SOBRE LA DISCIPLINA REVOLUCIONARIA

Nestor Makhno

Algunos compañeros me hicieron la siguiente pregunta: ¿Cómo entiendo la disciplina revolucionaria? Voy a responderles:

Entiendo la disciplina revolucionaria como una autodisciplina del individuo, establecida en cualquier colectivo actuante, del mismo modo para todos y rigurosamente elaborada. Esta debe ser la línea de conducta responsable de los miembros de ese colectivo, acordando un cumplimiento estricto entre su práctica y su teoría.

Sin disciplina en la organización es imposible emprender cualquier acción revolucionaria seria. Sin disciplina la vanguardia revolucionaria no puede existir, porque entonces ella se encontraría en completa desunión práctica, sería incapaz de formular las tareas del momento e incapaz de cumplir el papel iniciador que de ella esperan las masas.

Hago hincapié en la cuestión sobre el aprendizaje de la práctica revolucionaria consecuente. En mi caso, me baso en la experiencia de la revolución rusa que tenía un contenido típicamente libertario en muchos aspectos. 

Si los anarquistas estuviésemos firmemente unidos en el plano organizativo y hubiésemos observado en nuestras acciones una disciplina bien determinada, jamás habríamos sufrido tal derrota. Sobre todo porque los anarquistas de todo estilo y de todas las tendencias, no eran, ni aun en sus grupos específicos, un colectivo homogéneo con una disciplina bien definida lo que imposibilitaba realizar el examen político y estratégico que les impusieron las circunstancias revolucionarias.

La desunión condujo a los anarquistas a la impotencia política, dividiéndolos en dos categorías: 

• La primera fue la que se dedicó a la sistemática ocupación de las residencias burguesas, en las cuales se alojaron y vivieron para su bienestar. Eran lo que yo he llamado "turistas", los diversos anarquistas que van de ciudad en ciudad, en la esperanza de encontrar un lugar donde permanecer algún tiempo, esparciéndose y disfrutando al máximo del confort y el placer; 

• La segunda se compone de los que rompieron todos los lazos honestos con el anarquismo (Aunque algunos de ellos en la URSS se hagan pasar ahora por los únicos representantes del anarquismo revolucionario) y se lanzaron sobre los cargos ofrecidos por los bolcheviques, en el momento mismo en que el poder fusilaba a los anarquistas que permanecían fieles a su puesto de revolucionarios y denunciaban la traición de los bolcheviques.

Delante de estos hechos, se comprende fácilmente porqué yo no puedo continuar indiferente al estado de despreocupación y negligencia que existe actualmente en nuestros medios. 

De una parte esto impide la creación de un colectivo libertario coherente que permita a los anarquistas ocupar el lugar que les corresponde en la revolución. De otra parte esto permite contentarse con bellas frases y grandes pensamientos, olvidándose del hacer.

Es por lo que yo hablo de una organización libertaria apoyada sobre el principio de una disciplina fraternal. Una organización así, conduce al acuerdo indispensable de todas las fuerzas vivas del anarquismo revolucionario y le ayudará a ocupar su lugar en la lucha del Trabajo contra el Capital. 

Por este medio, las ideas libertarias llegaran al pueblo y no se alejaran. Solamente los fanfarrones consumados y los irresponsables huirán de tal estructura organizativa. 

La responsabilidad y la disciplina orgánica no debe horrorizar; ellas son compañeras de viaje de la practica del anarquismo social.

Dielo Trouda, nº 7-8, diciembre de 1925.