REPUDIO Y RESPETO

(Por Osvaldo Bayer) Acabo de regresar de Alemania y me encuentro con la comunicación oficial del presidente provisional del Senado de la Nación, Eduardo Menem, donde se me hace saber que la Cámara alta había repudiado mis declaraciones hechas a Página/12 sobre la Patagonia. La noticia ya la conocía y antes de partir para Europa contesté a esa resolución en mi nota "Los colores de mi bandera" en este mismo diario (17/6/95). Pero en la comunicación del doctor Menem no se especificaban los motivos de tal repudio. Para saberlo, tuve que recurrir al diario de sesiones, que recién ahora pudo llegar a mis manos. La sesión donde se trató el tema es para no creer. Esperaba yo un debate donde se discutieran mis argumentos con otros argumentos iguales o más valederos. No, nada de eso hay. Sólo el insulto ramplón, el embuste, la agachada encubierta con el floripondio verbal, el aprovechamiento solapado del poder para cubrir los pecados de la propia biografía. Invito a todos los maestros y profesores universitarios patagónicos a leer con sus propios ojos este debate en el diario de sesiones y analizarlo con sus alumnos. Ahí van a poder comprobar el nivel del discurseo, del empleo vacío -decenas de veces- de la versión patriotera de la palabra patria; en ningún momento se habla de la situación actual del habitante patagónico.

Debe decir que me siento orgulloso de este repudio del Senado. Nunca me he sentido tan justificado en todo lo que hago. Todo un símbolo: los dos presidentes de la sesión donde se trató el tema fueron servidores de dictaduras; Eduardo Menem y Aguirre Lanari, este último de la dictadura más atroz de nuestra historia. No sé con qué principio moral estos dos personajes pueden representar a la democracia argentina. Buenos laderos se buscó el senador Ludueña, autor del proyecto de repudio a mi proposición -que la hice sólo como comienzo de un gran debate futuro- de la autonomía regional de las dos Patagonias unidas -la argentina y la chilena- como primer paso para la unidad de las dos naciones y la concreción futura del sueño de Bolívar de los Estados Unidos Latinoamericanos. Un debate que en las próximas décadas protagonizará sin ninguna duda el hombre y la mujer patagónicos siguiendo el ejemplo de los pueblos que van derribando las fronteras para unirse en continente y dar así la espalda a la irracionalidad y el egoísmo de los complejos racistas, fronterizos, religiosos que terminan siempre como en Bosnia: con los hombres despanzurrándose como bestias, matando a sus propios niños. ¡Cuánto dinero gastaron esos nefastos dictadores Videla y Pinochet en las movilizaciones fronterizas en el '78 en vez de gastarlo en promover a los pequeños industriales, en becas de estudio para la juventud, en actos culturales conjuntos! ¡Qué curioso! En el momento en que ocurre la movilización de obreros del interior del país contra el programa económico del menemismo -no olvidemos lo ocurrido en Tierra del Fuego- el senador ultramenemista Ludueña presenta este proyecto de repudio por declaraciones mías que ya hace años que las repito. De inmediato y simultáneamente comienza a atacarme El Informador Público, que no puede desmentir su concomitancia con los servicios de informaciones. En el mismo número donde escribe Guillermo Patricio Kelly -para muestra basta un botón- con un título rimbombante se me ataca mediante una mentira desembozada: "Galeano repudia a Bayer". Mi admirado amigo Eduardo Galeano jamás me repudió y todo lo contrario, siempre tuvo una línea incorruptible acerca de la unidad de los latinoamericanos. Pero es el método de Goebbels: "Miente, miente, que algo queda". es la misma norma que empleó el senador Ludueña cuando afirmó en el debate (textual): "Todo lo que hace Bayer obedece a intereses que no son ciertamente muy confesables". La cobarde felonía de este ultramenemista que se escuda en su prerrogativa de legislador llega a la columna artera. Me pongo a disposición de cualquier comisión investigadora acerca de todo lo que atañe a mi pensamiento, mi obra, mi situación económica y todo lo que se quiera averiguar. Lo que ocurre es que el senador Ludueña me puede pensar de otra manera. El es la línea sindical oficial que viene de los Lorenzo Miguel, los Triaca, los Ibáñez, los Cassia. Lo que ocurre es que el senador Ludueña no me puede perdonar La Patagonia Rebelde porque allí quedan en claro aquellos dirigentes humildes y estoicos que fueron asesinados por luchar por mejoras a los trabajadores del campo. En cambio, la figura señera para el senador Ludueña fue el dirigente sindical petrolero Diego Ibáñez, del cual se puede leer en su necrológica: sindicalista y propietario de una empresa de camiones, murió en un accidente por exceso de velocidad tripulando su cupé japonesa roja último modelo; a su velatorio concurrieron Armando Gostanián, Carlos Corach y Antonio Cassia.

En cambio, aquellos obreros de la Patagonia rebelde murieron de pie frente a sus verdugos, los militares, a quienes, en pago, la colectividad británica les cantó el "For he is a jolly good fellow". Claro, aquí se enfrenta el distinto concepto de Patria: entre los que sostienen que Patria es la gente y los que creen que Patria es la Patria contratista. Después, la sesión del Senado derivó en la mentira, los insultos hacia mi persona y fue cayendo en un clima que sólo podría describirse con la palabra sainete. Tanto fue así que cuando hablaba el senador riojano Libardo Sánchez la jarana era tal que él mismo dijo a sus correligionarios: "Pido a mis pares que si no quieren escuchar mis razones, no lo hagan. Tienen todo el derecho de abandonar la Cámara". Fue cuando se levantó el senador por Chubut Hipólito Solari Yrigoyen quien señaló: "Aquí se ha hablado de traidores, de criminales, de asesinos, de intereses bastardos, del ataque a los Hielos Continentales, de los que entregaron las Islas Malvinas, etc. Me pregunto ¿qué tiene que ver todo eso con las expresiones de este distinguido intelectual argentino que es Osvaldo Bayer?" y más adelante: "Aquí corremos el riesgo de que por voluntad de una mayoría parlamentaria se condene a un ausente al que aparentemente se ha mezclado con un poco de todo: con la entrega de las Islas Malvinas, con la poligonal de los Hielos Continentales, con los traidores a la Patria, con los que no quieren que los argentinos sean felices. Y no hay ninguna relación". Pero la mayoría menemista ganó la votación. ¡Qué diferencia con mi experiencia en la Universidad de Trelew, donde hablé del mismo tema con profesores y estudiantes, y al día siguiente, ante estudiantes secundarios: qué seriedad, qué respeto por el tema, qué altura para discutir las ideas! Tengo escritas las preguntas de los jóvenes patagónicos. ¡Cuánto cariño por el suelo y por la gente se destila de ellos! Un Senado que desde 1989 no debate en serio el tema patagónico. Pero maestros y alumnos -el futuro- que sí lo toman en sus manos.

Aprendamos esto de la sabiduría mapuche: la Patagonia es como el día: el curso del sol nace en el Atlántico y se esconde en el Pacífico.