos; ahora el hombre quiere la libertad en todas las acepciones de esta palabra, o no la quiere. Querer, al amar, la dependencia de aquella persona a la que se ama, es amar una cosa y no un ser humano, pues el hombre solamente se distingue de la cosa por la libertad; y si el amor también implicara la dependencia sería lo más peligroso y lo más infamante del mundo, porque reaviva entonces una fuente inagotable de esclavitud y embrutecimiento para la humanidad. Todo lo que emancipe a los hombres, todo lo que al hacerlos entrar en sí mismos suscita en ellos el principio de su vida propia, de una actividad original y verdaderamente independiente, todo lo que les da la fuerza para ser ellos mismos, todo esto es verdad; todo lo demás es falso, liberticida, absurdo. Emancipar al hombre es la única influencia legítima y bienhechora. ¡Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos, no son más que engaños! La verdad no es una teoría sino un hecho, la vida misma, es la comunidad de los hombres libres e independientes: es la unidad del amor que surge de las profundidades misteriosas e infinitas de la libertad individual (...) No me trateis de cruel; es ya hora que nos saquemos de encima la sensiblería impotente e irreal; ya es hora de que seamos hombres, unos hombres tan fuertes y constantes en el odio como en el amor. No debe haber perdón sino guerra implacable contra mis enemigos, porque son los enemigos de todo cuanto hay de humanos en nosotros, enemigos de nuestra dignidad y nuestra libertad.

Hemos amado demasiado tiempo, ahora queremos odiar.

Sí, la capacidad de odiar es inseparable de la capacidad de amar.”(89-91).

George Sand se vio envuelta en una intriga llevada adelante por Newe Rheinische Zeitung que se publicaba en Colonia y que era dirigido por Marx, en la cual se acusaba a Bakunin de ser agente secreto al servicio de Rusia en contra de la unión de los eslavos contra los imperios Ruso y Austro Germano, y se acusaba a Bakunin de ser el causante de la delación y detención de unos activistas y revolucionarios polacos. Se decía que George Sand tenía papeles que inculpaban a Bakunin de estas atrocidades. Ello sucedió el 6 de Julio de 1848. Para Bakunin era claro que Marx estaba detrás de esta conjura para desprestigiarle. En sus palabras: “Para castigarme por mi audacia al tratar de conseguir la realización de una idea diferente e incluso opuesta a la suya, Marx se vengó a su manera” (118).

Bakunin que había estado relacionado con George Sand durante su reciente estancia en Paris, escribió pronto a esta autora mientras los amigos alemanes y eslavos se alejaban desconfiados de Bakunin. Recibió a los pocos días una carta de George Sand en la que incluía la copia de una carta dirigida a la redacción de Newe Rheinische Zeitung en la que exigía “una retractación solemne y completa” pues ella nunca había dado motivos para que se levantaran tales infamias contra Bakunin.

Marx se retractó echándole la culpa al corresponsal de París quien habría publicado esa crónica durante su ausencia. Unos meses después de esto, Bakunin y Marx se encuentran en Berlín. A decir de Bakunin: “Amigos comunes nos forzaron a darnos un abrazo. Y entonces, en medio de una conversación medio en broma, medio en serio, Marx me dijo:<debes saber que me encuentro ahora a la cabeza de una sociedad comunista secreta tan bien disciplinada que si yo hubiera dicho a uno de sus miembros ‘ve y mata a Bakunin’, te hubiera matado>. Yo le contesté que si su sociedad secreta no tenía otra cosa que hacer que matar a las personas que no les gustaban, no podía ser otra cosa que una sociedad de criados o fanfarrones ridículos. Después de esta conversación no volvimos a vernos hasta el año 1864” (119).

En Julio de 1848 Bakunin estuvo en Berlin, de ahí a Breslau, en Octubre fue expulsado de Prusia y se fue a Dresde, Luego a Kothen y a Dessau donde escribiría su llamamiento a los eslavos; luego pasó a Leipzig y de ahí a Dresde en 1849 donde Richard Wagner estaba presentando la Novena Sinfonía de Beethoven. Bakunin, que se estaba escondiendo de la policía, fue en secreto al ensayo general. Al terminar el mismo, se acercó a Wagner gritándole que “si en la conflagración universal toda música se veía condenada a desaparecer, debíamos, aunque fuera arriesgando nuestras vidas, salvar aquella sinfonía.”(123) A Richard Wagner debemos una relación exhaustiva de los hechos de Dresde de ese mismo año. Ya para esa época Bakunin era un perseguido por el gobierno austriaco por su participación en los acontecimientos de Praga del verano de 1848. Según Wagner, en la época en que conoció a Bakunin, éste “ya no buscaba a los intelectuales. Lo que quería encontrar eran personalidades enérgicas dispuestas a la acción” (125)

Wagner nos comenta que una y otra vez intentó convencer a Bakunin de la necesidad de preservar para el porvenir, obras y testimonios artísticos de esta época y de las anteriores. Según el músico y compositor alemán, a Bakunin “todo le parecía prematuro y no quería admitir que fuera posible basar las leyes del porvenir en las leyes de la mala sociedad actual, pues ese porvenir sería la resultante de una organización del mundo totalmente diferente” (128).

Para Bakunin (como para los Dadaístas unos sesenta años después) La sociedad tal como estaba constituida debía desaparecer porque ella era la causa de todas las opresiones del hombre por el hombre. Solo en una sociedad edificada desde la libertad de asociación en la igualdad, podría producir una sociedad justa y en esa sociedad los hipócritas valores artísticos de la civilización hasta entonces, no serían útiles y nacería una nueva ciencia y un nuevo arte, liberado de dominaciones e imposiciones autoritarias. La insurrección de Dresde de Mayo de 1849, sería el marco propicio para el desarrollo de todo el fervor de acción de Bakunin y, para Wagner, representaba la liberación del puesto que el músico ocupaba en la ciudad de Dresde y que le causaba opresión y disgusto. Sajonia y Alemania se disponían a solucionar un conflicto que llevaba largos años de tensión, era el momento que Bakunin aprovecharía para actuar y tratar de iniciar desde allí, la gran labor regenerativa que imponía la destrucción. Las cámaras habían sido disueltas por un nuevo ministro nombrado por el rey, las personas se agolpaban en las calles para discutir lo que debía ser hecho, incluso si reconocer o no a la autoridad que les había sido impuesta. Comités de fábricas y talleres, manifestaciones públicas. Se instaló a unos cuantos diputados de las cámaras, como gobierno provisional. Bakunin se reía de la ingenuidad con la que la ciudad y sus habitantes se entregaban a la planificación de la defensa de la ciudad e incluso al armisticio.

Wagner se sintió enfebrecido ante la posibilidad de acción, fue a la casa de un amigo cazador que por aquellos días se encontraba fuera de la ciudad y que tenía unos fusiles para emplear él mismo una de esas armas, aconsejándole a la esposa de su amigo que colocase los fusiles restantes a disposición del Comité de Patriotas antes que la gente llegara a arrebatárselos.

Bakunin sabía que sólo se podía esperar un ataque muy bien organizado del ejército prusiano y destinó todas sus fuerzas a organizar la resistencia ante la poca experiencia y pericia que demostraban los revolucionarios de Dresde. Entre tanto, en toda Alemania se producían levantamientos, en Leipzig se formaron grupos de estudiantes que marcharon hacia Dresde para combatir a los prusianos. El 6 de Mayo por la mañana, la barricada de la calle del Mercado nuevo había sido penetrada por el ejército invasor e inmediatamente fueron repelidos por un grupo de voluntarios de la ciudad quienes abrieron un fuego tan intenso como inesperado que provocó la huída inmediata de los asaltantes. Bakunin estuvo entre esos voluntarios. Tras este intento, Bakunin y sus consejos referentes a la organización de la defensa, fueron admitidos en el frente, incluso la incorporación al consejo militar de oficiales polacos experimentados que Bakunin conocía. El 7 de Mayo llegó a Dresde una columna de mineros de Erzgebirge que acudía en ayuda de la ciudad. Durante todo ese día llegaron refuerzos parecidos. Los prusianos atacaron simultáneamente varios puntos de la ciudad. Cuatro cañones pequeños que habían traído los recién llegados, sirvieron para repeler desde las barricadas a los asaltantes.

Años después (1862/63) Alexander Herzen comentaría: “Bakunin se convirtió en seguida en comandante militar en Dresde; siendo ex oficial de artillería, enseñó arte militar a profesores, músicos, farmacéuticos...les aconsejó que pusieran la <Madonna> de Rafael y los cuadros de Murillo en las murallas de la ciudad para utilizarlos como escudo contra los prusianos, de quienes decía que eran zu kassich gebildet -de formación demasiado clásica- para atreverse a disparar contra Rafael” (204).

Entre tanto, el viejo edificio de la Ópera en la que semanas antes Wagner había hecho la última presentación de la Novena Sinfonía, ardía en llamas. Se le dijo a Wagner que había sido incendiado voluntariamente ya que un edificio hecho con tantos materiales combustibles, podía representar un peligro para la ciudad. Wagner atribuía la acción al hecho sabido que ese edificio afeaba con su presencia el palacio del Zwinger. Algunos espectadores creían que el gabinete de historia natural desaparecería y otros consideraban que sólo la sala de las armaduras correría peligro “pero un miliciano que oyó el comentario dijo que no tenía importancia ya que así los <zoquetes nobles> arderían también. Por amor al arte se impidió sin embargo que el fuego se extendiera y, en realidad, no causó grandes daños” (137). El 8 de Mayo, cuando Wagner se abría paso por las barricadas para llegar al ayuntamiento, un guardia le gritó “señor maestro, la divina chispa de la alegría ha surgido; el viejo edificio podrido se ha quemado del todo” (137) se refería al edificio de la Ópera.

El consejo de guerra se había plegado a la decisión del gobierno provisional de hacer una retirada armada hacia las montañas de Erzgebirge donde se decía que se estaba concentrando refuerzos que venían de todos lados. A Bakunin le parecía que tal retirada era inoportuna, ello podría desmoralizar a las tropas de refuerzo. Los soldados prusianos habían entrado en la cuidad y luchaban de casa en casa penetrando una a una. Las barricadas ya no eran eficientes. Ello motivó la retirada hacia las montañas de Erzebirge. La ciudad de Dresde cayó. Bakunin se encuentra a Wagner en la carretera y le contó cómo habían talado los árboles de la avenida de Maximiliano para “garantizar su flanco izquierdo de un eventual ataque de la caballería prusiana. Las quejas de los que vivían en la avenida le resultaban muy divertidas” (141). Heubner, uno de los jefes del gobierno provisional, desplazó parte de sus tropas hacia la ciudad de Freiberg y alojó a Wagner y a Bakunin en su casa. En esa oportunidad, Heubner le preguntó a Bakunin si su objetivo político era la república roja para Alemania. He aquí lo que le contestó Bakunin según relata Wagner: “Bakunin le contestó que no tenía planes para ninguna forma específica de gobierno y que él no estaba dispuesto a dar su vida por ninguna de esas formas. En cuanto a sus deseos y esperanzas, eran tan amplios que no podía tener ninguna relación ni con las trifulcas de Dresde ni con todo lo que en Alemania se relacionaba con ellas. Aquella revolución, dijo, le pareció un movimiento ridículo e insensato” (142). Heubner le confió a Bakunin que deseaba lincesiar a las tropas y renunciar a la lucha. Bakunin le dijo que cada quien era libre de renunciar a la lucha excepto Heubner, ya que había llamado a sus conciudadanos a las armas y cientos de vidas ya habían sido sacrificadas, “devolver hoy mismo a sus casas a los combatientes hubiera sido lo mismo que declarar que esas víctimas habían sido inmoladas simplemente a la vanidad” (143). Para Bakunin, si sólo quedaban Heubner y él en la batalla, debían pagar con su vida para que su honor quedara sin mancha y para que si algún día “volvía a sonar una llamada semejante, no se le respondiera con dudas y desesperación” (143).

Reaprovisionadas en Freiberg, las tropas marchan hacia Chemmitz, donde se instauraría una Asamblea Constituyente. Wagner que había decidido marchar a Chemmitz, decidió ir a buscar al ayuntamiento a Bakunin y a Heubner, y al no encontrarlos, regresó para tomar la diligencia hacia la ciudad en la que se encontrarían. La diligencia no salió esa noche y Wagner se enteró al dia siguiente que todo había sido una trampa para capturar al gobierno provisional integrado por Bakunin y Heubner. Al llegar a la ciudad de Chemnitz habían sido detenidos y conducidos a Alterburgo.

Hasta aquí llega la relación que Wagner nos hace del levantamiento de Dresde. A Bakunin le esperaría ser entregado a Austria la noche del 30 de Junio de 1850. El rey de Sajonia cambió la condena a muerte por la cadena perpétua y luego lo entregó a Austria. Encarcelado en Praga fue transferido a Olmutz en marzo de 1851, donde sería encadenado a la pared durante seis meses consecutivos.Luego fue entregado a Rusia. El Zar Nicolás envió al conde Orlov para que Bakunin relatara la historia del movimiento alemán y eslavo y Bakunin se limitó a redactar los detalles que ya habían sido publicados por la prensa. A decir de Alejandro Herzen, Bakunin “escribió un magnífico artículo periodístico” (206). Hacia Noviembre de 1851 circula la especie de que Bakunin había muerto en el revellín2 Alexei de la Fortaleza Pedro y Pablo. Noticia que había sido desmentida en Agosto de 1853 por el crítico literario y escritor revolucionario ruso Alejandro Ivanovich Herzen (1812-1870, quien había propuesto la difusión en Rusia de un socialismo basado en las comunidades rurales existentes), en un viaje que hizo a Londres ese año y donde entablaría una polémica defendiendo a Bakunin de las acusaciones de “agente ruso” que le endilgaron en el Morning Advertiser (periódico dirigido por los seguidores de Marx a los que Herzen llamaba “marxianos”). En la Fortaleza de Pedro y Pablo, son escasas las visitas que se le permiten a los hermanos y hermanas de Bakunin y poca la correspondencia permitida.

En Marzo de 1857, Alejandro II conmuta la pena de Bakunin por el exilio en Siberia. Se le permitió a Bakunin un oficio de oficinista en Siberia. En el ínterin del trayecto a Siberia, en Tomsk, Bakunin se casaría con Antonia Kwiatkowska, hija de un oficinista “al servicio de los negocios privados del explotador de las minas auríferas de Astashev” según carta de Bakunin a su madre en marzo de 1858 (183). Cuando la vigilancia sobre él se relaja un poco, Bakunin hizo un viaje de reconocimiento del Amur, abandonando Irkustsk en junio de 1861. En Julio llegó a Nikolaevsk, puerto de Ucrania a orillas del Bug. Allí abordó un buque de vela fino y ligero llamado Strelok. Luego, al cruzarse con el velero americano Vickery, Bakunin se embarcó en este velero huyendo escondido de las autoridades rusas hasta Japón. De ahí a San Francisco donde llegó en Octubre de 1861. Pasando por Panamá, navegó hasta Nueva York y de ahí fue a visitar Boston, donde sería recibido por un grupo muy particular de personas entre quienes destacaba Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882, poeta norteamericano, autor de poemas de inspiración romántica, traductor de poemas españoles como las coplas de Jorge Manrique). Este grupo era estudioso de lo que había sido la rebelión de 1848. Durante 30 años, George H. Snelling, había sido defensor y simpatizante de la causa eslava y conocía bien las actuaciones de Bakunin. El 14 de diciembre de 1861, Bakunin partió hacia Liverpool (Inglaterra) ciudad a la llegó el 27 de Diciembre y ese mismo día se encaminó hacia Londres llegando en la noche a casa de su amigo y compañero en muchas escaramuzas, Alexander Ivanovich Herzen. Nueve años de silencio y soledad serían vengados con el entusiasmo que Bakunin derrochó desde entonces en la lucha por una sociedad construida desde la igualdad y la libertad. Herzen era parte de la comisión editora del Kolokol, periódico de propaganda revolucionaria y sindical que se editaba en Londres por aquella época. Herzen comenta que Bakunin se refería en estos términos al Kolokol: “la propaganda no basta, que era indispensable suplementarla; que era necesario organizar centros, comités; dijo que no bastaba con personas allegadas y lejanas, que hacía falta (...) una organización en marcha: la organización de los polacos” (208-209) y se puso de inmediato a trabajar en ello.

Todo aquél que se le acercaba, se encontraba de pronto envuelto en una aventura; misivas para tal grupo en tal sitio, obtención de información de primera mano respecto a movimientos, levantamientos y actividad de propaganda y acción en tal otro, lecturas abundantes, debates y encuentros con personas deseosas de acción le ocupaban casi las veinticuatro horas del día. De Herzen obtenemos esta descripción de Bakunin:

“...despreocupado por el mañana, despectivo ante el dinero, capaz de tirarlo por la ventana cuando tenía y de pedírselo prestado a quien fuera cuando no tenía, con la simplicidad de los niños cuando se lo piden a sus padres -sin pensar en su devolución-, con la misma simplicidad con la que entregaba a otros sus últimos fondos, sin quedarse más que con lo necesario para comprar cigarrillos y té. Este tipo de existencia no le molestaba. Era un vagabundo nato, sin hogar. Si alguien le hubiera preguntado de sopetón qué pensaba acerca del derecho a la propiedad, hubiera podido contestar lo que Lalonde contestó a Napoleón cuando éste le preguntó sobre Dios: -Señor, en el curso de mis estudios no he tenido nunca necesidad de tal derecho.”(210)

En Febrero de 1863 partió de Londres para participar en la insurrección polaca. Tuvo que quedarse en Suecia y en Junio partió hacia Vasteras. De regreso a Estocolmo se unió de nuevo con su esposa Antonia; fue a Ginebra de ahí a Londres y luego a Italia. En Caprera, antes de llegar a Florencia, Bakunin se entrevistó con José Garibaldi (1807-1882, nacido en Niza, combatió a favor de la unificación de Italia contra Austria y luego contra el Reino de Nápoles y contra el papado), quien le proporcionaría una presentación para Giuseppe Dolfi, uno de los jefes de la democracia florentina.

Tanto Bakunin como Dolfi eran hombres muy altos y corpulentos. De Alexei Friken tenemos este relato de un paseo entre estos dos hombres por la ciudad de Florencia: “entre los dos ocupaban casi completo todo el ancho de las callejuelas florentinas <mire –me dijo, señalándoles con el dedo, Alberto Marco, con quien yo caminaba detrás de ellos-, es una barricada en movimiento. A la primera insurrección la utilizaremos>” (227).

En Agosto de 1864, Bakunin volvió a Suecia y en Octubre a Londres (donde sostiene una entrevista con Marx solicitada por éste último para “limar malos entendidos” ocasionados años antes) y en Noviembre a Italia vía Bruselas y París. En Junio de 1865, se dirigió a Sorrento pasando por Nápoles. Por aquella época, Bakunin estaba conformando una sociedad internacional a la que denominaba La Fraternidad, de ahí sus constantes viajes.

En 1865, en Florencia, se hospedó en casa de un célebre pintor ruso lamado Nikolai Ge, quien refería su estancia con Bakunin de esta forma: “Tanto en las paredes de sus habitaciones como en las puertas de su casa, había una muchedumbre de emigrados (...) Bakunin ignoraba o había olvidado la existencia de la palabra propiedad. Tomaba el oro de los suecos para prestárselo a los emigrados polacos; e inmediatamente, ante los ojos de los prestamistas, enviaba a alguien a cambiar el oro y a comprar tabaco para él; pero hacía lo mismo con su propio dinero, que desaparecía igualmente para satisfacer las necesidades de cualquiera” (236).

Luego Nápoles en 1865, se quedaría en una modesta casa donde destinaría el esfuerzo de sus siguientes dos años, en profundizar las relaciones internacionales y locales de su Fraternidad, abandonando Nápoles sólo en Agosto de 1867 para acudir a Ginebra al primer congreso de la liga Internacional de la Paz y de la Libertad que se celebraría en Septiembre de ese año. Permanecería en Suiza Luego del congreso de Ginebra. Había sido elegido miembro del comité central provisional de la Liga y se integró a la sección Ginebrina de la Internacional. En Septiembre de 1868 en Berna se celebraría el segundo congreso de la Liga. A Bakunin se le llamaba “el fundador de la Internacional anarquista en Europa” (247) ello se debió en gran medida a que Bakunin instigó al ala izquierda del Congreso de Berna a disociarse de la Liga y fundador de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista. En este grupo se encontraba Elisée Reclus (1830-1905, escritor y geógrafo francés, quien sería uno de los baluartes del anarquismo en Francia).

Albert Richard nos comenta: “proclamaban con fuertes acentos la necesidad de una propaganda colectiva y hablaba de la vanidad de las reformas liberales y de las revoluciones políticas que trataban de conseguir la Liga de la Paz (...) Bakunin decía: -hay que desatar las malas pasiones. Es decir, para él no existían malas pasiones, y todos los instintos y apetitos eran igualmente legítimos. Lo que era ilegítimo, nos decía, era que unos se sirvieran de sus facultades superiores para satisfacer sus propias necesidades e impedir a los demás que también pudieran satisfacerlas” (248-249). Agregaría después: “El interés, que Karl Marx, de acuerdo en esto con los fisiócratas, reconoció como el único móvil posible del hombre, no debía existir en absoluto entre los revolucionarios bakuninianos. Éstos debían ser, como los nihilistas, unos cristianos de los primeros siglos, sin la fe en Dios ni la esperanza en el paraíso, pero como unos cristianos no resignados capaces de ir hasta el empleo de la fuerza” (255).

En Octubre Bakunin abandona Ginebra para ir a Lugano y de ahí a Locarno a donde llegó en Noviembre de 1869. En Marzo de 1870 Bakunin vivió en Ginebra. De regreso a Locarno pasó por Neuchâtel donde se quedó un día.

La Internacional estaba dividida en dos tendencias, a la cabeza de una se encontraba Bakunin y a la cabeza de la otra Marx. Ambos grupos aceptaban el programa y los estatutos de la Internacional. Para la tendencia a la que pertenecía Bakunin, a quien se le llamaba fundador del anarquismo, era contraria a la existencia del Estado. Su divisa rezaba: “Abolición de todos los Estados y destrucción de la civilización burguesa, organización libre de abajo a arriba mediante asociaciones libres de los trabajadores y de toda la humanidad liberada, e instauración de una nueva sociedad humana universal”(268) mientras que para Marx (definido como “principal jefe de los social demócratas”) “era necesario reforzar y mantener el Estado a toda costa; para ello quería que los proletarios participaran activamente en la vida política de sus países y, sobre todo, en las elecciones parlamentarias, ya que, una vez conquistada la mayoría, podría hacerse con el poder a fin de reorganizar la sociedad actual sin recurrir a los métodos revolucionarios” (268-269)

“el mes de Julio de 1870, la guerra franco-alemana era ya un hecho. Tras una serie de derrotas francesas, el 4 de Septiembre se proclamó la república. Bakunin creía que la única posibilidad de introducir en Francia una Revolución consistía en que ésta empezara en las provincias y, para ello, se dispuso a unirse a sus camaradas de Lyon” (277).

“La Internacional estaba muy extendida en Lyon; pero, después de las persecuciones a comienzos de mayo de 1870 [con ocasión del plebiscito] era necesario volverla a reconstruir (...) Bakunin, infatigable, despertó y unificó todos estos ardores, y desplegó gran actividad.”(278) Tras una estancia en el Jura, Bakunin regresó a Locarno en 1871.

En Septiembre de 1871, se realizó una conferencia de la Internacional en Londres que llevaría a la ruptura definitiva entre ambas tendencias y la expulsión de la tendencia que defendía Bakunin de la Internacional, sobre todo por los ataques lanzados por Vladimir Utin contra éste, llenos de calumnias e infamias pero secundadas y apoyadas por Marx. Anselmo Lorenzo, quien estaba presente se sintió muy impactado por la forma en las que tanto las acusaciones como la defensa habían sido llevadas a cabo.

En Agosto de 1871, se formó la Fraternidad en Rusia hasta 1873.

“El 4 de Julio de 1872 llegó Bakunin a Zurcí, para pasar allí más de tres meses rodeado por los numerosos estudiantes rusos que a menudo por motivos políticos, estudiaban en el Politécnico de esa ciudad”(293)

En Septiembre de 1872, Malatesta es designado junto a Cafiero para representar a la Federación Napolitana de la internacional de trabajadores en el congreso a celebrarse en Suiza en Saint-Imier, en el Jura de Berna. Antes de conocer a Bakunin personalmente, ya le describía, gracias al revuelo que había significado el permanecer en Nápoles desde 1864 al 1867, de la siguiente manera: “Él había conseguido hacer temblar todas las tradiciones, todos los dogmas sociales, políticos, patrióticos, considerados hasta aquél momento por los <intelectuales> napolitanos como verdades seguras e indiscutibles”(303) Fue la época en la que se excluyó a Bakunin y los seguidores de sus ideas de la Asociación Internacional de los Trabajadores.

Olimpiada (Cafiero-) Kuturova en 1907 escribiría un breve pasaje sobre lo que fue la experiencia con Bakunin y otros revolucionarios:

“En Otoño de 1873, cuando Cafiero y otros italianos detenidos con él fueron puestos en libertad, se decidió comprar cerca de Locarno una pequeña propiedad llamada <la baronata>, donde no tardaron en instalarse Bakunin, Cafiero, Malatesta y otros italianos con sus mujeres, etc., salidos la mayor parte de la prisión o bien emigrados de Italia. También yo me instalé allí (...) La vida en la baronata parecía estar organizada según los principios comunistas; las tareas y trabajos indispensables eran distribuidos igualitariamente dentro de lo posible: los hombres trabajaban en el bosque, encargándose de talar árboles, segar y cuidar del huerto que nos proporcionaba abundantes verduras, legumbres verdes, bayas, castañas y frutos. Teníamos también gallinas y vacas. Dado que, según la costumbre italiana, eran los hombres quienes debían ocuparse del ganado, Carlo Cafiero se encargaba de alimentar y ordeñar a nuestra vaca. Las mujeres hacían la colada, cocinaban, lavaban los platos y en general atendían todos los trabajos de la casa. Nos alimentábamos sobre todo de los productos de la baronata: castañas, legumbres de todas clases, frutos y bayas, en cuanto a la carne, raras veces aparecía en nuestros menús.

La baronata estaba a dos horas de barco, por el lago Mayor, de la frontera italiana, y era por lo tanto un lugar muy cómodo para celebrar reuniones o acoger a las revolucionarios perseguidos por la policía, que estaban seguros de encontrar allí un refugio provisional (...) Un día le pedí, de parte de dos italianas que vivían con nosotros, que interviniera para conseguir que los italianos modificaran su actitud respecto a sus mujeres, que en Italia son generalmente consideradas como esclavas. Bakunin habló largo y tendido sobre este tema y sus palabras causaron una profunda impresión. A partir de entonces, las italianas se sumaron también al movimiento revolucionario, y una de las habitantes de la baronata participó, en 1876, en la insurrección de las montañas de Benevento.”(321)

“Después de una discusuón en torno a la propiedad en donde vivía, <la baronata>, y que concluyó con la separación de Bakunin y Cafiero (dueño de la casa), y que iba a ser seguida por su ruptura con sus amigos del Jura, a fines de Julio de 1874 se vio obligado a salir de Locarno, completamente desengañado” 330) Bakunin pasaría algunos días en Bolonia en la preparación de un levantamiento para la noche del 7 al 8 de Agosto que resultó frustrado. A inicios de Septiembre de 1874, Bakunin se instala en Lugano.

<LA AUTORIDAD DEPRAVA, LA SUMISIÓN A LA AUTORIDAD REBAJA. ES INTOLERABLE TODA COACCIÓN INDIVIDUAL O COLECTIVA> Mijail Bakunin

En cuanto a los últimos días de Bakunin (los dos últimos años de su vida), no transcribí ni tomé ninguna cita del libro. Sobre su azarosa, difícil y descoyuntada muerte, sólo agregué este fragmento de Adolf Reichel:

“En el cementerio de Berna, cerca de Brungartenwald, se eleva una losa puesta a su memoria por la familia Vogt en el sitio donde fue enterrado su cuerpo sin reposo, y mi querida familia vela por ella, hasta el punto que una vida agitada permite sustraer tiempo para el recuerdo de los que han dejado de existir”. (388)

Petr Kropotkin, en el aniversario de la muerte de Bakunin (ocurrida en 1876), escribió en Ginebra (en el periódico ruso Chleb-i-Volja) un texto que lo recordaba y que en tre otras cosas decía: “al hablar de Bakunin, hay que calibrar su papel no en razón de lo que él hizo, sino de acuerdo al influjo que ejrció sobre los hombres que lo reodeaban, sobre su pensamiento y acción (...) la principal fuerza de Bakunin no residía en sus escritos sino en su influencia personal sobre los hombres.”(397)

Más adelante Kropotkin comenta: “En París, en 1847 (el año en el que fue expulsado), y en Alemania en 1848, su influencia sobre los mejores hombres de su época fue enorme. Bernard Shaw cuenta de manera un tanto humorística (<the perfect Wagnerite>) que Wagner representó a Bakunin bajo los rasgos de su Siegfried, que no conoce el miedo y que arrastra a Brunilde por su amor. Desde luego, no es Bakunin en particular quien es representado de este modo sino un revolucionario en general, lleno de calor y audacia. Pero es indudable que la influencia de Bakunin fue enorme tanto en el caso de Wagner como en los de George Sand, Herzen y Ogarev, en todo el grupo socialista francés que entonces se congregaba en París, y en la joven Alemania, en la joven Italia y en la joven Suiza. <Es imposible estar a su lado sin ser conquistado por su ardor revolucionario> decían de él sus contemporáneos.”(398)

Elisée Reclus, en 1903, comentaba en un texto que refería a la biografía que Max Nettlau había escrito de Bakunin lo siguiente:

“Bakunin fue el precursor, menos sometido que todos los demás a las influencias de su época, de su medio y de la sociedad siempre en movimiento: como <pensador> toma distancia y se separa de todas las supervivencias de los prejuicios y las costumbres; fue en suma un <antevividor> del porvenir, fue el que con más convicción predicó la <sociedad sin leyes>, fue el propagandista de la Internacional futura, concebida no como un Estado dirigido por un Pontífice, sino como una alianza fraternal de todos los hombres libres e iguales. La vida de Bakunin está llena de acontecimientos dispares, conoce todos los extremos, desde las alegrías más grandes y los efectos más profundos hasta la soledad y la cárcel.” (...) <La renovación sólo puede surgir de la destrucción> fue el principio que proclamó toda su vida, desde su primera juventud, y lo hizo repercutir y sonar como el cristal en el seno del mundo de los opresores” (401).


1 Todas las citas que se hagan en el presente trabajo, fueron tonadas del Libro Conversaciones con Bakunin, de Arthur Lehning, editorial Anagrama, 1978, traducción de Enrique Hegewicz. De aquí en adelante sólo aparecerán los números correspondientes a las páginas de donde fueron extraídas las citas. (P.249).

2 Revellín: obra exterior de fortificación que defiende la cortina: que es un lienzo de muralla entre baluarte y baluarte: fortificación de figura pentagonal, en la parte exterior de la muralla (sinónimo: bastión).