NEOLIBERALISMO Y SUS ENGAÑOS

James Petras

Democracia y capitalismo: Transición democrática o neoautoritarismo

James Petras*

La temática de hoy, democracia y capitalismo, puede presentarse como interrogante: ¿estamos en una transición democrática o vamos hacia un neototalitarismo? Esa es la primera pregunta que quiero plantear. Después quiero discutir sobre la relación entre capitalismo y democracia. Y tercero, quiero vincular todos estos debates con el efecto que han tenido sobre la intelectualidad en América latina, porque yo creo que gran parte del giro hacia el centro, centroderecha de la intelectualidad, está profundamente vinculado con las actividades, discursos y escritos sobre la temática de las llamadas transiciones y el sentido que tienen la democracia y el autoritarismo. Vamos a finalizar, entonces, con esta cuestión de la intelectualidad, de las fuerzas y debates que están influyendo sobre su trayectoria.

Ahora, algunos comentarios generales. El debate sobre las llamadas transiciones democráticas es muy pobre. Hemos revisado un mar de tinta y toneladas de papeles escritos. Y la conclusión que saco de ello es que hay una gran pobreza.

Primero, la presentación de una dicotomía, entre autoritarismo militar y democracia electoral. Esta dicotomía es una gran simplificación. Que lo que no es militar, lo que es civil, cuando hay elecciones, necesariamente significa un sistema democrático. Voy a argumentar que la otra alternativa es considerar regímenes electorales autoritarios. Por eso lo voy a llamar neoautoritarismo, para distinguirlo del viejo autoritarismo relacionado con las dictaduras militares.

Segundo, en el debate falta una discusión seria sobre la composición de las instituciones políticas básicas que conforman los parámetros de las actividades políticas en los sistemas que se llaman democráticos. Hay que ir a fondo a discutir no solo las instituciones, sino también las decisiones y los procesos que están implicados en la toma de decisiones. Y finalmente, analizar la cultura política que es determinante sobre la forma en que están actuando las elecciones, los políticos y la estructura de decisión.

Tercer punto en relación con esta pobreza discursiva es la falta de estudios históricos comparativos que puedan utilizarse para especificar las condiciones en que capitalismo y democracia son compatibles o no compatibles, y sus limitaciones. Tenemos que considerar toda una gama de experiencias históricas para argumentar sobre cuáles son las condiciones que permiten la confluencia de capitalismo y democracia. Y cuáles son las condiciones en las que la democracia y el capitalismo son incompatibles.

Cuarto punto, debemos considerar una tendencia creciente, de largo plazo, de gran alcance, del aumento de los agentes no elegidos como principales actores en la toma de decisiones en los sistemas actuales. En otras palabras, debemos considerar la creciente influencia que tienen funcionarios no elegidos en estos sistemas llamados democráticos, que actúan sobre la macroeconomía, las macro estructuras sociales y sobre todos los aspectos que afectan la vida de los ciudadanos.

Transiciones o transacciones

A partir de una evaluación, un análisis que debe ser breve esta noche, podríamos contestar la pregunta inicial: si esta transición está llevándonos hacia una democracia o hacia un neototalitarismo. En otras palabras, para nosotros, en la primera parte de nuestra discusión, la idea de una transición democrática es problemático, es para debatir, no es una cosa dada ya como afirman, atreviéndose incluso de hablar de "consolidación" o "no consolidación", de "democracia restringida" o "no restringida", utilizando adjetivos para modificar sus posiciones históricas (que tienen una enorme y nefasta influencia desde fines de los '80), justificando y defendiendo la tesis de una transición democrática frágil, problemática, pero anunciando que se dirigía hacia una gran transición que culminaría en la consolidación democrática. Entonces, las dos hipótesis que confrontan pueden expresarse así: ¿desde los gobiernos militares hemos transitado hacia la democracia o hacia un gobierno electoral neoautoritario?

Primero, debemos hacer una distinción fundamental entre régimen y Estado. Tenemos de verdad lo que podríamos llamar una transición híbrida y debemos rechazar los criterios que siempre dicen: tenemos partidos competitivos, tenemos elecciones, tenemos alternancia, y después a partir de eso ya estamos en la democracia. Esta definición muy estrecha excluye una discusión sobre las instituciones políticas más importantes del sistema político.

Debemos reconocer la continuidad en la composición, funcionamiento y vínculos de las instituciones estatales con los sectores dominantes del sistema político anterior. En otras palabras, el régimen político electoral está insertado en una serie de instituciones sumamente autoritarias, militares, policiales, poder judicial, autonomía del Banco Central, instituciones que no responden a cualquier política que resulte de una mera consulta electoral. Esta matriz de fuerzas autoritarias fija los límites del debate político y fija los límites sobre la toma de decisiones de la política, la macropolítica. Condiciona lo que es factible y lo que no es factible.

Entonces, es preciso reconocer que no son cosas de autoritaristas, que quede un Patti aquí, un Massera allá, sino que son estructuras que tienen un legado operativo que sigue funcionando en la actualidad. No son anomalías. Un asesinato, una represión, una persecución, tienen raíces en la institucionalidad actual.

Segundo factor que debemos tomar en cuenta es el legado histórico del pasado. Teníamos un período de mucho protagonismo popular en un sistema electoral, viene el golpe militar y después viene el gobierno civil. Durante el período de gobierno militar hay una represión feroz. Se impone una cultura del terror y los políticos que surgen después de la dictadura internalizan la política represiva. ¿Qué significa internalizar? Dicen que a partir de la nueva situación debemos bajar las banderas, debemos asimilar el nuevo discurso, debemos dejar de hablar del Estado, debemos hablar de la retórica democrática y no de los poderes verticales que dominan sobre la política.

Y este legado entonces, que es producto de experiencias históricas, es un factor que influye sobre la toma de decisiones y el pensamiento de los mismos políticos y es un factor difícil de cuantificar y mucho más difícil de medir con la precisión de la matemática y por ello es mucho más eficaz y eficiente en la influencia.

Entonces, si uno analiza los aspectos estructurales debemos concluir que en la relación transición hacia la democracia y continuidad del Estado, está el primer argumento a favor de la hipótesis del neototalitarismo.

Ahora, lo que tenemos es realmente lo que decía... porque la caída de los militares era producto de dos fuerzas: luchas, protestas populares y un desgaste, por un lado, y negociaciones de las élites para conseguir una salida que proteja sus intereses, por otro.

Como resultante de las dos fuerzas, tenemos una situación doble: mejoramiento relativo de los derechos individuales, libertad de palabra, con todos los crímenes que continúan: matando periodistas, amenazando estudiantes, profesores, etcétera. Hablando relativamente conseguimos estos espacios para reunir, conversar y discutir. Pero los grandes parámetros institucionales, socioeconómicos son productos de aquella negociación. Por eso digo que debemos hablar de regímenes híbridos que combinan el autoritarismo estructural y la variable liberal, democrática, que funciona dentro de aquel marco político.

El otro factor que creo que debemos entender es la composición político-económica de las campañas electorales. Las grandes finanzas que influyen sobre las campañas, son imprescindibles para motivar a los ciudadanos a votar en ausencia de alternativas reales. Necesitan gastar millones y millones en publicidad mediática por la falta de motivación en los contenidos del discurso de los políticos y las campañas.

Y más, las campañas electorales tienen un defecto fundamental: lo que se discute en la campaña no tiene ninguna relación con lo que hacen los elegidos en el gobierno. En todos los países los políticos atacan el neoliberalismo para profundizarlo después.

La disociación entre la campaña electoral y la política de gobierno, significa que la campaña no tiene sentido. Es una gran decepción. Si la campaña, la competencia es una decepción. ¿Cómo entendemos la práctica democrática de que un ciudadano a partir de una campaña, puede elegir su programa, sus preferencias? ¿Qué significa entonces? ¿Que esta campaña define el camino de una democracia en transición o define precisamente la decepción hacia un neoautoritarismo? Y más aún el proceso de toma de decisiones fundamentales en toda América latina, que en el último tiempo es por decreto presidencial: en una tarde Menem cambia todo el panorama económico firmando decretos de privatización. Lo mismo hace Cardoso, Fujimori ni hablar. Las decisiones de gran trascendencia ocurren sin consultar a los congresistas, al cuerpo legislativo, mucho menos consultas populares. No se atreven a poner un referéndum sobre las privatizaciones de petróleo, de los bancos, de los servicios públicos, etcétera. Está hecho con el dedo, al mejor estilo de los militares. Son civiles del dedo: es el estilo de gobiernos autoritarios, es el neoautoritarismo.

Un gobierno democrático consulta, entra en debate, pone sobre la mesa las preguntas durante la campaña, antes de la campaña, etcétera.

Ultimo punto en relación con eso. Las decisiones estratégicas en el último período, la política de ajustes estructurales, las privatizaciones, la "flexibilización" del trabajo, la concentración económica, las fusiones, la gran mayoría de las estrategias económicas y las medidas prácticas, son producidas por funcionarios no elegidos. O son instituciones llamadas internacionales, con funcionarios de Europa o de Estados Unidos, que actúan en el Fondo Monetario, actúan en el Banco Mundial, en el Banco Interamericano de Desarrollo, las que toman las decisiones, fijan las normas y condicionan cualquier préstamo en función de ellas. Cualquier ministro de Hacienda o presidente del Banco Central (funcionarios no elegidos) ahora debe ser un hombre de confianza de otros funcionarios no elegidos.

No es exagerado decir, entonces, que estamos hablando de un nuevo colonialismo. No es una expresión retórica, para conseguir aplausos. Analizamos las visitas-inspección, los planes de ajuste, la implementación, los condicionamientos. ¿Cómo podemos hablar de una transición a la democracia cuando las decisiones fundamentales están tomadas por funcionarios no elegidos, ni siquiera nacionales, extranjeros? Y los funcionarios nacionales no elegidos seleccionados, los mal llamados tecnócratas, tienen que ser personas de confianza de los poderes externos, tampoco elegidos.

Caso reciente es el del presidente del Banco Central de Brasil, hombre de confianza del financista internacional George Soros. Está nombrado precisamente por eso. Y cuando se refieren a "la confianza", están diciendo que el criterio de selección es "la confianza" de los no elegidos en otros no elegidos. Implica la expropiación del ejercicio democrático de elección por los ciudadanos. Es la otra cara de la moneda.

Ahora, tomando todo eso en cuenta, algunos escritores académicos hablan de "paradoja". Más elecciones, dicen, más desigualdad; más presidentes electos, más pobreza, más concentración de riqueza. Son "paradojas", la democracia está generando una situación tan deteriorada... y con tanta pobreza.

No hay tales "paradojas" si aceptamos la hipótesis del autoritarismo. La política sustancial, el contenido de las políticas prácticas es elitista, porque la estructura que está tomando estas decisiones no tiene nada que ver con la democracia. Son los funcionarios no elegidos, nacionales o extranjeros, es la manera autoritaria imponer las políticas, los que generan las desigualdades. No hay ninguna paradoja: vemos desde otra óptica el verdadero funcionamiento del sistema político y sus instancias de decisión.

Entonces es muy explicable lo de la gente. Lo de ese pobre pueblo estúpido, que sigue votando por fulano y eligiendo y tomando decisiones sobre su propio destino hacia la catástrofe. Tomando los cuatro criterios que hemos seleccionado ¿qué es la cultura? La cultura política es la política de la incertidumbre, la política de la inseguridad. Está estudiado por los políticos. Es la teoría de que si nosotros empezamos a implementar medidas efectivamente populares, vamos a provocar a los militares. Entonces cultivan una cultura del terror. No la cultura cívica, no promoviendo la participación y la organización.

Segundo, ahora tienen otro demonio: se van los inversionistas, viene el caos. Entonces debes aguantar más. Esta cultura del terror es incompatible con la hipótesis de una transición democrática, es el cultivo del miedo, de la incertidumbre: es la fórmula de cualquier gobierno autoritario.

Capitalismo y democracia

En esta primera parte de la presentación expusimos sobre las teorías de transición; ahora quiero entrar en otro aspecto de este debate que es la relación entre capitalismo y democracia.

La derecha argumenta que el capitalismo y la democracia están vinculados. El capitalismo genera una pluralidad de clases: clases populares, clases medias, clases dominantes. Y este pluralismo social genera un pluralismo político que es la base de la democracia: la competencia de clases sociales llega a la competencia política. Si no hay mercados no hay pluralismo. Si no hay pluralismo, no hay democracia. O a la inversa, si hay capitalismo, hay pluralismo y hay democracia.

La izquierda argumenta que capitalismo y democracia son incompatibles. Que el capitalismo siempre es la concentración del poder contra los esfuerzos por democratizar y abrir camino para la competencia electoral y para la participación del ciudadano en la política.

Y tercera, una versión de Norberto Bobbio y otros que podríamos llamar un poco "centristas", dicen que capitalismo y democracia son compatibles cuando se respetan las reglas del juego que permiten la legitimidad y la alternancia política. Estoy simplificando, ya no hay tiempo de elaborar sobre Bobbio, un hombre muy influyente aquí y que tenía alguna popularidad en algunos círculos...

Ahora, cómo analizamos estos aspectos. En relación con el último, la posición de los procedimientos, de las reglas del juego como factor determinante, compaginando democracia y capitalismo. Primero, esta teoría no tiene una explicación de cómo se formulan las reglas de juego, qué son los parámetros, las relaciones más generales que podrían influir sobre cuáles son los parámetros en que ocurre la alternancia, etcétera.

Hay prioridades anteriores a la formulación de reglas políticas, y debemos entender que las reglas políticas están formuladas dentro de los parámetros de las relaciones de clase que existen con anterioridad. Y cuando el poder estatal está establecido, cuando las clases sociales ya están establecidas, en este contexto se discuten qué reglas van a operar y qué reglas no van a operar y cómo se van a redefinir las reglas según la composición de poder dentro del panorama sociopolítico.

Sobre el argumento de la derecha creo que tenemos, más que nada en Argentina, suficientes ejemplos para mostrar que el capitalismo genera tanta represión como cualquier otro sistema. Tenemos muchos años de gobiernos militares precisamente vinculados con el capitalismo como para que sea sustentable el argumento de Fiedmann y otros, que democracia y capitalismo son compatibles.

Y la izquierda que argumenta sobre la incompatibilidad de la democracia y capitalismo, si tomamos la definición más estrecha de que "elecciones igual democracia", tenemos que decir que esta explicación que democracia y capitalismo son incompatibles, no explica la introducción y el apoyo del imperialismo norteamericano a las elecciones en todo el mundo. ¿Por qué en este momento los Estados Unidos apoyan elecciones en todas partes, en todas partes del mundo y antes no? Argumentos como que han cambiado su pensamiento son poco convincentes.

Entonces tenemos que explicar las anomalías tanto en los postulados de la derecha, la izquierda y de la argumentación sobre las reglas del juego. Y para mí, lo que explica la relación entre el capitalismo y la democracia son dos conceptos: uno, la hegemonía y otro, las relaciones de propiedad.

Primero, la democracia capitalista es contingente de la hegemonía capitalista y la solidez de la propiedad capitalista, esos son puntos básicos para entender la introducción de la democracia dentro del sistema capitalista.

Segundo punto, el capitalismo tiene una visión instrumental de la democracia. Y depende de la naturaleza del régimen que apoyen o no apoyen las prácticas democráticas en las instituciones. Si uno cree como muchos académicos que la democracia es buena en sí, es una frase vacía. Y los principales protagonistas del capitalismo no creen que la democracia es buena en sí, es solo buena si funciona dentro de un marco de relaciones sociales y de propiedad. Decir que es buena en sí es como una extrapolación de la historia y de la realidad y siempre una imputación normativa de lo que uno siente, más que analizar cómo funciona la democracia en relación con los poderes de clase, propiedad y Estado.

Los capitalistas tienen una visión de democracia muy relativista, cuando extienden sus intereses que fortalecen sus posiciones estatales están en la onda democrática. Cuando sus intereses están violados, amenazados, pasan a la política autoritaria y apoyan un régimen autoritario. Cuando hablamos de la democracia capitalista y la democracia obrera, esa no es una frase leninista, como O'Donnel y compañía dicen. "Frases anacrónicas". Estamos diciendo una cosa muy precisa conceptual e históricamente: que las democracias como las entendemos funcionan con la capacidad de defender algunos intereses contra otros intereses.

Si este factor no es operativo, si no es así, podríamos hablar de una democracia sin apellidos, pero lo que voy a citar es una serie de ejemplos que niegan esta "desafiliación". Lo que afirmo es que la propiedad y los intereses hegemónicos son sobredeterminantes sobre lo que llamamos la democracia y ése es el sentido real de la frase democracia capitalista.

Casos históricos

Empezamos brevemente a revisar los ejemplos. En 1918, en Finlandia, ocurre una revolución donde los obreros eligen un gobierno democrático que practica a partir del Parlamento y el primer ministro, una política tibiamente reformista a favor de los trabajadores. Frente a esta democracia obrera con todas sus limitaciones, parlamentaria, la burguesía encabezada por Mannerheim y apoyada por el ejército alemán invade Finlandia, destruyen el sistema parlamentario, uno de cada cinco obreros es asesinado o forzado al exilio o encarcelado, imponen la dictadura; después de eliminar a los trabajadores como factor influyente, vuelven a construir el sistema parlamentario en el que ellos mandan y dirigen la política económica.

Segundo ejemplo, Guyana, que era colonia inglesa, allá arriba cerca de Brasil y Venezuela. Un socialista parlamentario estilo Allende, Cheddi Jagan, presenta su candidatura en 1953 y es elegido libremente por una mayoría, no pluralidad, mayoría absoluta. Los ingleses invaden el país y lo tumban, lo desplazan. Vuelve otra vez la candidatura, en el '61, gana otra vez, y esta vez interviene la CIA provocando divisiones raciales y tumba a Jagan otra vez. Una vez que lo tumban vuelven a montar elecciones, ahora en un país polarizado racialmente y gana un candidato más hacia la política de Estados Unidos.

Tercer caso, Chile '70 y '73. Gobierno popular, gobierno con apoyo obrero y campesino, elegido libremente, libre competencia. La burguesía se organiza, tocan las puertas de los cuarteles, Estados Unidos interviene: todo el cuento conocido. Después que destruyen todo este proyecto los Estados Unidos vuelven en el '85, '86 frente a las grandes movilizaciones a convencer a los socialistas, a colaborar con la derecha demócrata-cristiana y vuelven a las elecciones, ahora dentro de los nuevos parámetros: Constitución del '80 de Pinochet, toda la institucionalidad militar, neoliberalismo, capitalismo, privatización, etcétera. ¿Qué es diferente? ¿Cambió sus ideas el imperialismo o cambiaron los contenidos, los parámetros de acción política-económica?

Caso Guatemala: eligieron un gobierno en el '50, el de Jacobo Arbenz. Empieza un programa de reforma agraria de las tierras de las grandes multinacionales norteamericanas, empieza a dar espacios democráticos para los sindicatos, empieza a haber libertades para los socialistas, comunistas: interviene la CIA otra vez. Tumba al gobierno, una guerra prolongada que cuesta doscientas mil personas.

Y después, más tarde, en el '91, se acuerda la paz, empiezan a introducir a los guerrilleros en la política electoral, dentro de parámetros en los que no hay reforma agraria, no hay castigo para los asesinos, donde el neoliberalismo está profundizándose en los últimos años en una forma descarada: entonces ¿qué tipo de transición a la democracia? Vuelven a crear el marco electoral ahora porque están establecidos la hegemonía, el poder, la propiedad, etcétera.

Podríamos multiplicar muchos casos, Irán en el '54: un gobierno elegido, tumbado por la CIA, impone la dictadura y después cuando la dictadura del Sha cae después del apoyo multimillonario de los Estados Unidos surgen los musulmanes que empiezan a tomar medidas contra las compañías norteamericanas, los Estados Unidos y otros liberales apoyan el retorno de qué... de las elecciones. Perdido el control político-económico- social busca una forma ahora de insertar una posición democrática.

Ahora, el caso de Haití, es muy indicativo de todo lo que estamos discutiendo, en el '91 gana Bertrand Aristide una elección con una mayoría abrumadora. Recuerdo, estuve con haitianos, que James Carter fue allá tratando de convencer a Aristide de retirarse de la campaña en favor del candidato norteamericano que era un ex funcionario del Banco Mundial. Aristide dice no y empieza a implementar un programa populista tibiamente nacionalista. Estados Unidos apoya, debajo de la mesa, el golpe militar, aunque públicamente lo denunció. Tenemos todas las pruebas de que financió y colaboró con los golpistas.

Bueno, después del golpe hay una enorme salida de haitianos hacia Florida. Eso preocupa a los racistas en Washington y en Florida. Entonces ¿cómo evitar la ola migratoria? Bueno, tenemos que cambiar el gobierno allá. Se sentaron con Aristide en un aula en Washington y le presentaron los ministros. Les juro, eso es lo que pasó. Estuve con un asesor de un congresista, me contaban, incluso la gente que le presentaban a firmar la agenda económico-social, y los ministros que tenía que incluir. "Si quieres volver, nosotros te llevamos con los marines para volver. Pero no vas a tocar ninguna propiedad y no vas a volver a esa política populista. Si aceptas eso, te vamos a presentar como el presidente elegido".

Y finalmente Aristide acepta, y vuelve pero ya es un político totalmente diferente de cuando fuera elegido democráticamente. Estados Unidos apoya el retorno de la democracia, pero dentro del marco de clase, dentro del marco del imperio. Se opone al gobierno elegido cuando estaba actuando contra los intereses norteamericanos.

Otro caso muy ejemplar es el caso de Nicaragua. En el '84, con miles de observadores de Europa, de Estados Unidos, de Canadá, ganan los sandinistas con mayoría abrumadora. Todos dicen: elecciones relativamente limpias. Estados Unidos dice que no y fortalece a los mercenarios, los llamados "contras". Aumenta la agresión, los asesinatos, el bloqueo del puerto, etcétera. En el '89 después del desgaste de la guerra, más los errores políticos de los sandinistas, empiezan a aplicar los ajustes: conclusión, gana la derecha. Estados Unidos: bienvenida la democracia ya, estas elecciones son democráticas, dentro del nuevo marco, con Violeta Chamorro privatizando, incorporando al sandinista Humberto Ortega, que pasó a ser millonario corrupto, dirigió así la represión del pueblo sandinista que se movilizaba contra Violeta. Con el aplauso de los marines de Estados Unidos asesorándolos. Solamente cuando Humberto hizo el servilismo demasiado descarado y ofreció una medalla a un coronel de la marina, dijo no quiero, no quiero tener nada que ver con ustedes. Hagan su trabajo y déjenme hacer mi trabajo. Esto fue una cosa vergonzosa.

Pero lo que es un punto clave en esto, es que otra vez aplican el criterio de clase para evaluar la democracia, el criterio del imperio.

Y no sólo en América latina y el Tercer Mundo. En Alemania, la suba del fascismo y el nazismo era respaldado por todos los grandes capitalistas; los judíos, que ahora están criticando y quejándose, nombran a las principales multinacionales alemanas y al gran capital, como los principales beneficiarios del régimen de Hitler. Y piden compensación por el trabajo de esclavos. Hitler primero eliminó los sindicatos, los partidos de izquierda. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la izquierda ya está bastante aplastada y los socialdemócratas ya incorporados al capitalismo, Estados Unidos y los capitales alemanes vuelven a apoyar la democracia, porque ya la democracia funciona dentro del marco de hegemonía norteamericana y la vuelta del capital alemán, sin el desafío que en los '30 eran socialistas y comunistas.

Bueno, podríamos continuar con muchos más ejemplos, pero el punto teórico es que la democracia capitalista no existe independientemente de la lucha de clases y los intereses de clase. Y debemos entender este punto cuando la gente habla de que la democracia es un bien en sí mismo. No existe el "sí mismo". Existen las relaciones de clases, hegemonías, configuración de estados.

Globalización o imperialismo

Ahora, cómo discutimos la democracia en la edad del imperialismo. No hablo de globalización porque es una frase vacía. La globalización, es un concepto muy nefasto que ha circulado mucho en las mentes de la gente. Quienes circulan los capitales, son las empresas multinacionales norteamericanas, europeas en menor grado, japonesas. Los bancos, las grandes inversiones tienen nombre y apellido, hablar de globalización no tiene ningún sentido, es una palabra utilizada por los grandes empresarios de Estados Unidos que no querían obviamente tener un concepto peyorativo con antecedentes negativos.

El problema es que la izquierda empieza a utilizarlo como algo novedoso, creativo. Pero no tiene sentido científico hablar de capitalismo circulando por el mundo sin bases económicas, políticas, estados respaldándolos, cuando hay crisis en el Estado intervienen, ayudando, las multinacionales norteamericanas.

Crisis en México, está presente Clinton en veinticuatro horas para resolver el problema. Lo mismo sobre comercio externo negociando con Europa para romper barreras para sus capitales.

En Colombia ahora están metidos con la política militar, para mantener a Colombia dentro de las filas norteamericanas. Entendemos eso, entendemos por qué la palabra imperialismo es la palabra más precisa para comprender las relaciones de poder, la configuración mundial que ocurre.

¿Cómo entendemos la democracia en la edad del imperialismo?

Volviendo a la temática original. Las instituciones financieras internacionales en un lado están tomando decisiones macroeconómicas, y en el nivel microeconómico social han contratado las ONG, que nadie las elige y no son responsables frente a la ciudadanía. No se presentan como candidatos, no consultan a ningún pueblo, fijan sus programitas, buscan financiamiento de los gobiernos, por ser no gubernamental, consiguen dinero y tienen más de diez mil millones de dólares de presupuesto anual, una gran parte ahora viene de AID, viene del Banco Mundial. Están copando las decisiones a nivel local y por otro lado al macronivel y están vaciando la legislatura de sus poderes. Qué van a hacer si las ONG arreglan los problemas locales a través de proyectos financiados afuera, entonces cuál es el espacio para el Congreso, los partidos, etcétera. En otras palabras, el espacio público, para debates públicos, para actividad ciudadana en relación con la política pública, cada vez se va achicando más. Están poniéndolos en un rincón donde pueden discutir las cosas irrelevantes, los gritos de denuncia, o una investigación inconsecuente.

¿Y frente a eso qué hacen? Financian proyectos sobre cultura, financian proyectos sobre lo que llaman ellos los nuevos movimientos sociales. Algunos que tienen una buena posición de denuncia, denuncia del ambiente, denuncia de la Organización Mundial de Comercio, pero que no tienen un programa político sobre el poder. Están fragmentando la política a partir de estos burocratitos, importantes, pero desvinculados de proyectos nacionales de poder.

Desvinculadas de la pobreza del pueblo, tantas organizaciones de género desvinculadas de la lucha de los campesinos en Brasil, desvinculadas de los pobres en las favelas. Si entran en lucha contra el imperialismo no reciben los financiamientos. Ningún movimiento de género va a recibir un peso del Banco Mundial si empieza a criticar al imperialismo. Criticar, no alguna medida discriminatoria (como que no incluyen a la mujer como directora del banco). Pero si entra en la lucha de clases, los docentes, enfrentando al Estado, cambia la cuestión. Estuve en Bolivia, en La Paz, las mujeres que son la gran mayoría de docentes, se encontraban enfrentando al Estado contra un salario de miseria, y docenas de ONG estaban con los brazos cruzados organizando las microempresas de las mujeres que producen cestas para vender. Yo preguntaba: ¿por qué no están encabezando la lucha?, el noventa por ciento son mujeres, están sufriendo salarios malos, muchas son solteras, jefas de familia. Es un problema de género, género de clase obviamente. No, no es nuestra causa, decían, estamos a favor que ganen, pero estamos en otra cosa.

Y eso es un problema que creo que debilita la lucha por la democracia, es otra táctica que están utilizando los poderes para debilitar la democracia a partir de organizaciones que no son responsables de ningún grupo de ciudadanos organizados.

El Imperialismo y los intelectuales

Ahora tenemos estas temáticas, democracia, imperialismo y voy a tratar de terminar. Tendremos tiempo de discutir cómo todo esto está vinculado con el problema de los intelectuales.

Yo creo que uno de los grandes éxitos del imperialismo en los últimos tiempos es el que ha tenido con un porcentaje importante de intelectuales americanos, que han cambiado del marxismo hacia el liberalismo, del socialismo hacia el capitalismo. Variantes de la vertiente neoliberal, liberal, social liberal. Y lo más problemático o más peligroso, el disociar a los intelectuales de las luchas populares y sustituir el papel del intelectual por el de consultor. Consultor, académico o recadero de cualquier institución oficial, y el menos malo, una postura pasiva frente a los grandes acontecimientos.

Ahora, ¿cómo entendemos esta victoria parcial del imperialismo sobre los intelectuales?

Hay tres períodos en los que el imperialismo norteamericano trata de influir a los intelectuales latinoamericanos.

Primer período, '48 al '58, durante la primera fase de la Guerra Fría. En esta época los Estados Unidos apoyaban toda una colección de dictaduras de derecha. Pérez Giménez, en Venezuela; Odría, de Perú; Batista, de Cuba; bueno, la lista es larga y conocida. Y en este contexto, a estos gobiernos represivos, no les molesta reprimir la izquierda democrática, la izquierda revolucionaria, todos eran blancos de la represión. Y Washington no se preocupa por eso. Ya tenía su gente en el poder dando medallas, Eisenhower, a Pérez Giménez, Odría invitado a Washington.

Como consecuencia de esto y como producto de la revolución cubana en el '59 empieza una nueva fase de Estados Unidos. Toda la intelectualidad de los años '48, '58, pasa a la lucha antiimperialista. Casi era de rigor ser antiimperialista, porque era antiimperialista-antidictatorial. La democracia y el antiimperialismo marchaban juntos. Entonces hay una gran radicalización por lo menos formal de las universidades y de muchos académicos, intelectuales, escritores.

En el '59 la revolución cubana atrae una enorme gama de los intelectuales en América latina. Apoyando, activando, simpatizando. Washington está totalmente aislado. Entra Kennedy en el '60 y empieza a tratar de construir puentes hacia lo que ellos llaman la izquierda democrática, contra la izquierda comunista, revolucionaria o lo que sea. Empieza un diálogo, abre puertas y declara la Alianza para el Progreso, las reformas contra la revolución, la reforma agraria contra la revolución agraria. Empieza en este período del '59 hasta el '79 una política de acercamiento. Y este acercamiento no es afectado esta vez cuando apoyan las dictaduras militares. A diferencia de los años 40 y 50 combinan un apoyo a los gobiernos de la derecha represivos con líneas de comunicación y becas y apoyo a la izquierda democrática no comunista. Tiene consecuencias enormes para el período actual.

Cuando empiezan a caerse o desgastarse los gobiernos militares, Washington ya tenía una imagen positiva entre los sectores que recibieron becas en Europa o que se fueron al exilio a Occidente. Y cuando caen las dictaduras o se reemplazan, Estados Unidos empieza a impulsar con Reagan incluso la vuelta de estos sectores en colaboración con la centroderecha que ya surge como política de conciliación y de colaboración.

En otras palabras, este período genera la oportunidad de influir a un sector importante de los intelectuales. Y éste entra con fuerza con las fundaciones y las instituciones académicas de los Estados Unidos.

Empiezan a volcar enorme cantidad de dinero, conferencias, becas, para discutir ya las transiciones a la democracia.

En esta transición los académicos norteamericanos introducen este concepto de la democracia sin apellidos. Empiezan a hablar de la democracia en sí, dejan de hablar del imperialismo, hablan de la globalización, etcétera. Imponen a partir de esos proyectos su lenguaje, sus imágenes del intelectual. El intelectual disociado de los problemas de la gente: ahora tenemos el académico, ahora tenemos el ideólogo. Y Princeton y Harvard, Illinois, Standford, empiezan a invitar a los latinoamericanos de centroizquierda. No simplemente a los viejos derechistas o centroderechistas. Se llena de latinoamericanos que vienen a entrar en el mismo diálogo, sobre la transición, las consolidaciones, el debate, las críticas. Totalmente ausente una crítica al imperialismo. No aparece.

Empecé a revisar los paneles donde están participando los latinoamericanos, son docenas de paneles, no hay ninguno, ninguno que diga "El imperialismo y la transición". Nada.

¿Es la falta de preparación intelectual? ¿La falta de realidad? No, yo creo que son condicionados ya, socializados en las ciencias sociales norteamericanas.

Entonces tenemos la modernización sin la justicia, tenemos la globalización sin el imperialismo, tenemos la democracia sin adjetivos. Y a partir de eso los académicos norteamericanos que trabajan con las fundaciones, que son activos en la política, muchísimos académicos en los Estados Unidos cuando vuelven al país son the brief. ¿Qué significa the brief? Van a consultar con el Departamento de Estado y a contarles sus experiencias en el país. No es espionaje simplemente, es un intercambio de ideas (Risas). Dicen fulano, Ricardo está en eso, Néstor está en el otro, este tipo está ahora desencantado con el marxismo, por qué no le ofrecemos una beca, venir aquí (Risas). Son cosas crudas, pero ojo, este período de los '80 en adelante es formativo en esta nueva intelectualidad. Y hay mucho prestigio, mucho acceso, Washington está muy abierto a los intelectuales que están dispuestos a entrar en este diálogo, estas condiciones conceptuales del lenguaje, vocabulario que ellos mismos favorecen.

Entonces, el punto clave en la transformación de la intelectualidad es justamente el debate sobre la democracia. La transición democrática es la premisa de que si hay una transición a la democracia, ya es el terreno del enemigo. Reclutan toda la intelectualidad de América latina, toman el marco intelectual con todos estudiantes graduados de FLACSO, CLACSO, MACSO (Risas). Y entran en este terreno (Aplausos). Entonces el que entra a cuestionar eso es antidemocrático, como se me acusó (no voy a mencionar nombres), sos antidemocrático, de fondo estás contra la democracia, como entendía él la democracia. Yo decía no, no estoy a favor del autoritarismo que estaba con el gobierno de Alfonsín. Entonces, un marxista serio, respetado y reputado, pasa a ser el que acepta la definición imperialista de lo que es elecciones libres, mercados libres. Es aceptar que bajo el imperialismo uno puede luchar a favor de transformaciones con conceptos amorfos, como el de sociedad civil.

Cualquier niño sabe que la sociedad civil incluye esclavistas, banqueros, dueños de plantaciones. ¿Cómo es la lucha de la sociedad civil? La sociedad civil está dividida en clases, latifundistas y peones forman parte de la sociedad civil, entonces la problemática no es que la sociedad civil es homogénea, que va a luchar contra la opresión. El problema de la sociedad civil es el de la definición de "sociedad civil". Entonces lo que empezó como un debate intelectual, como democracia sin clases, sin lucha de clases, termina creando una nueva generación de intelectuales que toman posturas fatalistas, posturas que dicen que debemos aceptar el nuevo terreno de debate. Debemos aceptar que hay una democracia, ya estamos en transición, hay que considerarla como parte de nuestro proyecto, etcétera.

Y también los nuevos convertidos inventan este mito de que la izquierda en el pasado siempre estuvo contra la democracia. Una gran mentira. Yo sé que existen autoritarios en la izquierda, pero casi toda la izquierda que yo conocía luchaba por mejores derechos en los sindicatos, listas plurales en los sindicatos, asambleas en los barrios, participando, apoyando el Estado de Bienestar, mejorando la vida, discutiendo al infinito. ¿Qué es esta mentira de que la izquierda era autoritaria y empieza ahora a aprender de la democracia? ¿Cuántas dictaduras surgieron de la izquierda en América latina? Ninguna. En Brasil lucharon contra la dictadura. Algunas organizaciones más verticales y otras menos. Pero en los movimientos amplios participaron y construyeron sindicatos pluralistas, listas competitivas, hay que reconocer esto.

Yo sé que hay pugnas, unos dicen stalinistas, otros trotskistas. Pero todos participaban y luchaban entre sí, que es el juego democrático.

Conclusión

Debemos volver a recuperar las tradiciones de los años 50, 60 y 70. Estas grandes tradiciones críticas de la mejor intelectualidad en las universidades de América latina. Debemos tratar de hacer críticas sistemáticas de lo que llaman democracias, transiciones y globalizaciones. Debemos retener y fortalecer y profundizar nuestro análisis de la política clasista, de la política antiimperialista, de las formas diferentes, complejas de la lucha de clases. Cómo se articulan con los ecologistas, con mujeres, con los grupos étnicos. Debemos comprometernos otra vez con la lucha popular, y no simplemente quedarnos encerrados, debemos aceptar colaborar con el pueblo en lugar de pelear por los boletos para asistir a las conferencias financiadas por las grandes fundaciones.

El impacto político y social del neoliberalismo

James Petras

Hay varias mistificaciones en cuanto al neoliberalismo, que propagan sus defensores y que desafortunadamente toman como verdaderas muchos escritores de izquierda. Para comprender como el neoliberalismo impacta sobre la sociedad en general, y sobre los obreros rurales en particular, hay que tener una comprensión clara de lo que es y de lo que no es el neoliberalismo.

Los defensores del neoliberalismo, arguyen que es una forma nueva y avanzada del capitalismo, que es la culminación de la historia. Arguyen que es el inevitable resultado de una revolución tecnológica, un producto de la racionalidad del mercado. Arguyen que es la forma más eficaz de organización económica. Hay varias fallas fundamentales en el argumento neoliberal.

Mitos y realidades del neoliberalismo

En primer lugar, el neoliberalismo no es nuevo. América Latina ha experimentado estrategias económicas liberales durante la mayor parte de los últimos 500 años. Desde la mitad del siglo XIX hasta los años 30, la mayoría de América Latina siguió la estrategia liberal: economía abierta, especialización exportadora, propiedad privada (mayormente extranjera) de recursos básicos y dependencia de préstamos e inversiones extranjeras. El análisis crítico de este sistema, tuvo lugar en los años '30, durante las crisis mundiales capitalistas. Las crisis del liberalismo condujeron a rebeliones populares en México y por toda América Latina. Estas rebeliones fueron provocadas por la extrema concentración de riqueza y poder y por el aumento masivo de la pobreza y el desempleo. Después, definieron una fase de desarrollo nacionalista-populista, tanto en las empresas públicas como en la protección del mercado doméstico, la industrialización nacional estimulada por el Estado y los programas socio-populistas. El "neoliberalismo" contemporáneo, ha creado desigualdades socio- económicas parecidas a las del liberalismo del siglo XIX. Aunque la estructura de clase, los patrones demográficos y los sistemas económicos son distintos hoy en día, los resultados generales son similares. Es importante esta crítica perspectiva histórica para señalar el hecho de que el neoliberalismo no es el fin de la historia, sino una regresión, una vuelta atrás, hacia una doctrina que falló en el pasado. En segundo lugar, el neoliberalismo no es el producto del "progreso evolutivo", sino que es parte de un proceso cíclico. El neoliberalismo llegó al poder en el siglo XIX, se extendió, se deterioró y se reemplazó por un sistema distinto: en algunos casos por el populismo nacional, en otros por el socialismo. El reclamo neoliberal de que éste representa un producto de la revolución tecnológica, es falso, al menos en dos aspectos. Primero, el neoliberalismo tiene una historia de ascensos y descensos, con 500 años de historia, anteriores a cualquier revolución tecnológica. Muchos de los fundamentales cambios tecnológicos, como el ordenador y la automatización, precedieron al actual resurgimiento del neoliberalismo, y por lo tanto no se pueden atribuir al "mercado". En tercer lugar, el argumento de que el neoliberalismo es producto de una elección racional y de la eficacia del mercado, contrasta con el hecho de que los orígenes del neoliberalismo en América Latina, se ubican en el período de las dictaduras militares de los '60 y '70, las cuales reprimieron "elecciones libres" y prohibieron el debate racional. Además, es difícil describir el neoliberalismo como un sistema "eficaz", en tanto aumenta el número de trabajadores subempleados y desempleados a un 60 por ciento de la fuerza laboral y la tierra no cultivada se concentra en pocas manos, al tiempo que se desplaza a los obreros rurales. Resulta claro que el ascenso del neoliberalismo no es el producto de la eficacia de la racionalidad. El neoliberalismo es el resultado del poder político y de la lucha de clases. Las victorias militares y políticas de los capitalistas exportadores y financieros aliados con el imperialismo y el ejército, impusieron el neoliberalismo a la fuerza y sostienen el modelo a través del control del Estado. A modo de resumen, el neoliberalismo es esencialmente un proyecto político basado en una configuración de poder de capitalistas exportadores y financieros, que controlan el Estado. Desde esta base de poder en el Estado, la burguesía neoliberal dicta la política económica, contrata ideólogos y compra elecciones. Para cambiar la política neoliberal hace falta un cambio fundamental en la correlación de poder de clase dentro del Estado.

La lucha de clases y la ascendencia del neoliberalismo

La ascendencia del neoliberalismo no es el resultado de un debate doctrinal, sino el producto de las derrotas militares y políticas de la izquierda entre 1964 y 1967. En este período, la clase capitalista tomó el Estado y comenzó una guerra prolongada contra el avance social de las dos décadas previas: se eliminó la legislación laboral progresista, se privatizaron y desnacionalizaron las empresas públicas, se bajaron los sueldos, y se revirtieron los avances en materia de reforma agraria. Las derrotas político-militares de la Izquierda en Brasil (1964), Chile y Uruguay (1973), Argentina (1976), Bolivia (1971), etc., fueron seguidas por la implementación de las primeras etapas de programas neoliberales de "choque". Los aliados estratégicos de esta ofensiva política neoliberal fueron las multinacionales estadounidenses y el Estado imperial, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La lección es clara: cualquier intento de reversión del neoliberalismo debe seguir la misma lógica que tomaron los capitalistas para establecer su sistema: la lucha de clases que conduce al poder del Estado, la renacionalización de la industria y la redistribución de tierra e ingresos. En resumen, los orígenes del neoliberalismo no son ni "tecnológicos" ni "económicos" sino, en el análisis final, políticos y sociales: las políticas neoliberales y las expresiones ideológicas siguieron a la toma del poder del Estado. Desde esta ventajosa perspectiva, podemos ahora examinar las consecuencias políticas del reinado del neoliberalismo.

Consecuencias políticas del neoliberalismo

El neoliberalismo en el poder, ha transformado la naturaleza de las políticas y las propias relaciones políticas e interestatales. El hecho político fundamental es la aparición de un sistema político neoautoritario, bajo el disfraz del proceso electoral. Los regímenes recurren a un estilo autoritario de gobierno -característico de regímenes militares-, para poder implementar las políticas neoliberales antipopulares de privatización de empresas públicas, promover los intereses agro-industriales en desmedro de los campesinos y obreros rurales, e incrementar el número de desempleados para bajar los sueldos urbanos.

1º. Gobiernan por decreto: la privatización de las empresas públicas se decreta por el Ejecutivo sin consultar a la ciudadanía ni al Congreso.

2º. Las decisiones las toman organizaciones no electas por la ciudadanía, como las instituciones financieras extranjeras y domésticas.

3º. El aparato del Estado (judicatura, altos mandos militares, policía y agentes de inteligencia) permanece incambiado con respecto a la dictadura.

4º. El régimen promueve una cultura de miedo: se usan amenazas de fuerza e intimidación para inhibir la movilización de masas y la oposición pública.

5º. Las elecciones se controlan a través de la manipulación y el control de los medios de comunicación, vía fraude (como en México) o por la compra de diputados del Congreso (como en Brasil).

El neoliberalismo es compatible con las elecciones, pero depende de medidas autoritarias e instituciones para implementar su programa. El proceso electoral en sí, se devalúa porque los políticos neoliberales nunca hacen campaña para su programa real e incluso prometen corregir los abusos del neoliberalismo. Una vez electos, proceden a profundizar y extender el proceso de privatización. Entonces hay un abismo profundo entre lo que ocurre durante la campaña electoral y lo que los neoliberales practican cuando llegan al poder. La carencia absoluta de correspondencia entre las campañas electorales y el gobierno elegido, alienta la apatía de los votantes, el cinismo hacia la política electoral y el giro hacia la política extra-parlamentaria. Por ejemplo, cuando los políticos prometen reformas agrarias durante su campaña electoral y entonces, una vez elegidos, promueven los intereses de los exportadores de plantaciones a gran escala, los obreros rurales y los campesinos toman la acción por fuera del sistema electoral y al ocupar tierras legislan su propia reforma agraria. La política neoliberal favorece a los capitalistas vinculados al mercado exportador, a los inversionistas extranjeros y a los que operan en el sector bancario, y frecuentemente excluyen al Congreso y a la oposición política de cualquier decisión importante. Los ejecutivos neoliberales buscan evitar cualquier debate público y la revelación pública de los ilícitos vinculados a la privatización de las empresas públicas lucrativas y -para evitar investigaciones- de las superganancias que obtienen. Lo mismo pasa con las violaciones de los derechos humanos por parte del Estado (como por ejemplo, con las masacres de campesinos). Cuando los presidentes neoliberales no pueden convencer a los legisladores, frecuentemente recurren a chantajes y a la implementación de fondos especiales para proyectos locales, que les aseguren votos decisivos para legitimar sus políticas. En resumen, el neoliberalismo corrompe el proceso legislativo, haciendo de los miembros del Congreso elegidos por los votantes, meros funcionarios del Ejecutivo. El nuevo autoritarismo de los neoliberales se manifiesta en su política hacia los trabajadores. Mientras los regímenes militares sencillamente reprimieron los derechos laborales, los neoautoritarios aprueban leyes laborales restrictivas, que facilitan el despido de los trabajadores, debilitan o derogan las regulaciones con respecto a la salud y al bienestar, y alientan a los patrones a intensificar la explotación a través de prácticas de "flexibilidad laboral" El crecimiento del desempleo y las nuevas leyes laborales, tienen el doble efecto de "fragmentar" los sindicatos tradicionales, debilitando su poder colectivo de negociación. En respuesta al declive de los sindicatos tradicionales, han surgido nuevos movimientos socio-políticos comprometidos en la acción directa. Por ejemplo, mientras las confederaciones laborales urbanas más importantes han perdido huelgas y han estado a la defensiva, los obreros rurales y los movimientos de campesinos de Brasil, Paraguay y México, Bolivia, Ecuador, etc., han tomado la ofensiva, ocupando la tierra y atacando las políticas liberales del régimen. Los regímenes neoliberales recurren a "tácticas de choque", combinando los aumentos dramáticos de los precios al consumidor, con cortes drásticos en los gastos sociales, en los sueldos y en el trabajo estable. Como resultado, los salarios han caído casi un 70 por ciento en México, 30 por ciento en Argentina, 60 por ciento en Bolivia, etc. Las llamadas "estrategias de supervivencia", despolitizan a los pobres y los confinan en proyectos locales a pequeña escala, dirigidos por organizaciones no gubernamentales y financiados por donantes extranjeros. En muchos casos, los neoliberales combinan los programas macro- sociales que favorecen a los ricos, con programas "de pobreza" micro-sociales, diseñados para evitar que los pobres reaccionen políticamente en contra el régimen neoliberal. En resumen, uno de los resultados claves del neoliberalismo, es el crecimiento de los gobiernos neoautoritarios, junto con la corrupción del proceso electoral y la de los diputados electos. Esto ha estimulado - como contra-respuesta-, el crecimiento de la acción directa extra-parlamentaria, especialmente la de los movimientos rurales. Los nuevos regímenes autoritarios, cuentan con el Estado represivo para implementar sus "políticas de choque" y con sus seudo programas anti-pobreza para evitar rebeliones populares. El efecto combinado está diseñado para fragmentar los movimientos de masas. El resultado, sin embargo, es el debilitamiento del proceso tradicional de negociación colectiva de los sindicatos urbanos y el fortalecimiento de los movimientos de acción directa en las zonas rurales.

El retorno de la izquierda

Sería un grave error sobreestimar la capacidad de los regímenes neoliberales para imponer sus políticas y consolidar su gobierno a perpetuidad. El neoliberalismo sigue un ciclo de ascenso, consolidación y declive político. Las misma condiciones que marcan el "éxito" de un régimen neoliberal (privatización de los bienes públicos, crecimiento de las exportaciones e importaciones, incremento de la inversión externa, concentración del ingreso) extienden y profundizan la oposición. Hoy, por toda América Latina, está surgiendo una izquierda nueva, a partir de nuevos actores socio-políticos. El centro principal (pero no exclusivo) de resistencia, está en el campo, en las provincias y entre los funcionarios (profesores, trabajadores de la salud, etc.). Los líderes campesinos son muy distintos de los del pasado, incluso si han aprendido de las luchas tradicionales. Son jóvenes (entre 20 y 30 años), cosmopolitas (saben de agricultura y de política nacional e internacional), viven de acuerdo a como viven aquéllos a quienes representan (no tienen privilegios económicos) y funcionan dentro de organizaciones democráticas en las que priman las decisiones colectivas. Combinan la política de acción directa en las zonas rurales, con la construcción de coaliciones con movimientos urbanos. Estos nuevos movimientos campesinos son organizaciones autónomas que combinan el marxismo y la política de clases, con las luchas de género y de etnia. Trabajan con partidos fraternales, pero rechazan la idea de ser "correas de transmisión" partidarias. Uno de los componentes básicos de estos nuevos movimientos, es que entienden que, para tener éxito, la cuestión de la reforma agraria tiene que formar parte de una transformación social general que involucre a las instituciones financieras, tanto como a las comerciales y culturales. Lo que hace que estos nuevos movimientos rurales revolucionarios sean diferentes a los de los sindicatos reformistas, es que conciben la lucha contra el neoliberalismo, no sólo como una cuestión económica, sino en términos de lucha política. Los nuevos movimientos rurales ponen énfasis en la lucha contra el imperialismo cultural y la manipulación de la cultura popular. Proporcionan recursos impresionantes para la educación popular, y en la lucha por crear una nueva subjetividad. Están de acuerdo con el Che Guevara en que "no se puede construir el socialismo con los símbolos del dólar en los ojos de la gente". Los movimientos agrarios están comprometidos en una lucha cultural directa contra los neoliberales para ganar los corazones y las mentes de las clases populares rurales u urbanas. Mientras el neoliberalismo promueve el interés individual, los movimientos enfatizan la solidaridad social de clases; mientras el neoliberalismo idealiza la promoción individual, los movimientos promueven el avance colectivo; mientras el neoliberalismo glorifica la ganancia, la avaricia y el consumismo, estos movimientos jerarquizan la riqueza social, la salud pública, la educación y la vivienda. En esta confrontación cultural sobre la zona crucial de la subjetividad, está mucho en juego: la subjetividad da forma a la organización y a su capacidad de luchar y transformar las condiciones impuestas por el neoliberalismo. No sólo el empobrecimiento económico conduce directamente a la acción social colectiva. Para transmitir los valores e ideas "neoliberales", las clases dominantes cuentan con los medios de comunicación, para moldear individualidades apolíticas y atomizadas, que viven virtualmente la vida de los ricos y famosos que exhibe la televisión. Para contrastar con los medios de comunicación, los movimientos rurales cuentan con miles de líderes de opinión a nivel local, con activistas, militantes, radios locales y publicaciones, con las que dan forma a una cultura alternativa basada en la solidaridad. Una vez más, es un error sobreestimar el poder de los medios de comunicación y la capacidad del neoliberalismo para establecer su hegemonía sobre las masas. En primer lugar, en donde hay comunidades hegemónicas que comparten una experiencia de clases común y que tienen sus propios líderes de clase, el mensaje neoliberal no penetra la conciencia de la gente. La ideología neoliberal penetra en la conciencia de las masas, cuando la gente está atomizada, desorganizada, "victimizada", o cuando sus organizaciones son dirigidas por burócratas enriquecidos que no prestan atención a la educación política y que dependen de su "carisma personal" o de sus conexiones con la élite. El neoliberalismo no es meramente un fenómeno económico, también es cultural e ideológico: proyecta una visión mundial. Como tal no se le puede enfrentar sólo en el nivel económico o político, sino también a través de una visión alternativa, como parte de una totalidad democrática, coherente y colectivista.

Las herramientas del neoliberalismo

La ideología neoliberal se puede dividir en dos tipos de discursos. Uno de ellos se dirige a las clases gobernantes y se diseña para formular políticas que reparten los recursos estatales y las empresas para enriquecer aun más a lo ricos. Por ejemplo, el neoliberalismo promueve la privatización de empresas públicas (en realidad, su venta a monopolios privados), y la eliminación del salario mínimo para bajar los gastos laborales de los capitalistas. Estas políticas macro socio-económicas que definen el carácter general de la economía, la estructura de clase y el Estado, polarizan la sociedad, aumentan las desigualdades y concentran la riqueza y el poder. Pero si se sigue al neoliberalismo en su "lógica pura", sólo llegaría a una minoría privilegiada, aislada y vulnerable a la revolución. Por miedo a una rebelión social, un grupo de ideólogos ha formulado una doctrina que se llama "neoestructuralismo". Este discurso apoya los propósitos básicos del neoliberalismo, pero añade una serie de proyectos "microsociales" para contener el malestar social. La política microsocial comprende el reingreso del Estado para "corregir" algunos de los excesos (pobreza de masas, desempleo, etc.) generados por las macro políticas. Estas micro-políticas incluyen las siguientes propuestas diseñadas para complementar el modelo neoliberal: 1o "Auto-ayuda" y "micro-empresas" 2o Política de "identidad" 3o "Desarrollo alternativo" Las políticas de autoayuda son financiadas por fundaciones neoliberales, gobiernos extranjeros y regímenes locales. Su propósito es desviar el malestar popular, para que no exija fondos del Estado, inversiones y repartos de tierra destinados a la autoexplotación, promoviendo la labor familiar sin pago, el trabajo en turnos dobles y la auto-financiación. La autoayuda está vinculada con "microempresas", que proveen de mano de obra barata para la distribución de los productos de las grandes corporaciones o para la fabricación de mercancías a través de subcontratistas. En todos los casos, los "microempresarios" no tienen vacaciones pagas, no pensiones, ni programas de salud, etc. La tasa de bancarrota es muy alta, porque la competencia es intensa. Sin embargo, quiénes promueven las micro-empresas editan publicaciones financiadas sobre "historias exitosas" de "micro-empresarios" que han logrado beneficios. El problema es que no se resuelve ninguno de los problemas básicos de los sin tierra y de la pobreza de las masas. Pero sí se cultiva la ilusión y la esperanza de que es posible "tener éxito a través de la iniciativa individual". La segunda arma ideológica del neoliberalismo, al nivel micro social, se centra en los temas de género, ecología e identidad étnica, divorciados de los de clase, tierra y cuestiones económicas. Se dirige mucho dinero a organizaciones promovidas por ecologistas que critican los problemas ecológicos sin examinar y desafiar sus raíces económico-políticas en la estructura del poder capitalista. Se dan fondos para organizaciones feministas que centran su enfoque en los problemas de nivel personal o familiar, pero que no se comprometen en la lucha de clases por la reforma agraria, por el empleo estable o por centros de cuidado para los niños de las madres que trabajan. De la misma manera, la estrategia neoliberal aporta fondos para actividades culturales reivindicadoras del idioma y del folclore de los indios y negros, pero rechazan sus luchas por el retorno a la tierra fértil y por la creación de empleos estables y bien pagados. Los neoliberales han incluso cooptado el discurso de algunos grupos progresistas, al dar fondos para economías de comunidad o para "alternativas populares". Estas "alternativas" combinan muchas de las características de la autoayuda y la microcooperación, pero están desconectadas de la lucha para transformar el macro sistema de poder. Los proyectos basados en las comunidades son sujetos a las mismas presiones del libre comercio, del declive en las inversiones del Estado, y la escasez de la tierra, del crédito y la asistencia técnica. La "descentralización" significa que el gobierno local asume la responsabilidad por la educación y la salud, pero sin los recursos económicos que se concentran en el Estado y que financian a las élites exportadoras. El propósito de estas políticas microsociales es dividir, localizar y despolitizar a los obreros rurales y los campesinos. Promueven la autoexplotación, además de la explotación capitalista. La respuesta del movimiento popular a este reto neoestructural, es radicalizar estas propuestas al vincular la cooperación étnica, de género y local, a luchas nacionales e internacionales para transformar los sistemas macro sociales. La lucha campesina por la igualdad entre los hombres y las mujeres, se basa sobre la solidaridad de clase para la reforma agraria, por la socialización de los bancos, por la protección del Estado al mercado doméstico y por préstamos de bajo interés a los productores. Frente a la propuesta neoliberal, que subordina las campesinas a mujeres burguesas, en una organización común que opera dentro de los parámetros del neoliberalismo, los movimientos revolucionarios de campesinos y sus líderes femeninas, proponen una alianza de clases de mujeres, dentro de la lucha de clases por reforma agraria. La igualdad de género en el movimiento es un prerequisito para la transformación social.

El impacto organizativo del neoliberalismo

El neoliberalismo ha provocado un impacto mayor sobre la organización socio-económica de la producción y sobre las organizaciones socio-políticas de la sociedad. Es útil enfocarse en el impacto del neoliberalismo en el campo. Podemos especificar siete cambios organizacionales mayores en la producción en las zonas rurales.

1º. Las trasnacionales subcontratan a granjeros locales la mayoría de la producción, mientras ellos ganan de la venta de insumos y la comercialización. Así, el "granjero independiente" es de hecho, un empleado del complejo agro- industrial.

2º. La organización de las cooperativas rurales, está vinculada con las trasnacionales y eso determina que los cooperativistas dependan de la producción, la distribución y los precios de las trasnacionales, las que también deciden la elección de mercancía y mercados.

3º. Los complejos agroindustriales han transformado la fuerza laboral, al introducir la tecnología y la producción especializada, aumentando así el volumen del excedente de mano de obra. La misma está fragmentada en una masa de trabajadores temporales y una pequeña minoría de empleados permanentes.

4º. La política del Estado se dirige a subvencionar a los grandes exportadores y convertir a los campesinos en trabajadores sin tierra, a través de dos mecanismos: la importación de alimentos baratos y la intervención militar para destruir la producción de la coca. Los intereses de los exportadores estadounidenses y la DEA convergen con los de los grandes productores locales.

5º. El Estado promueve la colonización de los campesinos sin tierra en tierras marginadas, lejos de los centros políticos y económicos. El resultado es la dispersión política y económica de campesinos con potencia radical.

6º. El Estado neoliberal, a través de sus políticas de precios bajos, altos tipos de intereses, libre comercio y políticas de subvención selectiva que favorecen a los grandes exportadores, socava a los productores locales a pequeña escala, llevándolos a la bancarrota. El desplazamiento masivo de poblaciones rurales a las ciudades, ha sido una manera de promover la agricultura extensiva de los agroexportadores. El desplazamiento de productores pequeños, también crea excedente de mano de obra, lo cual baja los sueldos en el campo y en la ciudad.

7º. El Estado neoliberal depende de la confianza de los grandes inversionistas para financiar sus deudas, cubrir sus déficit de comercio y sus inversiones. La "confianza" de los grandes inversionistas depende de que se les aseguren altas tasas de ganancias y mano de obra dócil y de la carencia de controles por parte del Estado.

Debido a las desigualdades socio-económicas y al malestar socio-político creciente, el Estado depende cada vez más de la represión para mantener la confianza de los inversionistas y evitar la huida del capital. La represión toma la forma de intervención directa del Estado, apelando a grupos paramilitares no oficiales, muchos de los cuales son en realidad organizaciones militares oficiales. Estas nuevas formas dadas a la organización de la producción bajo el neoliberalismo, generan la resistencia popular y el crecimiento de las organizaciones de clase. Para desarticular los movimientos de clase, los neoliberales establecen organizaciones de competencia, que intentan socavar la resistencia popular.

El neoliberalismo y las ONG

El neoliberalismo alienta el crecimiento de las organizaciones no gubernamentales, que buscan atraer a los campesinos y a los pobres urbanos al ámbito de influencia de donantes extranjeros, oficiales gubernamentales locales y profesionales contratados. Estas organizaciones sociales se presentan como grupos progresistas que defienden el "poder popular", el "desarrollo sustentable" y la "democracia participativa". En la práctica, son correas transmisoras para la política neoliberal, que ayudan a desmantelar los servicios públicos y a promover la privatización de los servicios sociales. Las ONG no se oponen a la privatización masiva de los recursos naturales, o a los grandes flujos de capital extranjero que se dirigen hacia el crecimiento exportador no sustentable. Finalmente, las ONG son dirigidas por un grupo de élite de profesionales, que tiene que responder ante sus donantes extranjeros, es decir, son organizaciones verticales, no democráticas. La segunda organización socio-política promovida por el neoliberalismo son los "programas de pobreza", controlados por el Estado. El Estado neoliberal patrocina grupos de "autoayuda" y otros similares, en contra de la pobreza, que ni atacan las raíces de la misma ni responden a las necesidades básicas de la gente, sin cuestionar el tema de los medios de producción necesarios para resolver sus necesidades básicas. Estos programas de autoayuda y contra la pobreza, dirigidos por el Estado, son nuevas organizaciones que sirven a los poderes establecidos. Representan una manera de generar el clientelismo para conseguir votos en beneficios de los políticos neoliberales. En tercer lugar, las agencias internacionales de préstamos, dan financiación para "economías basadas en la comunidad". Estos grupos son subordinados a los intereses de los grandes capitalistas, en muchos casos, los "líderes de la comunidad", son empleados del Estado o colaboradores que dependen de los recursos financieros de los banqueros neoliberales. En cuarto lugar, los neoliberales han sido activos en financiar sectores "apolíticos", espiritualistas, evangélicos y pentecostales, que se oponen a la teología de la liberación. Enseñan la obediencia al Estado y la sumisión al sufrimiento resultante de las políticas neoliberales. En quinto lugar, los neoliberales promueven organizaciones feministas, étnicas y ecológicas, que se comprometen en la colaboración de clase con el imperialismo. Se preocupan por echarle la culpa a los pobres por la desforestación, el machismo y el racismo. Las ideologías de la política de identidad, arguyen que estas "identidades" trascienden las divisiones de clases y se las puede tratar a través de actividades culturales y proyectos en pequeña escala. En resumen, el neoliberalismo está cambiando la organización de la economía y la sociedad, en modalidades que fragmentan la mano de obra y debilitan las organizaciones de clase. Estos cambios organizacionales, sin embargo, han sido enfrentados por nuevas formas de organización social y por el retorno de la política de lucha de clase.

El neoliberalismo y la lucha de clases en los '90

El neoliberalismo ha provocado una oposición creciente por todo el continente, que es distinta en muchos aspectos a la política revolucionaria del pasado. Para colocar la nueva ola de organizaciones sociales revolucionarias y el retorno de la lucha de clase en su contexto histórico, es importante repasar los ciclos revolucionarios pasados. Esencialmente, podemos distinguir cuatro ciclos revolucionarios diferenciados:

1º. (1957-67) Comienza con la revolución cubana y los movimientos guerrilleros en Perú y Venezuela, y termina con la muerte de Guevara, la consolidación de la revolución cubana y la derrota de algunos de estos movimientos.

2º. (1968- 76) Se compuso de luchas urbanas de masas, movimientos guerrilleros y avances electorales en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y México. El período termina con una serie de golpes de Estado, que conducen a las dictaduras militares.

3º. (1979-89) Comienza con la revolución sandinista y la ofensiva popular en El Salvador y Guatemala, y terminó con la derrota electoral de los sandinistas y los acuerdos de paz con el neoliberalismo.

4º. (1990) Este ciclo continúa en ascenso y se basa fundamentalmente en las luchas campesinas en Brasil, México, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia y en otros países. Muchos de los antiguos revolucionarios se han transformado en neoliberales y colaboradores del imperialismo. Algunos aún usan la retórica e incluso critican al neoliberalismo, pero forman alianzas electorales con los llamados "sectores modernizantes" de la burguesía. La cuarta ola de oposición revolucionaria es distinta de las del pasado, en el sentido de que la mayoría de los movimientos importantes se basa en organizaciones autónomas de campesinos.

Los líderes son líderes rurales, no intelectuales urbanos. Las organizaciones rechazan el papel de correas transmisoras para los partidos electorales o los comandantes guerrilleros. Son democráticas y no verticales. Su liderazgo es colectivo y no personalista. Algunos de los movimientos tienen relaciones fraternales con partidos electorales de la izquierda, pero su actividad principal se basa en la acción directa antes, durante y después de las elecciones. Algunos de los movimientos se vinculan con movimientos guerrilleros como las FARC-EP en Colombia o los zapatistas en México; otros dependen de la movilización política de masas, la solidaridad y la autodefensa. Mientras la mayoría de los movimientos dinámicos tienen una base rural fundamental entre los obreros sin tierras y los campesinos, buscan forjar coaliciones sociales y políticas con los movimientos urbanos y los sindicatos. Mientras la reforma agraria es una exigencia central, ellos tienen la visión de la transformación de las relaciones agrarias como parte de un cambio mayor en el sistema capitalista. Surge la pregunta: ¿por qué lo rural ha llegado a ser el centro de la movilización política? ¿Por qué la lucha agraria ha surgido con centro de la oposición al neoliberalismo, pese al declive relativo de la población rural? Básicamente, no hay una sola explicación. La estrategia de exportaciones ha diezmado a los pequeños productores; la promoción de la agroindustria ha aumentado la importancia del excedente de mano de obra en el campo; la crisis urbana ha cerrado las ciudades como válvula de escape. Mientras la economía campesina ha sido golpeada duramente, el campo sigue manteniendo fuertes lazos sociales: la familia, la comunidad, los lazos étnicos y religiosos, contribuyen a la solidaridad social. Así que la combinación de la extracción intensificada de riquezas y la solidaridad social, ha conducido a una mayor capacidad para la movilización social. En segundo lugar, ha surgido un liderazgo nuevo en el campo, que no ha sido corrompido por las estructuras burocráticas existentes y por la financiación del Estado. Ser un líder en el campo no es fuente de privilegios, es un oficio peligroso. Así que los individuos que buscan posiciones de liderazgo, lo hacen por intereses éticos y morales, además de los de clase. Estos líderes han jugado un papel importante en la construcción de movimientos desde abajo, basados en la participación de las masas. En tercer lugar, los movimientos rurales han sido creativos en combinar el marxismo, la religión y las creencias comunitarias y étnicas, en una ideología dinámica y ecléctica que es inclusiva y no exclusiva. Finalmente, los movimientos del campo han sido eficaces en movilizar las asociaciones religiosas, los sindicatos y el apoyo universitario sin perder su autonomía. En algunos casos, los nuevos revolucionarios rurales han establecido la hegemonía sobre los movimientos urbanos de masas: la reforma agraria es la exigencia central de una amplia alianza de movimientos rurales y urbanos.

Las alternativas sociales, culturales y políticas

Las alternativas surgen de las experiencias reales y del análisis de una realidad concreta. Las utopías son el opio de los intelectuales. Lo que es fundamental a cualquier alternativa es la cuestión del Estado. A pesar de lo que los neoliberales arguyen, el Estado es central a la promoción y defensa de las políticas neoliberales y a la perpetuación de las desigualdades. La cuestión básica es la relación entre los movimientos revolucionarios y el Estado. La tarea estratégica fundamental es establecer un Estado democrático y socialista, que responda a los movimientos populares democráticos. Esta meta estratégica, sin embargo, es el producto de una lucha prolongada y acompañada por luchas que dan soluciones de corto a mediano plazo a los problemas básicos que existen. Los revolucionarios tienen que centrar su esfuerzo, en ganar el control de los medios de producción, de comunicación y de distribución, a nivel local, regional y nacional. Los movimientos deben describir sus papeles en relación al sistema económico, como clases y no en términos de la distinción legal de ciudadanos en el sistema electoral. Son ciudadanos-campesinos, ciudadanos-obreros. En segundo lugar, los movimientos deben identificar las divisiones de clases y la explotación que definen la "sociedad civil" y rechazar la ideología que homogeniza todas las clases como miembros de la llamada sociedad civil. En breve, deberemos profundizar nuestra comprensión de clase, del Estado y de la sociedad. En tercer lugar, debemos comprender que las clases no son homogéneas, que son diferenciadas internamente, que debemos luchar por la igualdad de género, de raza y de etnia dentro de la clase y por las exigencias culturales de grupos étnicos específicos dentro de la clase. Ese reconocimiento, no obstante, debe tomar lugar dentro de la unidad de la clase, dentro del marco de la perspectiva de lucha de la clase. La integración entre las unidades económicas populares, atravesando las fronteras nacionales, es un imperativo creciente para enfrentar la "integración desde arriba". Las cooperativas rurales y los complejos industriales urbanos que vinculan la producción y el consumo, se deben desarrollar para apoyar la lucha política y para crear los mercados alternativos. Se deben crear nuevos modelos de empresas públicas que se controlen democráticamente, que sean innovadoras y abiertas a nuevas ideas y tecnologías. No podemos tumbar al neoliberalismo repitiendo los errores del pasado. A partir de los movimientos democráticos y autónomos, las nuevas alternativas deben vincular abiertamente sus luchas sectoriales a una visión nueva de la sociedad socialista democrática, en la cual la propiedad colectiva, sea un medio para procurar una mayor libertad individual, mayor ocio y atención a las demandas afectivas. La liberación cultural significa la creación de medios de comunicación alternativos, la promoción de escritores, poetas y músicos locales; significa luchar contra la saturación de mercancías culturales imperialistas, al crear actividades culturales significantes y divertidas. No hay fórmulas culturales prefabricadas, y cualquier intento de imponer la conformidad a un estilo, está destinado a fracasar. Las alternativas a nivel político, se basan en los micromodelos, en los movimientos, asambleas, en la consulta y en los líderes representativos. Las alternativas están presentes en las prácticas, y las prácticas tienen que ser teorizadas y proyectadas a nivel nacional. En el análisis final, el neoliberalismo condena a la gente a una vida vacía. La alternativa revolucionaria da sentido a la vida. Luchamos, luego, existimos. El neoliberalismo es un sistema moribundo, pero no caerá solo. La sociedad revolucionaria está luchando para nacer. Solamente la intervención popular directa, puede hacer que eso suceda.

EL MOVIMIENTO DE LOS SIN TIERRA*: “EL PROCESO GANA IMPULSO”

James Petras

En los últimos 30 años, los gobiernos brasileños -tanto militares como civiles-, han proclamado la necesidad de la "reforma agraria", pero se han resistido a la implementación de una política efectiva en ese sentido. El Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), que es la oficina gubernamental a cargo de la distribución de la tierra, ha seguido una política de asentamiento de familias sin tierra en campos de fronteras distantes, generalmente lejanos de los mercados, y en tierras yermas, infestadas de malaria. En sus 30 años de existencia, el INCRA ha instalado menos del 7% de las familias rurales sin tierra, 331.276 de los 4 millones de familias sin tierra existentes, y la mayoría de los asentamientos fueron iniciados por ocupaciones organizadas por el MST (el movimiento de los trabajadores sin tierra), que fueron luego legalizadas por el INCRA.

La mayoría de los recursos agrícolas, tanto federales como estatales, están destinados a promover los grandes negocios agrícolas y a subsidiar a los agricultores orientados a la exportación. La promoción y financiación de los grandes agroexportadores ha sido denominada "modernización agrícola" tanto por los militares como por el actual régimen de Cardoso. La "modernización" agrícola ha sido un componente clave de la estrategia neoliberal del régimen de Cardoso y condujo tanto al masivo desplazamiento de pequeños productores y trabajadores rurales del interior del país como al aumento creciente de la influencia del MST. Como resultado, el interior del país fue el sector más duramente golpeado de la economía y el centro de la oposición al régimen.

La reestructuración de la economía que llevó adelante Cardoso sólo se ha enfrentado con una oposición esporádica e inefectiva de los sindicatos urbanos (como la CUT) y de la oposición parlamentaria (Partido de los Trabajadores, Partido Comunista de Brasil, etc.) Por otro lado, en el interior del país tenían lugar grandes confrontaciones. Las luchas en gran escala han sido una realidad constante. La ofensiva política de Cardoso, caracterizada por la privatización masiva de lucrativas minas, telecomunicaciones, energía (y otras industrias clave), su desregulación de los mercados financieros, la liberalización del comercio y los flujos de capital, ha erosionado seriamente la base económica de los sectores populares y nacionalistas, compuestos por quienes producen para el mercado local y por los trabajadores industriales. La ofensiva urbana de Cardoso se apoya en una coalición de banqueros e industriales extranjeros y grandes empresarios agrícolas, terratenientes e intereses financieros e industriales. La conducción del MST percibió tempranamente las consecuencias negativas que tendrían las transformaciones previstas por Cardoso -en gran escala y a largo plazo- para los trabajadores rurales y urbanos, pequeños agricultores y productores orientados al mercado local.

La respuesta del MST a la ofensiva de Cardoso fue lanzar su propia ofensiva en el interior del país a principios de 1995. El MST organizó una campaña de ocupaciones de tierra en forma escalonada, que involucró a un número creciente de familias a lo largo de toda la administración de Cardoso.

La respuesta del régimen de Cardoso a la ofensiva del MST fue cambiando en las diferentes etapas. Al principio, la administración trató de ignorar al Movimiento minimizando su significado y etiquetándolo como "anacronismo histórico". Luego de una histórica movilización de 100.000 personas en Brasilia convocada por el MST en 1996, Cardoso cambió de táctica, abriendo negociaciones y tratando de cooptar al Movimiento a través del ofrecimiento de una cuota de asentamientos, a cambio de la desmovilización del Movimiento. Desmovilizando al MST, Cardoso esperaba conseguir ventajas para su estrategia política de crear un sector de alta tecnología agrícola para exportación, basado en complejos agroindustriales a gran escala, ligando a los terratenientes locales con el exterior, en especial con los exportadores agroindustriales norteamericanos.

El MST entró en negociaciones pero insistió en que bajo ninguna condición acordaría frenar las ocupaciones de tierras improductivas, ya que la mayoría de los casi 4 millones de familias de trabajadores sin tierras continuaría con sus necesidad mínimas sin cubrir, debido a las limitadas cuotas fijadas por el régimen de Cardoso. La ofensiva del MST tuvo un gran impulso en 1996, cuando se registró un gran número de ocupaciones de tierra. La estrategia de ocupación de tierras del Movimiento combinó tácticas legales y constitucionales con acciones extra parlamentarias y con un estilo de coalición política muy abarcativo, que aunó a organizaciones eclesiásticas, grupos de derechos humanos, sindicatos urbanos, partidos parlamentarios, grupos cívicos locales, y representantes municipales. El MST confiaba en las cláusulas constitucionales que promovían que el Estado expropiara tierras sin cultivar y las redistribuyera entre los trabajadores rurales, y financiara los nuevos asentamientos rurales. Dentro de este marco legal constitucional, el MST podía construir amplias coaliciones de apoyo a sus pacíficas y bien organizadas ocupaciones de tierras. Con apoyo mayoritario en la opinión pública de San Pablo, Río de Janeiro y otras importantes ciudades, el MST podía neutralizar la represión del gobierno central. Sin embargo, a nivel local y estatal, los gobernadores, funcionarios locales y terratenientes aliados de Cardoso organizaron violentas represiones y procesos judiciales para aplastar el creciente atractivo del MST. Los terratenientes organizados en la UDR (Unión Democrático Ruralista) lanzaron aprovechando su influencia entre los gobernadores estatales y los funcionarios locales, una violenta contraofensiva de derecha, con el apoyo político y de propaganda del régimen de Cardoso. Esto culminó en abril de 1996, con la infame Masacre de El dorado de Carajas (en el Estado de Para), donde la Policía Militar dirigida por el gobernador del Estado, masacró a 19 trabajadores sin tierra, para reprimir una marcha pacífica. En total, durante los primeros cuatro años del régimen de Cardoso fueron asesinados 163 trabajadores rurales.

La masacre de Eldorado, que tuvo como propósito intimidar al Movimiento, consiguió el efecto contrario: la opinión pública se volcó masivamente a favor del Movimiento de Trabajadores sin Tierra y el MST respondió lanzando una nueva ola de ocupaciones de tierra a través del país. El régimen de Cardoso, forzado a la defensiva y políticamente aislado, intentó sacar ventaja de las nuevas ocupaciones de tierras declarándose favorable a las mismas. Sin embargo esta estratagema falló, y se duplicó el número de familias asentadas. Mientras el gobierno tenía éxito en vender sectores estratégicos de la economía, desregulaba los mercados financieros y rebajaba las tarifas comerciales, el interior se agitaba cada vez más. La rebaja en las tarifas aduaneras significaba importaciones de comida barata; el desmantelamiento de subsidios estatales, el apoyo crediticio y la asistencia técnica debilitaba a los pequeños productores locales. En los primeros cuatro años del régimen de Cardoso, más de 400.000 pequeños productores terminaron en la bancarrota y fueron expulsados de la tierra o convertidos en trabajadores sin tierra o en empleados de las grandes empresas agroindustriales de exportación, que son el núcleo de la llamada "estrategia exportadora de modernización agrícola" de Cardoso.

En 1996, los pequeños agricultores siguiendo el ejemplo del MST, comenzaron a movilizarse y organizarse, en particular en el sur de Brasil. En 1997 surgió una nueva organización, el Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA). El MPA comenzó a imitar las tácticas de acción directa del MST, bloqueando rutas, ocupando oficinas gubernamentales, y participando en grandes demostraciones en las capitales estatales. En agosto de 1999 hubo una manifestación en Brasilia en la que participaron más de 15.000 pequeños, medianos y grandes productores fuertemente endeudados, demandando el perdón del 40 al 60% de sus deudas. Cardoso ofreció perdonarles del 10 al 20% de las dudas –en especial la de los grandes productores. Bajo presión, el régimen de Cardoso combinó concesiones al MPA -facilitando el crédito y ofreciéndoles un perdón parcial de las deudas- mientras que al mismo tiempo reducía las partidas presupuestarias federales para las producciones agrícolas familiares, para ajustarse a las metas fiscales del FMI-BM. Como resultado de esto, dos semanas después los productores, trabajadores rurales, sindicatos y partidos de izquierda organizaron una protesta masiva en Brasilia en la que participaron 100.000 personas, para denunciar el presupuesto de austeridad de Cardoso.

Enfrentado a la intransigencia estatal, el MST se volcó a la construcción de coaliciones político-sociales con movimientos urbanos e intelectuales, a través de una campaña política nacional: la Consulta Popular, un programa de desarrollo alternativo que combina programas industriales nacionalistas, proteccionistas y dirigistas con reforma agraria y participación de masas en el proceso político. El "nuevo giro" del MST -su intento de romper con un marco estrictamente "rural"- llevó a nuevas iniciativas urbanas, como la organización de residentes de las favelas en algunas de las ciudades más importantes, incluyendo San Pablo, Río, y otras. La organización urbana condujo, en algunos casos, a la ocupación de parcelas en las inmediaciones de las principales ciudades, como el asentamiento de Nuevo Canudos, a menos de una hora de San Pablo, que incluyó a trabajadores desocupados del gremio de la construcción y del metal. El régimen de Cardoso y el Gobernador del Estado enviaron a la Policía Militar para desalojar a los ocupadores ilegales urbanos, con el argumento de que la tierra de Nuevo Canudos era "cultivada". En realidad, estando a una hora de San Pablo, era tierra valiosa para la especulación inmobiliaria. La desesperada situación de los ocupantes de tierra urbanos los llevó a apropiarse de dos camiones que transportaban pasta y carne, y eso produjo una razzia policial en el asentamiento y el arresto de varios activistas.

A comienzos de 1999, el Gobierno Federal y sus aliados políticos en los gobiernos estatales decidieron abolir el mandato constitucional existente que financiaba las expropiaciones de tierra. El régimen de Cardoso introdujo un esquema del Banco Mundial para crear lo que bautizó como "reforma agraria de mercado". El Gobierno Federal desvió fondos del Instituto de Reforma Agraria (INCRA) al "Banco de la Tierra". El presupuesto general del INCRA fue reducido 53%, de 1.900 millones de reales a 1.000 millones; los fondos del INCRA para expropiaciones de tierras fueron reducidos de 600 millones de reales a 200 millones; se cerró la línea especial de créditos blandos del INCRA para nuevas cooperativas. Los drásticos cortes en el INCRA implicaban que los campesinos ocupantes de tierra no tendrían fondos para cultivar la tierra improductiva que ocupaban. En lugar de eso, el gobierno propuso comprar tierras a los terratenientes y vendérsela a agricultores individuales, que serían obligados a tomar créditos para financiar la producción. El resultado sería la creación de una clase de pequeños agricultores con pesadas deudas, que deberían enfrentar una competencia desigual con las importaciones baratas de alimentos. El resultado sería la casi segura bancarrota y la reventa de las tierras, que pasarían de manos de pequeños agricultores familiares a productores comerciales o a especuladores inmobiliarios.

La inviabilidad económica de la "reforma agraria de mercado" es evidente. En todo caso, el propósito del Gobierno Federal es político –eliminar la posibilidad de que las ocupaciones de tierra del MST conduzcan a la formación de cooperativas de producción exitosas (como lo han sido en la mayoría de los casos en todo el país). El segundo propósito de la estrategia de Cardoso es seducir a los trabajadores sin tierra con la oferta de asentamientos y de acceso al crédito, dividiendo con esto al movimiento y creando en su interior estratos de pequeños productores que apoyarían al régimen. Las primeras experiencias de la "reforma agraria de mercado" no son promisorias. Se han producido ya una serie de grandes demostraciones demandando el perdón de las deudas como producto de la devaluación masiva y la declinación de ingresos y demanda.

Los recortes de fondos que hizo Cardoso se evidencian en el creciente número de familias sin tierra que han ocupado tierras improductivas y cuyas demandas de expropiación no han sido atendidas. Durante los primeros cuatro meses de 1999, 22.000 familias organizadas por el MST y la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas (CONTAG) ocuparon más de 155 grandes fincas. A mediados de 1999 había más de 72.000 familias -más de 350.000 campesinos- "acampando" a la espera de una respuesta. Algunas familias vivieron en campamentos hasta cuatro años. Reteniendo los fondos federales, el régimen de Cardoso espera desalentar la ocupación de tierra y minar el apoyo al MST. La respuesta usual del gobierno a los trabajadores rurales y a los desempleados -que debían emigrar a las ciudades- suena a hueco, dado el 20% de tasa de desempleo en la mayoría de los grandes centros urbanos. La defensa que hace Cardoso de las elites rurales y su política negativa hacia los potencialmente productivos trabajadores rurales sin tierra ha aumentado la tensión en las ciudades, que concentran la nueva ola de productores rurales desplazados. Esta es otra razón de porqué el MST está cada vez más dedicado a la organización urbana.

En respuesta a los ataques del gobierno a la constitución nacional y al desmantelamiento efectivo de las instituciones de la reforma agraria y sus presupuestos, el MST se ha volcado a la esfera política. El pensamiento guía es que lo que los trabajadores sin tierra están ganando en términos de apoyo popular y ocupaciones de tierras, lo están perdiendo en términos de financiamiento del estado para nuevos asentamientos. La conducción nacional del MST está ampliado sus esfuerzos en dos direcciones: muestra una creciente tendencia a involucrarse directamente en la política electoral y aumenta sus esfuerzos para formar coaliciones políticas en el orden nacional para desafiar directamente al gobierno.

Mientras estos cambios estratégicos ocurren a nivel nacional, y el Gobierno Federal intensifica sus esfuerzos para quitarle la iniciativa política al Movimiento, en el nivel estatal y local los aliados de derecha de Cardoso agudizan sus ataques al MST. En los estados de Parana, Para, San Pablo, grupos de activistas del MST y trabajadores sin tierra han sido torturados, golpeados y encarcelados con falsos cargos. Por el contrario, militares de alto rango filmados mientras asesinaban a pacíficos manifestantes han sido exonerados, como fue el caso de los oficiales que ordenaron la masacre de El dorado de Carajas.

Los poderosos lazos entre los terratenientes y el sistema judicial están demostrados por el hecho de que, entre 1985 y 1999, con relación al asesinato de 1.158 activistas rurales, sólo 56 personas fueron llevadas a juicio y sólo 10 fueron condenadas. Al profundizarse la crisis económica en 1999 y aumentar el desempleo, la popularidad de Cardoso cayó estrepitosamente, y lo dejó en una situación de gran dependencia del FMI-BM y los inversores extranjeros.

La presión del FMI-BM para cortar los gastos públicos y reducir el déficit aumentó la polarización social y son pocos los sectores productivos de la economía nacional interesados en sostener al régimen. Enfrentado con el desmantelamiento del Instituto de la Reforma Agraria (INCRA), el MST trató de ampliar sus alianzas en el interior del país, trabajando con pequeños y medianos productores y sus organizaciones para luchar conjuntamente contra la política de precios y créditos del gobierno. El aumento de las acciones políticas y las alianzas sociales del MST corre paralelo a su constante política de acción directa.

Son varios los factores que pesan en la conformación de la nueva política del MST. Primero, la naturaleza muy politizada del sistema judicial, puesta en evidencia con las graves violaciones jurídicas que cometió el juez actuante en el juicio a los oficiales acusados de asesinar a 19 trabajadores sin tierra, en Para. Con independencia de las poderosas evidencias presentadas y de la declaración inicial de culpabilidad por parte del jurado, la intervención del juez, cuestionando la suficiencia de la prueba presentada y su rechazo al testimonio de testigos oculares, demostró que sin influencias políticas concretas era imposible asegurar la justicia en las cortes, contra los influyentes y organizados terratenientes.

El segundo factor que da forma al cambio político del MST es el desmantelamiento del Instituto de la Reforma Agraria y la eliminación práctica de los fondos para nuevos asentamientos. La estrategia de ocupaciones de tierra del MST dependía grandemente del reconocimiento legal que tenía el INCRA, la formalidad de las expropiaciones y los fondos para lanzar con éxito la producción en los asentamientos de tierra. Sin los fondos del INCRA, las ocupaciones de tierra organizadas por el MST se verían en severos aprietos financieros, en especial para asegurar la semilla, los fertilizantes, las herramientas agrícolas y los arreglos básicos para vivir. El régimen de Cardoso, cortando los recursos del INCRA y desviando recursos al Banco de la Tierra, ha cometido una violación clara de su mandato constitucional, estableciendo una nueva agenda política que no puede ser combatida por la acción directa –o por lo menos por acciones sociales a nivel local o estatal. Sólo la acción política directa dirigida a la conformación de un poder político nacional es capaz de restaurar los fondos para los asentamientos establecidos a través de la ocupación de tierras. Sólo las organizaciones políticas nacionales son capaces de contrarrestar la reforma agraria "privatizada" y al Banco de la Tierra promovido por el Banco Mundial e implementado por el régimen de Cardoso.

El tercer factor que incide en la nueva política de amplias alianzas sociales del MST, fue la profundización de la crisis económica y la extensión y radicalización de las demandas de sectores sociales que estaban antes paralizados o inmovilizados. Este es el caso de los pequeños y medianos agricultores, los sectores nacionalistas de la industria nacional, los cada vez más inquietos empleados públicos, y la creciente masa de desempleados del antiguo sector industrial privado. El lanzamiento de la Consulta Popular significa abrir una puerta a la "convergencia nacional" entre clases sociales geográfica y socialmente diferentes, dentro y fuera del sector agrícola.

El cuarto factor que influye en el cambio hacia coaliciones políticas nacionales son, precisamente, los devastadores efectos de la política agraria federal. La política de mercado libre, las importaciones baratas y la relativa declinación de los precios con relación al crédito y a los costos de los insumos condujo a un éxodo masivo del campo de casi 5.500.000 personas entre 1986-1996. El censo rural de 1986 estimaba la población rural en 23,4 millones de personas; en 1996 la población rural había caído a 18 millones.

La concentración de tierras, por un lado, y la falta de tierras en el interior de Brasil, por el otro, ha continuado acelerándose. En 1970, las fincas de más de 1.000 hectáreas representaban el 0,7 del total de las fincas existentes y sus dueños poseían el 40% de la tierra; en 1996, el 1% de los terratenientes que tenía fincas de más de 1000 hectáreas poseían el 45% de la tierra. Más de cuatro millones de trabajadores rurales no tienen tierra. La declinación de la población rural, y su fuga a la periferia de los pueblos y ciudades es un importante afluente potencial para los organizadores del MST, en particular aquellos que mantienen lazos rurales. El MST ha intentado organizar a desocupados rurales emigrados a las ciudades para llevar a cabo ocupaciones de tierra en los campos adyacentes, con resultados inciertos. Uno de los problemas más difíciles es que casi todas las tierras cercanas a la ciudad están por lo menos parcialmente cultivadas, un pretexto que el gobierno usa para desalojar violentamente a las familias que las ocupan. Dentro de los estrechos límites políticos con que se define la tierra no cultivable, el MST percibió la necesidad de involucrarse en política para ampliar su base para la expropiación de tierras.

Mientras el MST ha dado un cambio hacia una mayor participación en la política nacional y la creación de coaliciones en el ámbito nacional, continúa organizando la ocupación de fincas improductivas en el interior el país. En los primeros 6 meses de 1999, el MST organizó 147 ocupaciones con la participación de 23.000 familias, manteniendo la presión sobre el gobierno, en desafío a su "reforma agraria de mercado". El MST está siguiendo una estrategia a dos puntas: continúa la organización de las bases en el interior y sus alianzas políticas en el ámbito nacional. La clave del éxito de la alianza rural- urbana es la extensión y consolidación de un movimiento rural poderoso que sirva tanto como punto de apoyo del MST en sus negociaciones nacionales como de catalizador de los movimientos y partidos urbanos para profundizar su propia inserción en las organizaciones de base.

Las exitosas movilizaciones del MST y las transformaciones concretas de los trabajadores rurales demuestran que un movimiento democráticamente estructurado, bien organizado, políticamente consciente, puede desafiar con éxito la agenda neoliberal del Banco Mundial- FMI. El éxito de combinar tácticas legales y de acción directa en el contexto de la construcción de un apoyo público y establecer alianzas sociales con instituciones civiles ha permitido al MST convertirse en el foco central de oposición del régimen de Cardoso. La retirada de los partidos tradicionales de izquierda y los sindicatos no es el producto de los cambios estructurales de la economía sino el resultado de sus deficiencias políticas y organizativas.

Las "condiciones objetivas" en Brasil están maduras para una acción política de masas. Esto es más evidente en el interior del país, donde la disminución de ingresos, la liberalización de las políticas comerciales y las crecientes tasas de interés han devastado a los pequeños productores y forzado a los trabajadores rurales a abandonar el campo. El crecimiento del sector de trabajadores rurales sin tierra, la declinación de la agricultura de pequeños productores y la expansión de las grandes fincas constituyen un terreno propicio para que el MST expanda su influencia y aumente su atractivo. Sus bien organizadas y exitosas ocupaciones de tierras y la consecuente organización de cooperativas agrícolas viables y productivas atrajeron favorablemente la atención del público y eso se evidenció en las encuestas de opinión realizadas en grandes ciudades.

El fracaso del régimen de Cardoso en zanjar diferencias con el MST lo llevó inexorablemente a estrechar vínculos con los partidos de derecha y con las organizaciones de terratenientes. Su compromiso con la agenda neoliberal lo condujo a desmantelar el marco legal y político existente, que permitía una módica reforma del interior. La escalada de la contrareforma del régimen de Cardoso provocó a su vez un cambio radical en la estrategia del MST –de un movimiento social a un movimiento político social; de una organización del "sector rural", a una coalición que engloba importantes movimientos y partidos urbanos.

Como argumenta J. Yves Martin, la estrategia de comercialización de Cardoso está acompañada por la militarización del campo en una escalada mutuamente complementaria y altamente conflictiva de confrontación política. Esto fue representado gráficamente en las páginas del Finantial Times: por dos artículos que estaban en la misma página, uno al lado del otro. Uno se titulaba: "Brasil aligera los controles de capital para atraer inversiones extranjeras" el otro se titulaba: "Tres policías sobreseídos por asesinatos en Brasil". Las políticas de Cardoso de atraer al capital extranjero están estrechamente ligadas a su política de recortes fiscales y flexibilización laboral, que a su vez se conecta con mayor represión, que inevitablemente se conecta con mayor impunidad para los agentes de la represión. El "modernizador" Cardoso ha quedado profundamente atrapado en la red de políticas oligárquicas tradicionales: regalías al exterior, alianzas con terratenientes, políticas sociales regresivas y represión militar.

El debilitamiento y la declinación del régimen de Cardoso ofrecen grandes oportunidades al MST de capitalizar políticamente la nueva situación. El problema fundamental es la débil y fragmentaria naturaleza de los movimientos y partidos urbanos, por lo que se busca unificar fuerzas. Lo que está claro es que el MST ha reconocido los límites de la "política de movimiento" a niveles locales, aun cuando hasta ahora ha tenido un impresionante éxito. La cuestión es si tendrá éxito en organizar una fuerza política nacional en las aguas turbias del parlamentarismo urbano y la política de clientelismo sindical.

James Petras enseña sociología en SUNY, Binghamton y es especialista en América Latina.

EL NUEVO CAMPESINO REVOLUCIONARIO*: “EL CRECIMIENTO, LIDERADO POR EL CAMPESINADO, DE LA OPOSICIÓN AL NEOLIBERALISMO”

James Petras

 

Fui invitado a dar unas de las charlas inaugurales en el Segundo Congreso del CLOC (Congreso Latinoamericano de Organizaciones del Campo) que se celebró en Brasil del 3 al 7 de Noviembre del año 1997.  Había aproximadamente 350 delegados de prácticamente todos los países latinoamericanos (solo estaban ausentes Uruguay y El Salvador). El Congreso marcó un punto de inflexión en la política revolucionaria latinoamericana al destacar el resurgimiento y el dinámico crecimiento de movimientos independientes, de base popular, dedicados a derrocar los regímenes neo-liberales y crear una alternativa humana e igualitaria.

El crecimiento de la masiva oposición, liderada por el campesinado, al neo-liberalismo es desigual. En algunos países, como Brasil, donde el Movimiento de los Campesinos Sin Tierra (MST) representa a centenares de miles de granjeros, el movimiento rural proporciona liderazgo a la lucha nacional. En otros países, por ejemplo Chile, los movimientos formados por granjeros aún no se han recuperado de la salvaje represión del régimen de Pinochet y es una fuerza marginal incluso a niveles locales. Uno de los factores clave que explica la creciente influencia de los movimientos campesinos es su autonomía e independencia de los partidos políticos y de los “comandantes” de la guerrilla allí donde solo son meras “correas de transmisión” de la política.

El segundo factor es que abarcan una agenda socio-política nacional. En las discusiones con muchos de los líderes campesinos en la conferencia de la CLOC (como también en otros encuentros en los cinco años anteriores) la cuestión fundamental fue la “auto-determinación”, la idea que los granjeros solo pueden liberarse a través de sus propias organizaciones. La FENOC en Ecuador, el MST en Brasil y la Federación Campesina paraguaya, que han jugado, las tres, un papel preponderante en la formulación del debate nacional sobre la reforma agraria, emergieron de la organización campesina de base, desarrollaron sus propias estructuras y líderes, y no debían nada a ningún partido.

Por contra, las organizaciones rurales chilenas están ligadas, mayoritariamente, a las élites de los partidos políticos (Socialistas y Cristianodemócratas) los cuales forman parte de la coalición de gobierno que implementa una agenda neo-liberal. Estas organizaciones tienen poca capacidad para organizarse y  dependen del Estado para obtener unos escasos subsidios.

La influencia y poder de los movimientos rurales es evidente:

En Ecuador los movimientos campesino e indígena fueron la punta de lanza de la movilización que forzó la dimisión del presidente Bucaram, acusado de corrupción y de tratar de imponer al pueblo una agenda de libre mercado según las directrices del FMI.

En Brasil, el MST ha instalado a cerca de 150000 familias, lo que representa casi un millón de personas, sobre tierras sin cultivar a través de la acción directa –esto es, las movilizaciones de ocupación de tierras. Con sus acciones en 21 estados, el MST ha llevado la reforma agraria  al centro del debate político. Un indicador de su éxito lo encontramos en recientes encuestas realizadas en Sao Paulo (la ciudad más grande de Brasil), las cuales indican que cerca del 75 por ciento de la población apoya una distribución de tierras que favorezca a los campesinos sin tierra.

En Bolivia, los campesinos, particularmente los cultivadores de coca, antiguos mineros del estaño, han liderado la lucha en defensa de la soberanía nacional y recientemente sus candidatos han arrasado en las elecciones en el área de Cochabamba.

En Colombia, el ejército guerrillero de base rural, el ejército popular de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC), ha extendido su influencia a casi la mitad de los municipios rurales del país. Aunque, estrictamente hablando, no se trata de un movimiento rural ya que casi un tercio de sus reclutas proceden de áreas urbanas, muchas de sus demandas programáticas se centran en temas rurales: reforma agraria, derechos humanos en el campo, sindicación de los granjeros, etc. Con cerca de 15000 combatientes, en su mayoría campesinos, es, probablemente, el ejército guerrillero más potente en el Tercer Mundo en la actualidad y cada vez gana más fuerza. Es indicativo el hecho que el Departamento de Defensa de los EEUU. haya abandonado la ficción que su multimillonario programa de ayudas militares está dirigido a la lucha contra el narcotráfico. Los EEUU. han confirmado públicamente que los envíos de armamento son para reprimir la insurgencia campesina.

En Paraguay, solo la masiva movilización de campesinos y estudiantes bloqueó un temido golpe militar. La caída en picado de los precios del algodón ha puesto a centenares de miles de campesinos al borde de la bancarrota. Las políticas de libre comercio y de promoción estatal de los grandes exportadores agrarios están perjudicando seriamente a los pequeños productores locales, incitando un ciclo de ocupaciones de tierra por parte de los campesinos y violentos desalojos militares.

En México, el movimiento zapatista (EZLN) ha reabierto la cuestión de los derechos de los indígenas, la reforma agraria, y de manera más profunda el rechazo al paquete completo de políticas de mercado libre promocionadas por Clinton y Zedillo, reforzadas a raíz de la firma del NAFTA [Acuerdo NorteAmericano de Libre Comercio]. Sin la sublevación zapatista de 1994, la firma y posterior implementación del NAFTA habría pasado como un evento ceremonial de las élites. Desde que empezó la implementación de los acuerdos NAFTA, cerca de un millón de campesinos se han arruinado y decenas de millones de asalariados han visto reducidos a la mitad sus ingresos. Las demandas y la crítica del EZLN resuenan por todo el país.

EL NUEVO CAMPESINADO

Los movimientos campesinos contemporáneos no son comparables a los del pasado, y tampoco encajan con el estereotipo de campesinos analfabetos, locales y tradicionales luchando con la consigna “la tierra para el que la trabaja”. Muchos de los delegados campesinos e indígenas en el congreso de la CLOC eran personas instruidas (ya sea autodidactas o con al menos seis años de escolarización formal) y tenían conocimientos de asuntos nacionales e internacionales. Los nuevos movimientos rurales tienen una agenda nacional: no solo se preocupan de las cuestiones rurales. Más específicamente, saben que las políticas de redistribución de tierras solo tendrán éxito con créditos, asistencia técnica, y mercados protegidos. Reconocen que la alianza política con clases y organizaciones urbanas es necesaria para transformar el régimen. No son simplemente “organizaciones económicas”. Son movimientos socio-políticos, que combaten las políticas privatizadoras de libre mercado, desreguladoras,  y promotoras de la exportación. Los movimientos rurales han formado alianzas políticas con sindicatos y han contribuido a la organización de los habitantes de los barrios pobres de las ciudades. Las huelgas generales que sacudieron Ecuador en Febrero del 1997, Brasil en Junio del 1996, Bolivia en Diciembre del 1996, por ejemplo, se basaban en alianzas entre sindicatos y campesinos indígenas.

En la conferencia de la CLOC la mayoría de los delegados estaban entre los 20 y los 30 años. Se presentaban al congreso dejando moméntaneamente sus luchas regionales y nacionales. La histórica primera Asamblea Latinoamericana de Mujeres del Campo se celebró antes que la conferencia de la CLOC y tuvo una asistencia de cerca de 100 delegadas. Sobre un 40 por ciento de los delegados en el encuentro de la CLOC eran campesinas, la mayoría sobre 20 y 30 y pocos años. Este fue un cambio extraordinario: en el congreso anterior de la CLOC celebrado tres años antes menos del 10 por ciento de los delegados eran mujeres.

Afortunadamente, los delegados más jóvenes no han conocido las guerras sectarias de los 60 y los 70 en el seno de la izquierda. Su apoyo a la Revolución Cubana se fundamentaba en su resistencia a la intervención estadounidense y a su reforma agraria progresista. Pocos, si es que hay alguno, adquirió de Fidel Castro sus “normas doctrinales”. “Incorporaron” al Che Guevara o Fidel Castro a causas sociales y nacionales particulares. Así el delegado de los cultivadores de coca mencionó el antiimperialismo del Che cuando habló de la lucha contra las políticas de erradicación de cultivos promovidas por la DEA estadounidense. Se citó a Fidel Castro como precursor de la lucha de los campesinos brasileños en la ocupación de tierras y la resistencia al desalojo. Así pues, no hay ni repudio ni entronización de revolucionarios del pasado.

El crecimiento de los nuevos movimientos campesinos afronta retos importantes, planteados tanto en las sesiones formales como en las discusiones informales. Por ejemplo, uno de los “slogans” de la conferencia fue “reforma agraria, anti-imperialismo,  y socialismo”, aunque los representantes de la organización guatemalteca (CONIC) me dijeron que era imposible plantear ninguna de esas cuestiones  en Guatemala. “El terror masivo y las continuas operaciones de los escuadrones de la muerte paramilitares siguen pesando mucho en el mundo rural”. Los acuerdos de paz firmados por los comandantes de las guerrillas dejó a los generales genocidas inmunes ante cualquier persecución. El sistema político emergente aún está ligado a las instituciones violentas del Estado (ejército, magistratura y policía secreta), a las cuales solo se les ha lavado la imagen, dándoles otro nombre y reorganizando su personal.

“La principal prioridad es crear una organización que haga de paraguas a la docena de movimientos campesinos surgidos en los últimos años. Tenemos que moderar nuestra actividad para no poner en peligro el precario y muy limitado espacio político que ocupamos”, comentó un líder rural. Los fondos para cuestiones rurales de la ayuda estadounidense se han usado para crear organizaciones rivales de los movimientos campesinos militantes y para animar a las agrupaciones a pensar en términos de  “proyectos” y no en la  reforma agraria.

CULTURA Y REVOLUCIÓN

Las cuestiones culturales, particularmente las demandas de una autonomía territorial por parte de los indígenas, reconocimiento de sus religiones, lenguas y sus economías de base comunitaria fueron cuestiones centrales planteadas, especialmente, por las delegaciones ecuatoriana, boliviana y guatemalteca. Una líder campesina boliviana habló de la naturaleza religiosa y sagrada de la producción de la coca, en la cual ella se involucró para ayudar a su familia. Los guatemaltecos se hicieron eco de una preocupación común de todas las delegaciones campesinas indígenas acerca de un mayor derecho al auto-gobierno.

Lo que sí quedo claro, sin embargo, en el curso de las discusiones, fue las profundas diferencias entre estos militantes y las figuras públicas que los grandes medios occidentales presentan como “portavoces de los indígenas”. Por ejemplo, los bolivianos hablaron despectivamente de su “vice-presidente de habla quechua”, el cual se llena la boca con los indígenas y trabaja para los extranjeros ricos. Los guatemaltecos fueron muy críticos con Rigoberta Menchú por desligar su abrazo a los simbólicos cambios culturales “Mayas” de las grandes cuestiones político-económicas y de derechos humanos. Y los líderes ecuatorianos de la FONIC-I criticaron a dos líderes indígenas del movimiento paraguas CONAI que cedieron para formar parte del régimen corrupto y partidario del libre mercado de Bucaram. Los líderes de los movimientos indígenas presentes en el congreso de la CLOC no eran víctimas de la política de la “identidad cultural” diseñada para dividir y comprar a los líderes locales con la idea de subvertir las demandas de los movimientos sobre el derecho a las tierras.

Los nuevos movimientos han sido profundamente influenciados por las doctrinas sociales de la Iglesia. En una de las sesiones plenarias, Fray Beto, el teólogo católico brasileño, preguntó cuántos de los delegados habían sido influenciados por las enseñanzas religiosas: sobre un 90 por ciento de los delegados levantaron la mano. La religiosidad popular, fusión de las lecciones bíblicas y de los valores religiosos, ha tenido un efecto directo estimulando a la nueva generación de líderes rurales, junto con el marxismo, los valores comunitarios tradicionales y las modernas ideas feministas y nacionalistas. La disciplina organizativa, integridad personal, y el compromiso moral que infunde gran parte del movimiento proviene de su anterior substrato religioso, aunque la mayoría de los militantes se encuentran muy lejos de la conservadora jerarquía de la Iglesia y del Vaticano.

El éxito de la Asamblea Latinoamericana de Mujeres Campesinas se manifestó en la respuesta abrumadoramente favorable a sus propuestas por una presencia equitativa en todos los niveles de la organización campesina (de la internacional a la local) y en todas las instancias del proceso de reforma agraria (desde los títulos de propiedad sobre las tierras al liderazgo de cooperativas). Las energías y el entusiasmo desatado proporcionaron una vitalidad adicional a las propuestas para una acción coordinada continental acerca de las demandas rurales.

La nueva militancia de mujeres campesinas se manifestó con otros ejemplos. Una delegada del movimiento campesino de la Cochabamba describió la lucha de los cultivadores de coca contra la campaña de erradicación dirigida por los EEUU. “Este año ya han asesinado a varios de nuestros miembros y a uno de nuestros líderes. Hemos resistido y continuaremos resistiendo. Estoy ayudando a mi anciana madre y a mi único hijo en mis cuatro acres. Negociamos con el gobierno un pacto a cambio de la erradicación de 7000 acres dedicadas a la producción de la coca y el gobierno prometió financiar actividad económica alternativa, incluyendo una fábrica para emplear a los granjeros desplazados. Hemos reducido en 3000 acres la zona de producción de coca pero aún ni siquiera se ha comenzado a construir la fábrica. Nos la han jugado otra vez. Ahora nos amenazan con enviar a los militares a masacrarnos y erradicar los cultivos de todas nuestras tierras sagradas, dejándonos en la miseria. Quiero aprender a usar un arma. Porque quiero ser capaz de formar parte de la resistencia armada cuando llegue la invasión del ejército”.

MILITARIZACIÓN Y REPRESIÓN ESTATAL

Los regímenes neo-liberales y los que les apoyan en Washington han respondido a los crecientes movimientos rurales militarizando el campo: hay 40000 soldados en Chiapas, México, además de los, al menos 5, nuevos grupos paramilitares desde 1995. En Colombia, el ejército ha armado decenas de grupos paramilitares, aterrorizando y desplazando varios centenares de miles de campesinos a los que se ve como potenciales o reales simpatizantes de las FARC. En Perú, el ejército, con el apoyo de los EE.UU., ocupa tres cuartas partes del campo y el presidente Fujimori celebra sus conferencias de prensa y sus reuniones de altos vuelos en los cuarteles. En Bolivia, los militares, secundados por consejeros de la DEA estadounidense, han masacrado a los cultivadores de coca y están saturando la región para un gran asalto sobre un territorio en el cual hay unas 40000 familias cuyo único medio de vida es el cultivo de la hoja de coca.

Es transparente la responsabilidad de Washington en la militarización de las zonas rurales latinoamericanas, con el consiguiente crecimiento de la violencia. La apuesta de Clinton por los mercados perjudica a los productores rurales locales que se ven arruinados por las baratas importaciones de cereal y grano estadounidenses. La financiación por parte de la Casa Blanca de las estrategias en pro de grandes negocios agrarios dedicados a la exportación está convirtiendo el campo en una enorme plantación desplazando campesinos y granjeros indígenas comunales. Aquellos que no son desplazados por el mercado, aquellos que deciden quedarse y organizarse o dedicarse a cultivos alternativos que son comercializables, son expulsados por fuerzas militares y paramilitares entrenadas por los EEUU. Si algo está claro en Latinoamérica es que los activistas rurales se han dado cuenta de la complicidad de la administración Clinton con algunas de las políticas económicas más perniciosas que han experimentado. Con la subvención por parte de Washington de la creciente militarización del continente, Clinton puede superar el sangriento record de Reagan de 275000 muertos centroamericanos en los años 80.

Pero los nuevos movimientos campesinos han crecido, a pesar de la represión de los nuevos regímenes civiles. En Santa Carmen hubo una ocupación de tierras en la cual los campesinos estaban aclarando el terreno con sus machetes y se alimentaban en una cocina comunitaria. En agosto del año 1996, el ejército ocupó el territorio y mató a tres campesinos, destruyó sus casas y sus cosechas, y echó a decenas de familias del territorio. Varios meses después los campesinos re-ocuparon las tierras y organizaron una conferencia nacional a la que asistieron un millar de personas que incluían a estudiantes, profesionales, hombre de negocios progresistas y campesinos procedentes de todo el país. Formaron un comité de coordinación nacional para la reforma agraria.

Del mismo modo, en Brasil, en Para, 18 campesinos sin tierra que bloqueaban pacíficamente autopistas fueron masacrados por la policía militar por orden del gobernador. Un fotógrafo grabó en vídeo los hechos. Inmediatamente se produjo una protesta nacional. Manifestaciones masivas tuvieron lugar en Sao Paulo, Rio, y en otras ciudades. Las encuestas de opinión mostraron un apoyo abrumador al MST. El MST organizó una marcha sobre la capital y a ella se le unieron unas 100000 personas, incluyendo sindicalistas y habitantes de los barrios pobres. El presidente Cardoso, quien denunció el MST como un “movimiento anacrónico” luchando por batallas anticuadas (como la reforma agraria), encaró las masivas protestas, e invitó a uno de los líderes al Palacio Presidencial para discutir la mejor manera de implementar las reformas. La mesa nacional formada por 15 miembros apareció en público para demostrar que no había un solo líder y rechazó la oferta de Cardoso de firmar un acuerdo que suspendiese las ocupaciones de tierras a cambio de asentar 49000 familias acampadas en tierras en litigio. Como dijo después Joao Pedro Stedil, un líder del MST,  “es necesario negociar pero nunca al precio de desmobilizar al movimiento. Si así lo hiciéramos, no habría nada que negociar en el futuro.”

Pero no todos los movimientos campesinos se encuentran en situación de responder a la represión de los escuadrones de la muerte. Un líder campesino de Colombia habló, en el congreso, del exterminio sistemático de activistas campesinos y de sus familias por parte de grupos paramilitares que sospechan  que cualquier partidario de la reforma agraria o de los que abogan por los derechos humanos es un simpatizante de la guerrilla disfrazado porque las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) también apoyan esas demandas.

En Perú, la Confederación Campesina de Perú (CCP) se encuentra en el proceso de reagrupar sus fuerzas, diezmadas por los asesinatos del régimen de Fujimori, de Sendero Luminoso, la fanática secta maoísta, y las divisiones provocadas por los partidos políticos que buscan sacar provecho de sus miembros. En algunas regiones la CCP ha organizado “rondas campesinas” [nota: en español en el original], grupos de auto-defensa campesinos para resistir a las fuerzas paramilitares y las “acciones ejemplarizantes” de los sectarios de Sendero. López y otros campesinos son críticos con las trayectorias de anteriores líderes de su movimiento que ganaron un sillón en las elecciones. “Cuanto más cerca del parlamento, más lejos del pueblo”.

ONG

Las ONG crean muchos problemas a las luchas de los campesinos: existe mucho financiamiento exterior ligado a practicar políticas compatibles con el libre mercado; centrarse en proyectos locales más que en cambios estructurales (léase reforma agraria); el énfasis en las estrategias de auto-explotación y auto-ayuda en lugar de salud pública universal, educación y promoción de la vivienda. Los activistas y los líderes campesinos han descrito como las ONG competían con los líderes rurales, dividiendo a las comunidades, y  se ganaban a los activistas con sus fondos. Una activista brasileña habló de los esfuerzos de las mujeres del MST para formular una estrategia común en el Encuentro Latinoamericano de Mujeres Campesinas. “Propusimos una estrategia unitaria sobre reforma agraria, un papel activo en el liderazgo en la lucha relacionada con la ocupación de tierras y una estrategia de confrontación con el rol represivo del estado. En el encuentro no se consiguió alcanzar un acuerdo”, dijo, “a causa del comportamiento manipulador de las mujeres profesionales de las ONG, que querían controlar la agenda y limitarla exclusivamente a la cooperación internacional y constreñir la lucha a cuestiones feministas exclusivamente lo que significa no apoyar la reforma agraria, ni el anti-imperialismo ni el anti-neoliberalismo”.

Continuó describiendo a las feministas profesionales de las ONG como “autoritarias y con mentalidad colonialista; no tienen a nadie detrás excepto sus ricos financiadores extranjeros”. Un líder campesino ecuatoriano comentó “Yo no tengo ninguna objeción a la financiación de nuestro movimiento por la reforma agraria por parte de ONG extranjeras si eso es lo que quieren hacer. Pero es ofensivo que impongan sus prioridades y financien a profesionales de nuestro país para que vengan y socaven nuestra lucha”. Los campesinos han aprendido del pasado que incluso profesionales progresistas bienintencionados han usado su apoyo a los campesinos para cimentar una carrera profesional lucrativa en la política como expertos o asesores en materia exterior. Eso no quiere decir que los campesinos den la espalda a los intelectuales o profesionales. La principal diferencia es que quieren que los intelectuales sean un recurso añadido para los movimientos, en vez que los movimientos sirvan de trampolín a los profesionales e intelectuales para obtener becas del extranjero.

ALIANZAS URBANO-RURALES

El aspecto más prometedor de los nuevos movimientos rurales es la comprensión que han alcanzado sobre los límites de los “movimientos campesinos” estrictamente confinados a las cuestiones del campo. Todos los grandes movimientos campesinos están haciendo un esfuerzo concertado para construir una base urbana de apoyo y para coordinar las luchas rurales y las urbanas. En Ecuador, la FENOC está envuelta en la lucha para elegir una asamblea constitucional, reflejando los intereses de los pobres del campo y de la ciudad. La Federación Campesina paraguaya ha formado un Fórum Sobre la Reforma Agraria que incluye estudiantes, profesionales, y gente de negocios. Han extendido sus horizontes políticos para oponerse al capitalismo de libre mercado y a la élite narco-capitalista. En Bolivia, los cultivadores de coca han formado un nuevo partido político, la Alianza para la Soberanía del Pueblo. La Alianza consiguió la victoria barriendo en todas las regiones dedicadas al cultivo de la coca, alcanzando alrededor de un 60 por ciento de los votos y eligiendo a Evo Morales como representante en el Congreso.

En Brasil, el MST ha comenzado un esfuerzo sistemático de cara a organizar las inmensas favelas, los grandes asentamientos marginales que circundan Sao Paulo, Rio, y otras grandes ciudades. Han encontrado mucha receptividad entre los favelados, principalmente a causa de sus exitosas luchas rurales y del hecho que muchos de los favelados son emigrantes recientes del campo. El MST no solo se centra en demandas inmediatas de títulos de propiedad de tierras e infraestructura (luces, agua, carreteras pavimentadas, transporte público, etc.), sino también en la educación política en escuelas que formen para el liderazgo político y el desarrollo de una perspectiva anti-capitalista basada en la comprensión de la naturaleza explotadora del capital, sea de bienes raíces o financiero. Tienen la esperanza de evitar el patrón previo según el cual los líderes que encabezaron una lucha valiente y fueron elegidos para el Ayuntamiento seguidamente se dedicaron a construir máquinas electorales basadas en políticas clientelistas.

El MST ve a su proyecto para la organización urbana como parte de la lucha política nacional. Con ese fin, han formulado un programa llamado “Proyecto Brasil” que se basa en la inversión de las más importantes contra-reformas del mercado libre: renacionalización de las industrias básicas (petróleo, telecomunicaciones, etc.), la socialización de los centros estratégicos de la economía (bancos, comercio exterior) y una reforma agraria integral, que limite las exportaciones baratas y promocione enlaces entre cooperativas y plantas industriales de procesado de alimentos.

Ganarse a las ciudades no es un camino fácil. Hay obstáculos: la clase media urbana e incluso los sindicatos aún tienen una visión condescendiente para con el campesinado. Hoy en día son los trabajadores rurales quienes están desafiando la creencia tradicional que los líderes de la clase trabajadora urbana son la vanguardia designada para el cambio histórico. Los líderes campesinos actuales están buscando una alianza con los trabajadores de la ciudad, como también con los habitantes de las enormes bolsas de pobreza urbanas para fijar un programa común en el cual las cuestiones agrarias ocupen un lugar central. El internacionalismo de viejo estilo ligado a una patria socialista ha sido reemplazado por un nuevo internacionalismo voluntario, descentralizado y consultivo en el cual florecen culturas diversas y luchas comunes se forjan no a través de líderes carismáticos sino por el constante trabajo de organización y el heroísmo diario, con campesinas y campesinos viajando día y noche a los pueblos de Guatemala, a los altiplanos de Ecuador y a las enormes extensiones de Brasil, enseñando, aprendiendo y creando una nueva política revolucionaria de liberación social y realización espiritual.

El postmarxismo rampante: Una crítica a los intelectuales y a las ONG

James Petras

El postmarxismo se convirtió en una posición intelectual de moda con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la clase trabajadora. El espacio que dejó vacante la izquierda reformista ha sido ocupado en parte por políticos e ideólogos capitalistas, tecnócratas e iglesias tradicionales y fundamentalistas.

En el pasado, este espacio lo ocupaban políticos socialistas, nacionalistas, populistas y activistas religiosos asociados con la teología de la liberación. El centroizquierda era muy influyente con los regímenes políticos (en su cúpula) o con las clases populares menos politizadas (en sus regímenes inferiores).

Alentadas y, en muchos casos, subsidiadas por las principales instituciones financieras y agencias gubernamentales promotoras del neoliberalismo, ha surgido un número masivo de organizaciones sociales cuya ideología, vínculos y prácticas están compitiendo directamente y en conflicto con la teoría y práctica marxista. Estas organizaciones, que en su mayoría se autodescriben como no gubernamentales o centros independientes de investigación, se muestran activas en proponer ideologías y prácticas políticas compatibles y complementarias con la agenda neoliberal de sus patrocinadores financieros.

Componentes

Los proponentes intelectuales del marxismo son, en la mayoría de los casos, ex-marxistas cuyo punto de partida es una crítica al marxismo e intenta proveer una teoría alternativa o al menos una línea aceptable de análisis. Es posible, más o menos, sintetizar los diez argumentos básicos del discurso postmarxista:

1. El socialismo fue un fracaso y todas las teorías generales de sociedades están condenadas a repetir ese proceso. Las ideologías son falsas (salvo el postmarxismo), porque reflejan un pensamiento dominado por un solo sistema cultural de raza/género.

2. El énfasis marxista sobre las clases sociales es reduccionista, porque las clases se están disolviendo. Los principales puntos políticos de partida son culturales y están arraigados en diversas identidades (raza, género, etnicidad, preferencia sexual).

3. El Estado es el enemigo de la democracia y la libertad, y un proveedor ineficaz de bienestar social. En su lugar, la sociedad civil es el protagonista de la democracia y la mejoría social.

4. La planificación central crea la burocracia, un producto que también entorpece el intercambio de bienes entre productores. Los mercados, quizá con regulaciones limitadas, permiten un mayor consumo y una distribución más eficaz.

5. La lucha tradicional de la izquierda por el poder del Estado es corruptora y conduce a regímenes autoritarios, los cuales proceden a subordinar a su control a la sociedad civil. Las luchas de asuntos sociales por parte de las organizaciones también locales son la única forma democrática de cambio, junto con la petición/presión sobre autoridades nacionales e internacionales.

6. Las revoluciones siempre terminan mal o son imposibles: las transformaciones sociales amenazan provocar reacciones autoritarias. La alternativa es luchar por transiciones democráticas y consolidarlas para salvaguardar el proceso electoral.

7. La solidaridad de clases es parte de ideologías pasadas, y refleja políticas y realidades anteriores. Las clases ya no existen. Hay comunidades fragmentadas en las que grupos específicos (identidades) participan de labores y relaciones recíprocas para la supervivencia basadas en cooperación con partidarios externos. La solidaridad es un fenómeno que trasciende las clases, un gesto humanitario.

8. La lucha de clases y el enfrentamiento no producen resultados tangibles; provocan derrotas y no resuelven problemas inmediatos. La cooperación gubernamental e internacional respecto de proyectos específicos si genera incrementos en la producción y el desarrollo.

9. El antiimperialismo es otra expresión del pasado. En la economía globalizada no hay posibilidades de enfrentar los centros económicos. El mundo es cada día más interdependiente y hay una necesidad de mayor cooperación internacional en la transferencia de capital, tecnología y conocimientos de los países ricos hacia los países pobres.

10. Los líderes de las organizaciones populares no deben estar orientados exclusivamente para organizar a los pobres y compartir sus condiciones. La movilización interna debe basarse en fondos externos. Los profesionales deben diseñar programas y asegurar el financiamiento externo para organizar a grupos locales. Sin ayuda externa, los grupos locales y las carreras profesionales se desplomarían.

Crítica a la ideología

Los postmarxistas tienen un análisis crítico de la estrategia de desarrollo del mundo: en una palabra, es la misma ideología general que ellos condenan al discutir acerca del marxismo. Además, se trata de una ideología que no identifica la crisis del capitalismo (estancamiento prolongado, pánicos financieros periódicos, etc.) y las contradicciones (desigualdad y polarización social) en escala nacional e internacional que inciden en los problemas sociales.

Los orígenes del neoliberalismo son producto del conflicto de clases. Sectores específicos del capital aliados con el Estado y el imperio derrotaron a las clases populares e impusieron el modelo. Los orígenes sociológicos del postmarxismo están incrustados en el cambio de poder político que escapó de la clase trabajadora para desplazarse hacia el capital exportador.

¿Qué quiere decirse con "el fracaso del socialismo"? ¿El fracaso de la URSS, de los regímenes de Europa Oriental? Qué es lo que ha fracasado: ¿el sistema político, el sistema socioeconómico? Los resultados recientes de elecciones en Rusia, Polonia, Hungría y muchas de las ex repúblicas soviéticas sugieren que una mayoría de votantes prefieren un retorno a aspectos de política económica de bienestar social y prácticas económicas del pasado. Si la opinión popular en las naciones ex-comunistas es un indicador de "fracaso", los resultados no son definitivos.

Si por "fracaso del socialismo" los postmarxistas entienden la declinación en el poder de la izquierda, debemos insistir en una distinción entre "fracaso" pro ineficacia interna de las prácticas socialistas, y derrotas político-militares por parte de agresores externos. Nadie diría que la destrucción de Hitler por las democracias europeas fue un "fracaso de la democracia". Regímenes capitalistas-terroristas-intervenciones de Estados Unidos en Chile, Argentina, Bolivia, Uruguay, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Angola, Mozambique y Afganistán desempeñaron un papel importante en la declinación de la izquierda revolucionaria. Las derrotas militares no son fracasos del sistema económico, y no reflejan la eficacia de las experiencias socialistas.

Cuando analizamos los desempeños internos durante el periodo socialista relativamente estable o de gobierno popular, los resultados son, según múltiples indicadores, mucho más favorable que lo que llegó después: participación popular, salud, educación y crecimiento igualitario bajo Allende se comparan muy favorablemente con lo que ocurrió posteriormente bajo Pinochet. Los mismos indicadores bajo los sandinistas se comparan favorablemente con el régimen de Chamorro en Nicaragua. El gobierno de reformas agrarias y políticas de derechos humanos de Arbenz se compara favorablemente con la política del gobierno instalado por la CIA, que se caracterizó por la concentración de tierras y ciento cincuenta mil asesinatos.

Si bien es cierto que los neoliberales hoy gobiernan y los exmarxistas están alejados del poder, difícilmente puede encontrarse un país en el Hemisferio Occidental donde los movimientos de masas influidos por socialistas o marxistas no estén encabezando manifestaciones importantes y desafiando a los políticos y regímenes neoliberales. En Paraguay, Uruguay y Bolivia, huelgas generales exitosas; en México, movimientos importantes de campesinos y guerrilleros indígenas; en Brasil, el movimiento de trabajadores carentes de tierra reflejan, en todo caso, influencia marxista.

El socialismo fuera del bloque comunista fue esencialmente una fuerza democrática popular, que obtuvo un gran apoyo porque representaba a los intereses populares libremente decididos. Los postmarxistas confunden el comunismo soviético con los movimientos socialistas democráticos populares en América Latina. En este sentido, la perspectiva postmarxista de "el fin de las ideologías" no sólo es inconsciente con sus propios pronunciamientos ideológicos, sino también con la continuación del debate ideológico entre marxistas pasados y presentes, y los debates y enfrentamientos con el neoliberalismo y su hijo postmarxista.

La disolución de clases y el surgimiento de identidades

Los postmarxistas atacan desde diversas perspectivas la idea marxista del análisis de clases. Argumentan que oscurece la igualmente o más significativa importancia de las identidades culturales (género, etnicidad):

1. Acusan a los analistas de clase de ser reduccionistas económicos y de no poder explicar las diferencias étnicas y de género dentro de las clases Luego proceden a argumentar que estas diferencias definen la naturaleza política.

2. La segunda línea contra el análisis de clase se genera de la perspectiva que la clase es sólo una construcción intelectual, esencialmente un fenómeno subjetivo determinado por la cultura. En consecuencia, no hay intereses objetivos de clase que dividan la sociedad, dado que los "intereses" son meramente subjetivos y cada cultura define sus preferencias.

3. La tercera línea de ataque argumenta que ha habido bastas transformaciones en la economía y en la sociedad que han borrado las viejas distinciones de clase. En la sociedad postindustrial, argumentan los postmarxistas, la fuente de poder está en los nuevos sistemas de información, en las nuevas tecnologías y en quienes las manejan y las controlan. La sociedad, según este punto de vista, está evolucionando hacia una nueva sociedad donde los trabajadores industriales están desapareciendo en dos direcciones: hacia arriba, a la nueva clase media de alta tecnología, y hacia abajo, hacia la subclase marginal.

Los marxistas nunca han negado la importancia de las negaciones raciales, de género y étnicas dentro de las clases, pero han hecho énfasis en el sistema social que genera las diferencias y la necesidad de unir las fuerzas de clase para eliminar las desigualdades en el trabajo, el barrio y la familia. Los marxistas se oponen a que las desigualdades de género y raza sean analizadas y resueltas fuera del ámbito de clase: que mujeres terratenientes con sirvientes y riqueza tienen una identidad especial con las mujeres campesinas que están empleadas con sueldos de hambre.

Las clases no adquieren realidad debido a un edicto: son organizadas por la clase capitalista para apropiarse del valor. En consecuencia, la idea de que la clase es una noción subjetiva dependiente de tiempo, lugar y percepción está confundiendo clase con conciencia de clase. Es obvio que hay cambios importantes en la estructura de clases, pero no en la dirección que señalan los postmarxistas. Los cambios importantes han reforzado las diferencias de clase y su explotación, al mismo tiempo que han cambiado las condiciones e índole de las clases explotada y explotadora.

Hoy existen más trabajadores temporales, muchos más empleados en el sector informal. El tema de la explotación sin regular no describe un sistema que transciende el capitalismo del pasado: es el regreso de las formas de explotación laboral del siglo XIX. Quien requiere de análisis es el capitalismo después de que el Estado populista protector ha sido demolido. Esto significa que los complejos papeles de los Estados y partidos que mediaban entre capital y mano de obra han sido reemplazados por instituciones estatales vinculadas evidentemente a la clase capitalista dominante.

Cualesquiera que hayan sido los determinantes múltiples del comportamiento del Estado y régimen en el pasado, hoy el modelo neoliberal depende del control estatal centralizado, vinculado a los bancos internacionales para implantar pagos de deudas y a los sectores de exportación para ganar divisas extranjeras. Sus vínculos verticales al ciudadano como sujeto y su liga primaria por medio del aparato estatal represivo y organizaciones no gubernamentales (ONG) encargadas de restar peligro a posibles explosiones sociales.

El desmantelamiento del Estado protector significa que la estructura social está más polarizada: entre burócratas en los sectores de salud, educación y seguridad social, por una parte, y profesionales bien pagados ligados a corporaciones multinacionales, ONG y otras instituciones, financiadas externamente y vinculadas al mercado mundial y a los centros de poder político.

La lucha actual no es entre las clases en las fábricas, sino entre el Estado y las clases desarraigadas en las calles y los mercados, desplazadas del empleo fijo y obligadas a producir y vender y a soportar los costos de su reproducción social. La integración al mercado de explotadores de élite y compradores medianos y pequeños tiene su contrapartida en la desintegración de la economía del interior: industria local, pequeñas granjas con su concomitante desplazamiento de productores hacia la ciudad o al extranjero.

La importancia de bienes de lujo para la clase media alta está basada en utilidades remitidas por el trabajo "exportado" de los pobres. El nexo de explotación se inicia en el empobrecimiento del interior, el desarraigamiento de los campesinos su emigración a las ciudades y al extranjero. Los recursos que remiten los miembros de esta mano de obra exportada proporcionan las divisas duras para financiar importaciones y proyectos neoliberales de infraestructura para promover los negocios de exportación interna y externa y el turismo. La cadena de explotación es más compleja, pero aún así reside, en última instancia, en la relación capital- mano de obra.

En la era del neoliberalismo, la lucha para recrear la nación, el mercado nacional, la producción y el intercambio nacional es, una vez más, una demanda histórica. En la misma forma, el empleo desregulado (trabajo informal o subterráneo) requiere de una poderosa inversión pública y un centro regulatorio para generar empleo formal con condiciones sociales vivibles. En una palabra, el análisis de clase debe ser adaptado al imperio del capital sin mediación en un mercado laboral no regulado con vínculos internacionales, en el que las políticas redistributivas del pasado han sido reemplazadas por políticas neoliberales que concentran el ingreso en la cúpula.

La homogeneización y movilidad hacia debajo de vastos sectores de trabajadores y campesinos que antes estaban en el mercado de trabajo crea un gran potencial para la acción revolucionaria unificada. Hay una identidad común de clase que abona el terreno para organizar las luchas de los pobres. En suma, en contra de lo que argumentan los postmarxistas, la transformación del capitalismo ha hecho más relevante que nunca el análisis de clase.

El crecimiento de la tecnología ha exacerbado las diferencias de clase, no las ha abolido. Los trabajadores en industria de microchips y aquellas industrias en las que han incorporado esos nuevos chips no han eliminado la clase trabajadora. Más bien, han desplazado las sedes de actividad y el modo de producir dentro del continuado proceso de explotación. La nueva estructura de clase, hasta donde es visible, combina las nuevas tecnologías con formas más controladoras de producción.

La automatización de algunos sectores acelera el ritmo de trabajo en la línea de ensamblaje: cámaras de televisión aumentan la vigilancia del trabajador al tiempo que disminuyen el personal administrativo: círculos de control de calidad, en los que trabajadores presionan a trabajadores, incrementan la autoexplotación sin aumento de sueldo o poder. La revolución tecnológica está moldeada, en última instancia, por la estructura de clase de la contrarrevolución neoliberal. Las computadoras permiten a las agroempresas controlar el coste y el volumen de los pesticidas, pero son los trabajadores mal pagados quienes esparcen las sustancias y se envenenan. Las redes de información son unidades para distribuir trabajo a los talleres clandestinos de los hogares (economía informal), para producir textiles, zapatos, etc...

Estado y sociedad civil

Los postmarxistas pintaron la imagen del Estado con un solo rostro. El Estado es descrito como una enorme burocracia ineficaz que saqueó el tesoro público y dejó en la pobreza al pueblo y en la bancarrota a la economía. En la esfera política, el Estado era la fuente del gobierno autoritario y dictámenes arbitrarios, obstaculizando el ejercicio de la democracia y del libre intercambio de bienes. Por otra parte, argumentan los postmarxistas, la sociedad civil era la fuente de libertad.

De una sociedad civil activa surgiría una economía igualitaria y dinámica. Lo que es extraño acerca de esta ideología es su peculiar capacidad para pasar por alto 50 años de historia. El sector público era necesariamente el encargado de estimular la industrialización en ausencia de la inversión privada y debido a las crisis económicas (la crisis mundial de los 30, la guerra de los 40, etc.).En segundo lugar, el crecimiento del analfabetismo y la salud pública fue, en gran parte, una iniciativa pública.

En siglo y medio de libre empresa (del XVIII al decenio de 1930) América Latina padeció las siete plagas de la Biblia, mientras la mano invisible del mercado permanecía inmóvil: genocidio, hambruna, enfermedades, tiranía, dependencia, desarraigo y explotación. El sector público creció en respuesta a esos problemas y se desvió de sus funciones públicas al grado de que fue apropiado privadamente por las elites de negocio y política.

La ineficacia del Estado está directamente relacionada con la subordinación a intereses privados

Los programas amplios de salud y educación del Estado nunca han sido reemplazados por la iniciativa privada, la Iglesia o las ONG’s. Estas proporcionan atención y educación sólo a grupos limitados, dependiendo de los caprichos e intereses de los capitales extranjeros. Los postmarxistas han dejado que su retórica antiestatista los ciegue a los logros positivos comparativos de lo público sobre lo privado.

El argumento de que el Estado es fuente de autoritarismo resulta y no verdad. Han existido y existirán Estados dictatoriales, pero la mayoría tienen poco o nada que ver con la propiedad pública. La mayoría de las dictaduras han sido antiestatistas y en favor del libre mercado hoy, en el pasado y probablemente en el futuro. Los ataques generalizados, históricos y asociales contra el Estado no tienen razón de ser y sólo sirven como instrumento político para evitar que ciudadanos del libre mercado forjen una opción eficaz y racional anclada en las potencialidades creativas de la acción pública.

La posición contraria de la sociedad civil con relación al Estado es también una dicotomía falsa. La sociedad civil o, más exactamente, las clases dirigentes de la sociedad civil, al tiempo que atacan al estatismo de los pobres, se han preocupado por reforzar los vínculos con la tesorería y los militares para promover y reforzar su posición en la sociedad civil.

En igual forma, las clases populares en la sociedad civil, cuando son provocadas, han tratado de romper el monopolio de las clases gobernantes sobre el Estado. Los pobres siempre han dirigido la mirada a los recursos del Estado para reforzar su posición económica relativa a los ricos. El asunto es, y siempre ha sido, la relación de las diferentes clases con el Estado.

Los ideólogos postmarxistas, marginados del Estado por los neoliberales, han hecho una virtud de su impotencia. Absorbiendo acríticamente la teoría antiestatal que les llega de arriba, la transmiten hacia abajo. Los postmarxistas tratan de justificar los vehículos organizacionales (ONG) que utilizan para lograr movilidad hacia arriba, con el argumento de que operan fuera del Estado y en la sociedad civil cuando, de hecho, están financiadas por gobiernos extranjeros para trabajar con los gobiernos nacionales.

La lucha de clases y la cooperación

Los postmarxistas a menudo escriben de la cooperación de todos, sin profundizar mucho en el precio y las condiciones para garantizar la cooperación de los regímenes neoliberales y las organizaciones populares. La lucha de clases se considera un atavismo con un pasado inexistente. Hoy se nos dice que los pobres están empeñados en construir una nueva vida, están hartos de la política, las ideologías y los políticos tradicionales. Hasta allí vamos bien.

Los grupos de empresarios hacen que los postmarxistas participen en un nuevo tipo de política similar a la de los enganchadores de un pasado no tan lejano: que reunían a las mujeres que necesitaban capacitación y establecían microempresas subcontratadas con productores o exportadores de mayor envergadura. La política de los postmarxistas es de compradores: ellos no elaboran productos nacionales, sólo relacionan a los capitalistas extranjeros con la mano de obra local para facilitar la continuación del régimen neoliberal.

Los postmarxistas en su papel de administradores de las ONG’s son fundamentalmente actores políticos cuyos proyectos, capacitación y talleres no producen un impacto económico importante, ni en las ONG’s ni en disminuir la pobreza. Pero sus actividades si desvían a la gente de la lucha de clases. La perspectiva marxista de la lucha y confontación de clases se construye en las verdaderas divisiones sociales de la sociedad: entre quienes obtienen beneficios, intereses, renta e impuestos y quienes luchan por optimizar los salarios, el gasto social y las inversiones productivas.

Los resultados de las perspectivas marxistas son actualmente evidentes en todas partes: la concentración del ingreso y el aumento de las desigualdades son más grandes que nunca.

Instituciones como el Banco Internacional de Desarrollo (BID) financian empresas agroindustriales de exportación que explotan y envenenan a millones de trabajadores agrícolas, y al mismo tiempo proporcionan fondos para el financiamiento de pequeños microproyectos. El papel de los postmarxistas en los microproyectos es neutralizar la oposición política de la parte inferior, mientras se promueve el neoliberalismo en la parte superior.

Su teoría de la cooperación liga a los pobres por medio de los neoliberales. Intelectualmente, son policías que definen la investigación aceptable, distribuyen los fondos para investigar y filtran los tópicos y las perspectivas que proyectan el análisis de clases y la perspectiva de la lucha. El control de la moda intelectual, publicaciones, conferencias y fondos para investigar les proporcionan una base importante de poder, pero en última instancia dependen de evitar el conflicto con sus patrones, quienes les otorgan el financiamiento desde el extranjero.

Los intelectuales marxistas críticos tienen su fuerza en el hecho de que sus ideas resuenan con las realidades sociales en evolución. La polarización de clases y los violentos enfrentamientos aumentan, tal como lo pronostican sus teorías. Es a partir de estos hechos que los marxistas demuestran debilidad táctica, pero fuerza estratégica en relación con los postmarxistas.

¿Murió el antiimperialismo?

En los últimos años el antiimperialismo desapareció del diccionario político de los postmarxistas. Los ex guerrilleros de Centroamérica se convirtieron en políticos electorales y los profesionales que manejan las ONG’s hablan de cooperación e interdependencia internacionales. Sin embargo, los pagos de la deuda siguen transfiriendo gigantescas sumas de los pobres latinoamericanos a Europa, Estados Unidos y Japón. Las propiedades públicas, los bancos y por encima de todo los recursos naturales se van enajenando a precios muy bajos por parte de las transnacionales.

Hay más multimillonarios de América Latina que tienen la mayor parte de sus fondos en bancos estadounidenses y europeos que nunca antes. Entre tanto provincias enteras se han convertido en cementerios industriales, y el campo está despoblado. Estados Unidos tiene más asesores militares, funcionarios antidrogas y policías federales encargados de dirigir la planeación, que en ninguna otra etapa de la historia mundial.

No obstante, algunos ex-sandinistas y ex-farambundistas dicen que el antiimperialismo/imperialismo desapareció al término de la guerra fría. El problema -dicen- no es la inversión o ayuda extranjeras, sino la falta de ellas y piden más ayuda imperial. La miopía política y económica que acompaña a esta perspectiva no entiende que las condiciones políticas para los créditos son el abaratamiento de la mano de obra, la eliminación de la legislación social y la transformación de Latinoamérica en una gran plantación, un gran campo minero, una gran zona de libre comercio desprovista de derechos, soberanía y riqueza.

El énfasis marxista en la profundización de la explotación imperialista tiene su origen en las relaciones sociales de producción y las relaciones del Estado entre el capitalismo imperialista y el dependiente. El derrumbe de la URSS ha intensificado la explotación imperialista. Los postmarxistas (ex marxistas) que creen que el mundo unipolar tendrá por resultado una mayor cooperación, interpretaron mal la invasión estadounidense en Panamá, Irak, Somalia y otros países. En forma más fundamental la dinámica del imperialismo radica en la dinámica internacional del capital, no en la competencia externa con la URSS. La pérdida del mercado interno y los sectores de Latinoamérica es un retorno a la fase prenacional: las economías latinoamericanas empiezan a tomar características de su pasado colonial. La lucha actual contra el imperialismo involucra la reconstrucción de la nación, el mercado local, la economía productiva y una clase trabajadora ligada a la producción y al consumo, sociales.

Dos perspectivas de la transformación social: organización de clase y ONG

Para adelantar la lucha contra el imperialismo y sus colaboradores neocompradores nacionales hay que pasar por un debate ideológico y cultural con los posmarxistas que están dentro y en la periferia de los movimientos populares.

El neoliberalismo opera actualmente en dos frentes: el económico y el cultural- político; y en dos niveles: el régimen y las bases populares.

En la parte más alta las políticas las formulan y las implantan los personales usuales: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, en combinación con Washington, Bonn, Tokio y en asociación con os regímenes neoliberales y los exportadores locales y grandes conglomerados empresariales y banqueros transnacionales.

A principios de los 80, los sectores más perceptivos de los gobernantes neoliberales vieron que sus estrategias estaban polarizando a la sociedad y provocando descontento a gran escala. Los políticos empezaron a financiar y a promover una estrategia paralela desde abajo: la promoción de organizaciones de base con una ideología antiestatista para intervenir entre las clases posiblemente conflictivas y crear un cojín social.

Estas organizaciones dependían económicamente de fuentes neoliberales y estaban involucradas en una competencia con los movimientos sociopolíticos por la lealtad de los líderes locales y las comunidades activistas. Para la década de los noventa estas organizaciones descritas como no gubernamentales llegaban a miles y recibían en todo el mundo cerca de 4 mil millones de dólares.

La confusión concerniente a su carácter político se deriva de su historia anterior a los años 70. En este período las ONG’s desplegaron su actividad proporcionando apoyo humanitario a las víctimas de las dictaduras militares y denunciando las violaciones de los derechos humanos. Las ONG’s apoyaron las cocinas de beneficencia que permitían a las familias de las víctimas sobrevivir a la primera oleada de tratamientos de choque.

Este período creó una imagen favorable de las ONG’s hasta en la izquierda. Se les consideraba como parte del campo progresista. Aún entonces sus límites eran evidentes aunque atacaban las violaciones de los derechos humanos de las dictaduras locales, raras veces denunciaban a sus patronos estadounidenses y europeos que las financiaban y asesoraban. Tampoco había un esfuerzo serio por relacionar las políticas económicas neoliberales y las violaciones de los derechos humanos con el nuevo rumbo que tomaba el sistema imperialista. Obviamente, las fuentes externas de financiamiento limitaban la esfera crítica y acción en materia de derechos humanos.

Al crecer la oposición al neoliberalismo a principios de los ochenta, los gobiernos europeos, estadounidenses y el Banco Mundial aumentaron el financiamiento de las ONG. Existe una relación directa entre el desarrollo de los movimientos que desafiaban el modelo neoliberal y el esfuerzo por subvertirlos mediante la creación de formas alternas de acción social por medio de las ONG. El punto básico de convergencia entre las ONG y el Banco Mundial era su oposición común al estatismo. En su superficie las ONG criticaban al Estado desde una perspectiva izquierdista, defendiendo a la sociedad civil, mientras que la derecha lo hacía en nombre de los mercados.

En realidad el Banco Mundial, los regímenes neoliberales y la fundación occidental se combinaron y alentaron a las ONG para hacer tambalear al Estado benefactor proporcionando servicios sociales para compensar a las víctimas de las empresas multinacionales. En otras palabras, conforme los regímenes neoliberales devastaban a las comunidades al inundar al país con importaciones baratas, pagos de la deuda externa y la abolición de las legislaciones laborales, creando una masa cada vez más grande de trabajadores mal pagados y desempleados las ONG recibieron financiamientos para establecer proyectos de autoayuda, educación popular, capacitación para el trabajo, etc., y absorben temporalmente a pequeños grupos pobres y captan a los líderes locales para minar las luchas contrarias al sistema.

Las ONG se convirtieron en el rostro de la comunidad del neoliberalismo íntimamente ligadas con los poderosos y complementaron así su labor destructiva con proyectos locales. En efecto, los neoliberales organizaron una operación de pinza o estrategia doble. Desgraciadamente, muchos izquierdistas sólo se enfocaron en el neoliberalismo desde arriba y desde fuera (FMI y BM) y no en el neoliberalismo desde abajo y desde dentro (las ONG y las microempresas).

Una razón importante para este error de apreciación fue la conversión de muchos neomarxistas a la fórmula y a la práctica de las ONG. El postmarxismo fue el boleto de tránsito ideológico de la política de clases al desarrollo comunitario, del marxismo a las ONG.

Mientras los neoliberales transferían lucrativas propiedades estatales al rico sector privado, las ONG’s no formaban parte de la resistencia de los sindicatos. Al contrario, participaban activamente en proyectos privados para promover el discurso de la empresa privada (auto-ayuda) en las comunidades locales enfocándose en la microempresa. Las ONG’s construyeron puentes ideológicos entre los capitalistas en pequeña escala y los monopolios que se benefician de la privatización, todo en nombre del antiestatismo y formando sociedades civiles.

En tanto los ricos acumulaban vastos emporios financieros a partir de la privatización, los profesionales de la clase media de las ONG’s obtuvieron pequeñas sumas para financiar oficinas, transportes y una actividad económica en pequeña escala. Políticamente, lo importante es que las ONG’s despolitizaron a sectores de la población, redujeron su compromiso con los empleados públicos y nombraron a líderes potenciales para proyectos pequeños.

Las ONG’s se abstienen de participar en las luchas de los maestros de escuelas públicas y educadores del sistema oficial contra sueldos y recortes presupuéstales, porque su presupuesto proviene de gobiernos neoliberales.

En realidad, las ONG’s no son no gubernamentales. Reciben fondos de gobiernos extranjeros o trabajan como subcontratistas privados locales. Con frecuencia colaboran abiertamente con dependencias gubernamentales a nivel local o transnacional. En este sentido, las ONG’s ponen en peligro la democracia, al quitar los programas sociales de las manos de la gente local y sus funcionarios de elección popular, y crear dependencia en funcionarios extranjeros.

Además desvían la atención y luchas populares del presupuesto nacional hacia la autoexplotación, para garantizar los servicios sociales locales. Esto les permite a los neoliberales restringir los presupuestos sociales y transferir fondos del Estado para subsidiar las cuentas incobrables de los bancos privados, créditos a los exportadores, etc.

La autoexplotación ( la autoayuda) significa que, además de pagar impuestos al Estado y no recibir nada a cambio, los empleados tienen que trabajar horas extras con recursos marginales, gastando sus escasas energías para obtener servicios que los burgueses obtienen del Estado.

En la forma más fundamental, la ideología de las ONG’s de la actividad voluntaria privada mina el sentido público, la idea de que el gobierno tiene una obligación de velar por sus ciudadanos y proporcionarles vida, libertad y búsqueda de la felicidad: que la responsabilidad política del Estado es esencial para el bienestar de los ciudadanos.

Contra ese concepto de responsabilidad pública las ONG’s promueven la idea neoliberal de la responsabilidad privada de los problemas sociales y la importancia de los recursos privados para resolver esos problemas. En realidad imponen una carga doble a los pobres: la de pagar impuestos para financiar al Estado neoliberal, que sirve a los ricos, y la autoexplotación privada que se ocupe de sus propias necesidades.

ONG y movimientos sociopolíticos

Las ONG’s ponen énfasis en los proyectos, no en los movimientos; movilizan a la gente para que produzca en los márgenes, no para luchar por controlar los medios básicos de producción y riqueza: se enfocan a la asistencia técnica y financiera de proyectos, no en las condiciones estructurales que forman la vida cotidiana. Las ONG se apropian del lenguaje de la izquierda: Poder popular, igualdad, desarrollo sustentable, liderazgo popular, etc. El problema es que ese lenguaje está ligado a un ámbito de colaboración con los donantes y las dependencias gubernamentales que subordinan la actividad práctica a la política no conflictiva.

Las ONG’s y su personal profesional postmarxista compiten directamente con los movimientos sociopolíticos para adquirir influencia entre los pobres, las mujeres y los marginados, las minorías raciales, etc. Su ideología y práctica desvía la atención de las fuentes y las soluciones de la pobreza. Hablar de microempresas en vez de explotación de parte de los bancos extranjeros, se basa en el concepto de que el problema es de iniciativa individual, no de la transferencia de los ingresos al extranjero.

La ayuda de las ONG’s afecta a pequeños sectores de la población y establece una competencia entre comunidades por los escasos recursos, lo cual genera distinción y rivalidades internas y externas que perjudican la solidaridad de clase. Lo mismo sucede entre los profesionales: cada uno establece sus ONG’s para solicitar fondos del extranjero. Compiten con propuestas "al gusto" de los donantes extranjeros, mientras afirman hablar en nombre de más seguidores.

El efecto real es la proliferación de las ONG’s que fragmentan las comunidades pobres y las convierten en grupos sectoriales y subsectoriales incapaces de ver de manera más amplia el cuadro social que los aflige y menos capaces aún de unirse en la lucha contra el sistema.

Las experiencias recientes demuestran que los donadores extranjeros financian proyectos durante las crisis, pero una vez que los movimientos menguan, cambian el financiamiento a colaboración del régimen, y adaptan los proyectos de las ONG a su agenda neoliberal. La estructura y agenda de las ONG, con su postura apolítica y su enfoque de autoayuda, despolitiza y desmoviliza a los pobres. Además, refuerzan el proceso electoral alentado por los partidos neoliberales y los medios de comunicación.

Las ONG’s hablan de excluidos, de los sin poder, de la pobreza extrema, de la discriminación por sexo o raza, pero no pasan de los síntomas superficiales para abordar el sistema social que produce estas condiciones. Incorporan a los pobres a la economía neoliberal por medio de una acción voluntaria puramente privada, las ONG’s crean un mundo político donde la apariencia de solidaridad y acción social disimula una conformidad conservadora con la estructura de poder nacional e internacional.

No es coincidencia que conforme las ONG’s se han hecho dominantes en ciertas regiones, la acción política independiente de clase ha declinado, y el liberalismo no tiene freno. La línea de fondo es que el crecimiento de las ONG’s coincide cada vez más con el financiamiento del neoliberalismo y la profundización de la pobreza en todas partes.

A pesar de sus afirmaciones de muchos éxitos a nivel local, el poder general del neoliberalismo no tiene rival, y las ONG’s buscan cada vez más posiciones en los intersticios de poder. El problema de formular alternativas se ha impedido en otra forma. Muchos de los antiguos líderes de movimientos guerrilleros y sociales, sindicatos y organizaciones femeninas han sido atraídos por las ONG’s. La oferta es tentadora: mayor salario, prestigio y reconocimiento de los donantes extranjeros, conferencias y redes en el extranjero, personal de oficina y relativa seguridad de no verse sujetos a represión. En cambio, los movimientos sociopolíticos ofrecen pocos beneficios materiales, pero mayor respeto e independencia y, lo que es más importante, la libertad de retar al sistema político y económico.

Las ONG’s y sus patrocinadores financieros en el extranjero (BID y BM) publican boletines con narraciones sobre el éxito de las microempresas y otros proyectos de autoayuda, pero no mencionan los elevados índices de fracasos conforme baja el consumo popular, importaciones baratas inundan el mercado y las tasas de interés suben en espiral.

Hasta los éxitos afectan sólo a una pequeña fracción del total de los pobres y sólo afectan en el sentido de que otros no pueden ingresar en el mismo mercado. El valor propagandístico del éxito individual de la microempresa, no obstante, es importante para crear la ilusión de que el neoliberalismo es un fenómeno popular. Las frecuentes explosiones populares de violencia que tienen lugar en regiones donde existe la promoción de la microempresa, sugiere que la ideología no es hegemónica y que las ONG’s todavía no desplazan a los movimientos independientes de clase.

Las ONG’s fomentan un nuevo tipo de colonialismo y dependencia cultural y económica. Los proyectos se diseñan, o al menos se aprueban, según las normas de las prioridades de los centros imperialistas o sus instituciones. Son administrados y vendidos a las comunidades. Se hacen evaluaciones por y para las instituciones imperialistas. Los cambios en el financiamiento de las prioridades o las malas evaluaciones tiene como consecuencia el abandono a su suerte de los grupos, comunidades, granjas y cooperativas.

Todo y todos se disciplinan cada vez más para cumplir con las demandas de los donantes y los evaluadores de sus proyectos. Los nuevos virreyes supervisan y garantizan el cumplimiento de las metas, los valores y las ideologías del donante, así como el uso adecuado de los fondos. Donde se registran éxitos, dependen en gran medida del apoyo continuo del extranjero para evitar que se derrumben.

Aunque la mayor parte de las ONG’s son cada vez más instrumentos del neoliberalismo, hay una pequeña minoría que intenta desarrollar estrategias alternas que apoyen la política de clase y el antiimperialismo. Ninguna de ellas recibe fondos del BM o de dependencias gubernamentales estadounidenses o europeas. Apoyan los esfuerzos para ligar el poder local con el poder estatal. Relacionan los proyectos locales con los movimientos nacionales que ocupan, defienden la propiedad pública y nacional contra las multinacionales... En una palabra, no son postmarxistas.

SOCIALISMO EN LA ERA DEL IMPERIALISMO*

James Petras

INTRODUCCIÓN

En un pasado no muy lejano, millones de personas de todo el mundo, buscando escapar de la tiranía y explotación del imperialismo, encontraron una respuesta en la construcción de una sociedad socialista. Hoy en día, proponer la alternativa socialista genera más preguntas que respuestas. Estas preguntas pueden agruparse en varias subdivisiones: las preguntas más generales contraponen las nuevas y adversas condiciones "mundial-histórico" políticas, económicas y culturales, al surgimiento de movimientos y luchas revolucionarias; un segundo grupo de preguntas, que aunque acepta los aspectos estructurales negativos de un mundo dominado por el imperialismo, se cuestiona si a nivel micro, se puede desarrollar una subjetividad socialista; un tercer grupo de preguntas cuestiona si una revolución socialista triunfante puede desarrollar una estrategia viable en el medio de un mar de adversarios imperiales o simplemente se enredará en el mercado capitalista. Estas son preguntas importantes que deben dirigirse a aquellos que se plantean una alternativa socialista al poder imperial reinante, porque se necesitan respuestas exactas. Solamente visionar una alternativa "utópica", o evocar un sueño socialista no nos va a llevar muy lejos y será muy difícil que convenza a alguien excepto a aquellos que ya se encuentran entre los iniciados. Más importante aún, las utopías concebidas individualmente generalmente están confeccionadas por intelectuales divorciados de las luchas populares, y sus ideas están tan desconectadas de las experiencias y necesidades de las clases populares como lo está su vida diaria. Antes de embarcarnos en una discusión sobre las posibilidades históricas de una transformación socialista, será de utilidad especificar las preguntas más relevantes presentadas por los escépticos y los adversarios de la alternativa socialista.

El primer grupo de preguntas pone el énfasis en las nuevas restricciones estructurales. ¿El socialismo es posible en la era del imperialismo? ¿El poder de las corporaciones globales gigantes puede ser desafiado dentro de países o por países? ¿El poder de los medios masivos de comunicación Euro-Americanos y la influencia de sus mensajes propagandísticos sobre los pobres urbanos y rurales puede ser contrarrestado por formas alternativas de comunicación desde una perspectiva de la clase trabajadora? ¿Puede crearse una nueva subjetividad revolucionaria? ¿Cuáles son las lecciones históricas de los períodos anteriores de expansión imperial en relación con la revolución?

Un segundo grupo de preguntas trata sobre los problemas de la subjetividad, la falta de una referencia socialista o revolucionaria. Las preguntas relevantes a este cuestionamiento de las posibilidades revolucionarias incluyen lo siguiente. Las últimas décadas han demostrado que el aumento de la pobreza masiva y de las desigualdades no ha llevado hacia la revolución. ¿Podría ser que la movilidad individual y las relaciones de reciprocidad entre las clases bajas hayan creado formas alternativas de comportamiento y organización compatibles con el imperialismo? ¿Puede el socialismo reconstruirse sobre la base de experiencias nuevas, nacionales (o internacionales) a la vista del colapso de la URSS y la conversión de la elite china al capitalismo? ¿Es el estado un anacronismo trascendido por actores globales comprometidos con el sistema imperial?

El tercer grupo de preguntas no niega la existencia de oposición al imperialismo o a muchas de sus manifestaciones negativas pero cuestiona que los revolucionarios y los socialistas tengan una estrategia alternativa consecuente. Ellos preguntan: ¿existe una estrategia socialista coherente que pueda revertir los actuales intereses socioeconómicos imperiales creados, y las configuraciones del poder político? ¿Se pueden revertir las contrareformas neoliberales sin traumas ni crisis? ¿Son las instituciones socialistas viables en un mar de relaciones capitalistas? ¿Los valores socialistas son compatibles con las operaciones en mercados mundiales o locales? ¿Puede una sociedad socialista organizar su seguridad nacional y su planificación económica sin caer en gobiernos burocráticos? Estas son las importantes cuestiones académicas y políticas que plantean los temas fundamentales que enfrenta cualquier defensor de una alternativa socialista al imperialismo contemporáneo. Sin embargo existen respuestas, algunas más provisionales que otras, todas argumentando que, a pesar de todo el escepticismo, dudas y críticas, existen bases sólidas para la lucha por el socialismo, como una posibilidad objetiva y subjetiva.

CONDICIONES OBJETIVAS PARA EL SOCIALISMO

Una de las objeciones más fuertes al socialismo se basa en el alto grado de integración de los procesos económicos; el gran desarrollo de la división social del trabajo. Se nos dice que hoy más gente forma parte de más sectores económicos, que abarcando una multiplicidad de países, cooperan en la producción y distribución de todo tipo de bienes. Puesto de otra forma, se argumenta, la globalización -o en nuestros términos, el imperialismo- ha roto las limitaciones sectoriales del territorio nacional en la circulación de bienes y capital, creando, por lo tanto, un mercado y una unidad productiva interdependiente. En un sentido, esto es parcialmente cierto, en otro es claramente falso.

La profundización de la producción socializada, en la que muchas unidades económicas ubicadas en una multiplicidad de lugares cooperan para producir a escala mundial, es un hecho destacado en el mundo contemporáneo. Pero es falso presentar esto como una forma cooperativa de producción basada en un mayor grado de interdependencia. Porque esta cooperación para la producción de bienes está presidida por un inequívoco segmento de propietarios privados individuales y administradores de las empresas que toman las decisiones sobre las inversiones estratégicas y se apropian de los beneficios. Los propietarios privados y los controladores de la producción socializada no son interdependientes con sus trabajadores y empleados - ellos establecen las condiciones de trabajo, los niveles de remuneración y se asignan sus propios ingresos en una forma altamente desigual. El poder, la propiedad, el prestigio y el factor de ingresos son asignados en una forma altamente asimétrica basada en relaciones jerárquicas de explotación- no de interdependencia.

El Imperialismo ha puesto en movimiento dos procesos claros y opuestos: un alto grado de cooperación social entre los productores como un modo de aumentar la eficiencia; y una mayor concentración de la apropiación privada de la riqueza que se produce. Esta contradicción o polaridad creciente entre cooperación para la producción y la apropiación privada de los bienes colectivamente producidos es fundamental para el desarrollo de una transformación socialista. Se mida como se mida, el aumento de eficiencia, las crecientes innovaciones tecnológicas y la creciente productividad se encuentra en el mayor desarrollo de la división social del trabajo o producción cooperativa. La principal función de los propietarios privados y los administradores de las empresas es la apropiación de esta riqueza. La creciente concentración de la riqueza - la emergencia de una clase de super multibillonarios- se basa en el creciente número de trabajadores sometidos por este sistema de producción social: el socialismo está, por tanto, objetivamente situado dentro de la producción colectiva y la lucha se basa en extender la producción social a la propiedad y dirección social. La idea de cooperativa productiva es, por tanto, una parte integral de la producción global pero está mediatizada, defendida, racionalizada por la clase capitalista dominante que se apropia de su riqueza. El secreto capitalista de acumulación de riqueza no se encuentra en la genialidad de los capitalistas individuales sino en el vasto ejército de trabajadores, investigadores y empleados que producen y distribuyen bienes y servicios. El trabajo colectivo puede existir y prosperar sin ni un solo empresario capitalista incluido William Gates, pero el capitalista billonario no puede acumular riqueza sin el trabajo cooperativo.

El descubrimiento de la naturaleza social de la generación de la riqueza contemporánea, sin embargo, mientras proporciona un punto sólido de partida para la propiedad colectiva no nos conduce en si misma al socialismo, a menos que exista una comprensión profunda y extensa, una organización y lucha por parte de los productores directos para resolver esta contradicción. Por lo tanto el argumento de que la nueva ola de expansión imperial ha descartado la transformación socialista debido a la extensión de las relaciones de mercado se ha dado vuelta: el mismo proceso de incorporar a más trabajadores de más países dentro de la división social del trabajo crea una base objetiva para la acción social por la propiedad social.

La segunda base objetiva para argumentar a favor del socialismo es la naturaleza crecientemente centralizada de las decisiones políticas. Hoy más que nunca un pequeño grupo de funcionarios no elegidos tiene más voz y poder sobre un vasto número de personas en todo el mundo. Los funcionarios de los Bancos Centrales y de los ministerios de Economía y Finanzas del Imperio Euro-Americano, sus representantes en las llamadas instituciones financieras (IFI) como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco de Asia, el Banco Interamericano de Desarrollo, hacen las políticas macro y micro económicas que afectan adversamente a miles de millones de personas. Estas elites no elegidas de hacedores de políticas económicas responden directamente a los intereses de sus multinacionales y billonarios bancarios. En efecto, estas elites de tomadores de decisiones se adelantan a los poderes políticos ostensiblemente sostenidos por los funcionarios elegidos de los estados no hegemónicos. En otras palabras, el electorado del mundo vota por funcionarios electorales que están subordinados a las elites económicas no elegidas y que sirven a las instituciones imperiales y sus intereses. El electorado popular está, en efecto, privado del derecho al voto: las decisiones estratégicas se toman de forma centralizada por funcionarios no elegidos que gobiernan por decreto sin representación, deliberación o consulta popular. Por lo tanto, mientras más y más gente está crecientemente sujeta al gobierno de una elite centralizada, tienen menos control sobre sus condiciones sociales y económicas. El divorcio entre la política electoral y el dominio de las elites, entre los beneficios sostenidos para la elite del imperio y los ingresos y las condiciones sociales en disminución para la mayoría, establece las bases objetivas para las luchas extra parlamentarias y abre grandes oportunidades para que las fuerzas revolucionarias cuestionen las pretensiones oligárquicas de que capitalismo y democracia son términos coincidentes. Objetivamente la vasta centralización del poder oligárquico proporciona las bases para demostrar que la democracia solo puede recuperarse bajo el socialismo.

Si las contradicciones de las estructuras imperialistas contemporáneas proporcionan una sólida base objetiva para el desarrollo de una alternativa socialista, la experiencia histórica pasada nos proporciona una base más.

La Expansión Imperialista y la Revolución Socialista en Perspectiva Histórica

El imperialismo es el resultado de los trabajos internos del capitalismo combinado con oportunidades externas, en parte ellas mismas instrumentos de los políticos imperialistas. En el pasado como en el presente, la expansión y conquista de los mercados externos y las fuentes de ingresos estatales han deshecho y rediseñado las relaciones de clase y las configuraciones del estado para maximizar los intereses económicos imperiales y las posiciones politico-militares estratégicas. El mismo proceso de desarrollo capitalista inducido por el imperialismo muy a menudo ha llevado hacia el desplazamiento masivo de campesinos, relaciones de trabajo de gran explotación, conflictos étnicos y raciales a diario y desigualdades de clase abismales. Los altos jefes políticos imperiales que dirigen el sistema solo responden ante sus propias clases gobernantes, provocando conflictos con un gran abanico de clases y grupos, desde elites pre-imperiales a modernos intelectuales y trabajadores asalariados. Estos conflictos inducidos por el imperio han llevado a innumerables revueltas y en algunos casos a revoluciones socialistas triunfantes, particularmente en períodos de guerras inter-imperialistas, cuando las clases dominantes locales y las elites gobernantes estaban debilitadas y desacreditadas. El punto teórico es claro, los sistemas imperiales a gran escala y de larga duración no han inhibido las luchas revolucionarias ni evitado las revoluciones socialistas.

Las revoluciones socialistas son producto de las guerras imperialistas realizadas por trabajadores y plebeyos dentro de los países imperiales y también por los pueblos colonizados o cuasi colonizados.

La famosa Comuna de París fue una prolongación de la Guerra Franco-Alemana de 1870-71, entre viejos y nuevos países imperialistas. La victoria militar alemana y la conquista de la mayor parte de Francia puso en funcionamiento una poderosa sublevación popular en París y la consiguiente comuna. Mientras que la Comuna de París duró apenas unos meses, su organización, legislación y hasta sus errores sirvieron como modelo práctico para las teorías revolucionarias de Marx y Lenin. La Primera Guerra Mundial inter-imperialista (1914-18) con sus millones de muertos, desplazamientos de población, hambre y destrucción puso en funcionamiento levantamientos populares masivos, protestas y revoluciones. La Guerra, la búsqueda de conquistas imperiales por medios militares, destruyó los lazos convencionales entre los líderes burgueses y sus seguidores plebeyos, y minó el control de los terratenientes sobre los sumisos campesinos. Las revoluciones socialistas se hicieron en Hungría, Bavaria, Finlandia y Rusia. Soldados y trabajadores se sublevaron en Berlín y en la flota del Báltico. El poderoso sistema imperial europeo, que dominaba en cinco continentes y se sostenía en una fuerza armada masiva y en tesoros rebosantes, como un bastión inexpugnable del poder capitalista, llevó a levantamientos masivos de trabajadores y campesinos y a una revolución socialista triunfante en Rusia.

En el período entre guerras existió un resurgir del imperialismo, particularmente los nuevos países imperialistas emergentes de Alemania y Japón, que desafiaron a los países europeos ya establecidos y a los Estados Unidos en sus regiones de hegemonía. Los conflictos y conquistas que vinieron a continuación, liberaron una nueva y poderosa ola de movimientos populares antiimperialistas entre los países destruidos por la guerra e hiper explotados, particularmente entre los millones de campesinos desplazados en China, Indochina y Corea. La expansión imperial y el pillaje de la tierra, minas y unidades productivas intensificado por la guerra, creó un gran ejército de resistencia revolucionaria, que condujo a revoluciones socialistas bajo el liderazgo de los Partidos Comunistas nativos en China, Indochina y Corea del Norte. Lo que comenzó como guerras antiimperialistas se convirtió en guerras civiles en las que finalmente triunfaron las fuerzas socialistas. En Europa se dio un proceso similar en Yugoslavia. En otros países la lucha anticolonial se dividió entre regímenes que consolidaron la relación neo-colonial y otros que buscaron crear estados nacionales-populares mixtos y no alineados. Es necesario subrayar dos puntos. En primer lugar, fue precisamente el nuevo y virulento imperialismo con su poderosa máquina militar y estructuras de estado totalitarias, lo que disparó las revueltas populares que minaron la dominación imperial. En segundo lugar, los viejos poderes imperiales europeos y el nuevo imperialismo de Estados Unidos no fueron capaces de restaurar la hegemonía imperial en varios países importantes (China, la mitad de Corea e Indochina. El punto teórico es que esta segunda ola de imperialismo, a pesar de su mayor poder de fuego y humano, el ámbito y la profundidad de su alcance económico, no pudieron evitar que las revoluciones socialistas transformaran con éxito la sociedad. Es importante notar en este sentido que las revoluciones triunfaron a pesar de y no debido a la ayuda de la sociedad colectivista que existía en la URSS. El mar de relaciones capitalistas no pudo evitar las revoluciones sociales.

El período de posguerra que siguió a la Segunda Guerra Mundial fue testigo del surgimiento del Imperialismo de Estados Unidos a escala mundial, con una red mundial de bases y alianzas militares, el mayor presupuesto militar y la tecnología militar más avanzada y empresas gigantes muy capitalizadas preparadas e involucradas en una expansión mundial para conquistar los mercados extranjeros (el surgimiento de las llamadas empresas multinacionales). Mientras el nuevo imperio de los Estados Unidos era capaz de reprimir y vencer a un cierto número de revueltas populares revolucionarias en todo el mundo, fue derrotado en dos conflictos importantes (China y Cuba), fue obligado a retirarse en una tercera (Corea) y vencido temporalmente en otras (Nicaragua, Angola, Mozambique, Chile, Granada, República Dominicana). Las revoluciones triunfantes tuvieron lugar precisamente en los países en los que la presencia del Imperialismo norteamericano era más dominante: Indochina, con 500.000 soldados y decenas de miles de millones de dólares de inversiones estatales en infraestructura militar. Cuba fue el país con la mayor concentración de propiedades norteamericanas y una gran base naval (Guantánamo). Los Estados Unidos aportaron más ayuda militar y asesores durante la guerra civil China que en ningún otro país desde la mitad a finales de la década de 1940. Igualmente los Estados Unidos dedicaron cientos de miles de soldados, y miles de millones de dólares en ayuda para conquistar la península de Corea y tuvieron que aceptar una negociación para dividir el país.

El punto teórico es que la profundización de la presencia militar y económica del imperio Norteamericano fue un factor condicionante que precipitó una revolución socialista triunfante, y no solamente un factor poderoso de inhibición. Respecto a la relación entre la revolución socialista y la ausencia o presencia del bloque soviético, debe notarse que todas las revoluciones en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial tuvieron lugar a pesar de la oposición del Kremlin: Yugoslavia, China, Cuba e Indochina. Mientras que los Soviéticos proporcionaron apoyo importante una vez que las revoluciones se habían consumado, la caída de la URSS no llevó al colapso de la revolución en Cuba, si bien la obligó a ajustar su política hacia el capital extranjero y buscar nuevos socios comerciales. El inicio y éxito de todas las revoluciones socialistas del siglo XX tuvieron poca relación con la presencia del bloque Soviético y más con el desarrollo de las luchas de clase y antiimperialistas en el país y la solidaridad internacional. Esto indica que la ausencia de la URSS hoy en día (el mar de capitalismo) no es un nuevo impedimento histórico sino un factor constante durante todo el siglo XX.

El resurgimiento de luchas populares de masas bajo direcciones socialistas o al menos anti-neoliberales o antiimperialistas en todo el mundo al comienzo del nuevo milenio, debería dejar de lado la noción de que el triunfo del imperialismo Euro-Americano es irreversible y no puede ser cuestionado. En América Latina las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),el movimiento rural de los Trabajadores sin Tierra (MST) en Brasil, la breve toma del poder por una alianza de indígenas, campesinos y suboficiales en Ecuador son los puntos destacados en el resurgimiento de la izquierda antiimperialista de masas. En Asia han surgido movimientos populares de masas similares basados en los sindicatos de trabajadores industriales (Corea del Sur) y también han surgido movimientos urbanos y campesinos en, entre otros, Indonesia, Filipinas y Nepal.

El punto teórico es que las dramáticas generalizaciones sobre un triunfo absoluto y universal del capitalismo/imperialismo en el despertar de la muerte de la URSS, voceado por sus defensores y repetido por los sectores desmoralizados de la intelectualidad de la izquierda no tiene bases empíricas. Esta postura ideológica triunfalista, solo se puede sostener debido a la mediocridad de sus defensores y, en la izquierda, por el deseo de encontrar un nicho crítico en el imperio.

Si fuera cierto que el imperialismo Euro-Americano ha triunfado tanto y está tan consolidado como dicen sus fieles y la izquierda desmoralizada, el imperio no tendría necesidad de recurrir constantemente a políticas violentas y contrarevolucionarias y agrandar y profundizar su capacidad militar de intervención. Si la revolución ha terminado, o como dice un escritor izquierdista, el imperio se ha apuntado una victoria histórica decisiva, ¿por qué la necesidad de armar constantemente a la OTAN, entrar en guerras ofensivas en los Balcanes, el Golfo, el Cuerno de África? ¿Por qué los Estados Unidos están aumentando la ayuda militar 5 veces en Colombia y multiplicando el número de bases militares y oficinas del FBI en más de 30 países? Ciertamente ninguno de estos movimientos militares ofensivos están dirigidos contra el ataque de algún estado. El argumento más plausible se basa en el bastante frágil equilibrio socio político que existe entre las fuerzas pro y anti-imperialistas, en todo el mundo: un imperio todavía poderoso y un movimiento antiimperialista emergente como una corriente específica y crecientemente anticapitalista.

Subjetividad entre Condiciones Objetivas y Revoluciones Populares

Existe una brecha importante entre las oportunidades objetivas y la lógica racional de la revolución socialista y el nivel de conciencia revolucionaria entre los explotados y las clases marginalizadas. El desarrollo general y la profundización de la conciencia revolucionaria puede aparecer después de una convulsión revolucionaria o antes. En el análisis final la subjetividad revolucionaria no es una mera reflexión sobre la codiciosa explotación económica de los imperios en expansión. Es el eslabón esencial que comprende las condiciones objetivas y transmite esa comprensión en un programa político y en acción revolucionaria. Las condiciones objetivas son una condición necesaria pero no suficiente para la creación de clases sociales revolucionarias. La expansión imperial desplaza o subordina a los pequeños productores, convierte a los campesinos en trabajadores sin tierra, aumenta el número de asalariados, expulsa a los asalariados y los convierte en pobres urbanos autoempleados, quiebra las pequeñas y medianas burguesías. La respuesta ideológico política de estos grupos adversamente afectados no está predeterminada por la fuente imperial de su desgracia. El determinante de sus respuestas socio políticas se encuentra en la disponibilidad, capacidad de organización y liderazgo de los grupos ideológicos que compiten entre sí para convocar a las masas descontentas. En las presentes circunstancias existen varias formas organizadas y expresiones políticas de este descontento.

La respuesta más conservadora a la expansión imperial encuentra su expresión en los dependientes étnicos de los poderes Euro-Americanos, que promueven las apropiaciones y la explotación imperiales desde arriba y la expropiación de otros grupos étnicos desde abajo (por ej. guerras étnicas de liberación que legitiman el robo de la propiedad y los asesinatos públicos).

Una segunda respuesta es un tipo de "nacionalismo clerical" en el que las antiguas elites tradicionales desafían la dominación imperial para restaurar el poder y las prerrogativas de algunas de las elites religiosas y, en algunos casos, comerciales y terratenientes. A falta de los grupos izquierdistas seculares, los religiosos antiimperialistas presentan alternativas a la decadente moral occidental en lugar de un reto sostenido del poder económico Euro-Americano. No es raro que una división del poder económico, cultural y político resulte en que la autoridad religiosa controla las instituciones políticas y culturales mientras los partidarios de la libertad de mercado controlan la economía. Una tercera respuesta a la dominación imperial surge entre sectores de la pequeña burguesía que se ven afectados desfavorablemente por la libertad de comercio, que socava a los fabricantes locales, pago de deudas que reducen el crédito y aumentan los intereses y los inversores especulativos que generan volatilidad económica y provocan quiebras. Este grupo de profesionales progresistas, dirigentes de ONGs y otros están interesados en compartir el poder con los poderes imperiales. Luchan por un lugar en la mesa del FMI, del Banco Mundial y en las reuniones de la OMC. Piden alguna regulación para el movimiento de capitales, mayor acceso a los mercados occidentales y argumentan contra las condiciones de trabajo dictadas por occidente. Su demanda más radical es la tasa Tobin (un impuesto sobre las transacciones financieras a corto plazo).

Los movimientos más consecuentemente antiimperialistas se encuentran en las florecientes alianzas populares entre los trabajadores rurales sin tierra, los pequeños agricultores y productores campesinos y los trabajadores urbanos. Forman el moderno movimiento antiimperialista enlazando las reformas radicales con el socialismo. La multiplicidad de respuestas a la conquista Euro-Americana demuestra tanto la extensión de la oposición como su carácter fragmentado. La respuesta refleja solo parcialmente las posiciones de clase - así como la mayoría de las respuestas anteriores contienen una variedad de bases de masas aun si sus líderes vienen de medios sociales particulares. Está claro que la misma causa (la explotación imperialista) genera una variedad de efectos y organizaciones políticas. Evidentemente los políticos no provienen de procesos económicos, se crean en un campo de luchas culturales, ideológicas y políticas. Los grupos políticos con más posibilidades de triunfar, son aquellos cuyas organizaciones resuenan efectivamente con la experiencia diaria, proporcionan una fundamentación general (independientemente de lo irracional y equivocada que pueda ser), parecen resolver los problemas de cada día (no importa cuan depredadores puedan ser) y crean una imagen positiva de víctima triunfante.

El problema hoy no es objetivo - las vastas desigualdades mundiales y las transferencias de riqueza desde el mundo re-colonizado al imperio Euro-Americano son transparentes. El mundo capitalista está polarizado, los campesinos y trabajadores están explotados como nunca antes, el número de empobrecidos crece y sobre todo, dirigiendo el proceso está un imperialismo Euro-Americano omnipresente, arrogante, e invasor, un imperio sin ninguna virtud salvadora.

El problema es subjetivo - la debilidad específica se encuentra en la oposición o en los críticos del imperialismo, algunos de los cuales hasta reconocen los imperativos sistémicos políticos y económicos que definen el sistema imperialista, influenciados por el marco teórico y conceptual de sus adversarios, como se evidencia en su adopción del lenguaje del imperio (globalización, reforma económica, ajuste estructural, etc. etc.). Las ONG’s, si bien enfocan correctamente sus criticas del OMC, el FMI, el Banco Mundial y los problemas del capital especulativo, pobreza, etc. no tienen una base organizada entre los trabajadores y los campesinos. Operan principalmente fuera de estas clases - porque carecen de un análisis clasista de los problemas y por lo tanto, de las soluciones.

Muchos de los intelectuales, incluidos pensadores críticos, han adoptado una visión pesimista del mundo, inflando el poder del imperio y la reputación de sus apologistas mientras condenan a la izquierda (y a aquellos que tienen la audacia de involucrarse en la lucha antiimperialista) por no haber desentrañado suficientemente las profundidades de su derrota y no haberse adaptado a las nuevas realidades, o sea, encontrar un nicho realista en el sistema donde se puedan codear con la "nueva Derecha", socialdemócratas convertidos en social-imperialistas. Este género de intelectuales carece de una visión mundial, toman prestado el paradigma dominante, proporcionan un poco de crítica abstracta, marcan su ascendencia y proyectan su futura continuidad mientras exponen sus excesos y ofrecen paliativos no solicitados en la usual forma servil-realista con el poder que sea.

En el campo de las organizaciones de masas los sindicatos tradicionales, salvo algunas notables excepciones, se han adaptado a las exigencias de las políticas neoliberales y las demandas de los conglomerados económicos. Los máximos funcionarios sindicales han adoptado una posición hacia el estado similar a la relación entre los monarcas y los nobles: juran lealtad al orden neoliberal a cambio del control de su feudo (el sindicato). A pesar de todo, importantes minorías del ejército de trabajadores, dentro y fuera de las confederaciones sindicales oficiales, se han involucrado en numerosas acciones militantes no autorizadas y a menudo se han unido con otros movimientos sociales de izquierda anti corporaciones en una masiva oposición al OMC, el Banco Mundial, el FMI y sus organizaciones en el exterior. Igualmente una importante minoría de intelectuales y estudiantes han elaborado programas anti corporaciones, anti globalización para acompañar e inspirar sus políticas de acción directa. Así como los partidos históricos de la izquierda (Comunistas) y el centro izquierda se han dirigido a abrazar al neoliberalismo (La Tercera Vía de Blair es el ejemplo más claro), los nuevos grupos antiimperialistas,y anti corporativos han creado sus propias redes internacionales, su propio estilo de movimiento, organización política y formas innovadoras de políticas de acción directa que incluyen las ocupaciones de tierras en Paraguay y Brasil, huelgas generales y levantamientos populares en Ecuador y Bolivia, ocupaciones de fábricas en Corea del Sur, masivas demostraciones de desobediencia civil en Londres, Seattle, Washington y Amsterdam y luchas guerrilleras a gran escala en Colombia. Los intelectuales militan en los movimientos contra la deuda externa, ONG’s progresistas contra la globalización y que atacan a los modelos económicos neoliberales. La marea creciente de oposición extraparlamentaria a la dominación imperial (mal llamada globalización) ha introducido un nuevo factor en la ecuación política: un eslabón subjetivo entre las condiciones objetivas de explotación y una transformación social popular. Los nuevos movimientos que propugnan la nueva sociedad en sus múltiples o concretos aspectos políticos, necesitan confrontar algunos retos importantes en el diseño de una sociedad socialista nueva. Para ahorrar espacio, las voy a catalogar en una lista abreviada: 1) la división internacional del trabajo, 2) la dependencia de los mercados externos y las finanzas, 3) pesados pagos de deuda, 4) migración extranjera (emigración de trabajadores calificados inducido por el imperio), 5) dependencia de las clases altas y medias de los bienes importados, 6) el aparato de los partidos y sindicatos existentes están atados al status quo, 7) los medios masivos de comunicación hostiles están ligados a los conglomerados y transmiten propaganda pro imperialista, 8) posibles embargos económicos y amenazas militares, 9) tiranía de la doctrina de la "inevitabilidad de la globalización", 10) fuga de capitales, 11) revueltas mercenarias, étnicas o militares sustitutas.

Para construir una sociedad socialista nueva, corresponde a los militantes el anticipar los posibles escenarios adversos para preparar las respuestas. En primera instancia el socialismo debe verse como un cambio integral basado en transformaciones en la esfera económica, cultural y política; basado en la comprensión de la dominación multidimensional del imperialismo. No se puede tender a la transformación económica sobre un aparato estatal hostil ni introducir cambios sociales cuando los medios masivos de comunicación exhortan a una demanda excesiva del consumo, a la rebelión militar, etc.

Aun reconociendo los profundos retos que el imperialismo Euro-Americano representa para una transformación socialista, los socialistas poseen varios activos políticos estratégicos. En primer lugar, las tecnologías de información (TI) proporcionan enormes posibilidades para recoger información de fuentes específicas sobre mercados alternativos, conflictos de competencia entre poderes imperiales, recursos inutilizados en el país así como para informar y registrar las demandas populares. Las nuevas tecnologías pueden procesar y producir nuevos paradigmas y políticas alternativas basadas en restricciones y activos en el mundo de la toma de decisiones económicas y políticas, que pueden proporcionar un público más amplio con los costos y beneficios de las decisiones políticas alternativas. Las TI no son un sustituto de la práctica política democrática sino una herramienta que permite al pueblo registrar sus necesidades a través de la riqueza de datos, facilitando decisiones óptimas. Una precondición esencial para la democracia con TI es un estado nuevo, configurado de manera adecuada. El estado juega un papel de pivote, proporcionando el terreno para la participación popular, el debate y la formulación de un programa de transición que vaya de una economía de configuración neo-imperial a una economía socialista.

Las configuraciones de un nuevo estado presuponen varias condiciones de factibilidad - esencialmente cambios estratégicos en la sociedad y en la economía. Primero y sobre todo, el principio de base social de apoyo político debe pasar de partidarios pasivos a activos: la masa de población explotada, excluida y desplazada debe ser movilizada, organizada y debe estar provista de canales para la deliberación, la consulta y la toma de decisiones efectiva. Sobre todo, debe diseñarse una estrategia económica de manera que la base social del régimen sea la primera beneficiaria, para demostrar que la revolución es por el pueblo y para el pueblo y no un subterfugio ideológico para intelectuales con una movilidad social ascendente. Siguiendo esta línea, el segundo cambio estratégico implica la reordenación de la producción, la inversión, los préstamos y las prioridades del mercado para estimular el empleo, los ingresos y la producción de la base de masas. Es esencial moverse hacia la nueva economía y consolidar el apoyo político. Interelacionado con el cambio y la introducción de nuevas prioridades de producción está la necesidad de redistribuir ingresos y la tierra para romper el poder de los terratenientes y los conglomerados y mejorar la posición de los trabajadores y los pequeños productores. Finalmente, el estado es de crucial importancia para reordenar las prioridades presupuestarias en términos de impuestos y gastos: terminar con los subsidios a las exportaciones y a las corporaciones imperiales y aumentar los gastos sociales para la atención médica universal, vivienda publica, educación y pensiones. Para evitar una crisis fiscal, los porcentajes de los impuestos deberían ser más progresivos en ingresos, ganancias e incrementos inmobiliarios.

Estos cambios socioeconómicos son estratégicamente importantes en fortalecer la capacidad del estado socialista democrático para enfrentar el inevitable intento subversivo de la oposición imperial corporativa. Esa oposición se expresará en primera instancia como una crisis de confianza inversora- tácticas de miedo diseñadas para acobardar al régimen y conseguir que reniegue de su política. Esto requiere que el estado realice acciones decididas y movimientos tácticos compatibles con sus objetivos estratégicos. Esencialmente existe una línea de tres ramas de acción preventiva. Primero, políticas económicas de choque, creadas a imitación de las del FMI, solo que invirtiendo beneficiarios y perdedores: congelamiento de las cuentas bancarias, ganancias y otros activos, control de precios de los productos básicos, congelamiento de todos los empleos. Esto debe ser seguido por políticas de ajuste estructural desde abajo - las empresas en quiebra o con problemas económicos deberían intervenirse, sus deudas reestructurarse, su administración reorganizarse -introduciendo el control de los trabajadores y de los empleados técnicos. Estas políticas deberían ser parte esencial de un paquete más amplio de reformas económicas que pondrían el énfasis en la ampliación y profundización del mercado interno, cerrando selectivamente la economía a los conglomerados monopolistas y fomentando el espíritu empresarial dentro de empresas socializadas cooperativas o las pequeñas y medianas empresas privadas. Las reformas económicas deberían combinar un plan nacional formulado democráticamente con la existencia de empresas públicas autónomas y descentralizadas, cooperativas y firmas privadas coordinadas por una asamblea legislativa nacional y ejecutiva.

Gestión de Crisis

Estas políticas seguramente provoquen la oposición de los centros pro imperiales, llevando a una crisis en la economía de transición. Esto, a su vez, requiere una estrategia de gestión de crisis. Pueden seguirse varias líneas de acción simultáneamente. Primero, la política debe orientarse a garantizar las necesidades básicas de la base social de masas. En segundo lugar, se deben aplicar políticas de austeridad sobre los ricos (extranjeros y nacionales): una política de tomar rehenes de MNC para poder negociar. La elección debe ser: cooperación o expropiación. Debe mencionarse que la desinversión es una espada de doble filo; afectar a la economía popular es un negocio de una sola opción: una vez que los inversores se marchan no hay vuelta atrás. En tercer lugar, el régimen debe sustituir nuevos factores de producción para reemplazar la fuga de capitales. Esto requiere la movilización de recursos no utilizados (los desempleados y los subempleados, tierras en barbecho, transporte de animales en distancias cortas, tecnologías autóctonas, etc.) para producir bienes que extiendan y profundicen la economía interna y sostener las importaciones. Mediante las bases de datos TI, los políticos pueden reutilizar los recursos inutilizados para cubrir las necesidades básicas en la micro y macro economía.

Hacia una Política de Consolidación de la Transición.

El surgimiento de una economía libre socialista y cooperativa no puede basarse en su totalidad en un modelo o visión preconcebido. Por el contrario, el resultado será una mezcla de intentos conscientes y contingencias basadas en el comportamiento, actitud y desempeño político y económico de actores sociales y clases claves. Por ejemplo, la transición puede comenzar con un modelo de coparticipación entre capital y trabajo, pero bajo circunstancias de desinversión evolucionan desde el control de los trabajadores a la expropiación y reestructuración que lleva a una forma de auto gestión.

A su vez, la auto gestión basada en un sistema descentralizado se modificará hasta el grado en que las prioridades sociales nacionales se acepten o se rechacen y el auto enriquecimiento de forma a las decisiones de los nuevos gerentes, llevando hacia nuevas desigualdades. Una intervención estatal selectiva en forma de impuestos y políticas redistributivas puede legislarse para evitar grandes desigualdades regionales y sectoriales. Mientras el nuevo régimen socialista proporcione una amplia libertad de formas de propiedad en diferentes sectores, ciertos sectores estratégicos como la banca, comercio exterior, telecomunicaciones, recursos nacionales, transportes, infraestructuras, salud serán de propiedad pública bajo control popular. El sector público combinará el espíritu empresario y la contabilidad popular. El viejo y angosto espíritu empresario relacionado con el beneficio se reestructurará para hacer que la innovación, la gestión y la investigación sean más propensas a la creación de habilidades nacionales. Se introducirán nuevos estilos de gestión flexibles, adaptándose a las necesidades de los trabajadores, la familia, los consumidores y el medio ambiente. Las TI deberían proporcionar programas flujo de matrices para facilitar el nuevo estilo de gestión. Una de las áreas clave para el nuevo liderazgo es el problema de la corrupción política y las ganancias ilícitas. El sobreprecio realizado por las empresas privadas exigirá un control de precios de los productos básicos, tales como productos farmacéuticos, agua, granos básicos, transporte, etc. Esto se puede combinar con el precio libre de los bienes de lujo - sujetos a fuertes impuestos a la importación e impuestos a la propiedad personal. El nuevo régimen debería investigar y confiscar los bienes de fortuna transferidos ilegalmente a cuentas en el exterior. Debería amarrar los activos nacionales y reclamar a los holdings extranjeros de la droga, la prostitución y el contrabando capitalista y a sus cómplices financieros.

Políticas del Régimen Pos-Imperial

El control sobre el estado requiere el despido o arresto de altos funcionarios corruptos o que estén involucrados en comportamientos altamente perjudiciales para las clases populares (involucrados en represión que causa la pérdida de vidas). Esto implica la creación de nuevas instituciones en el ámbito de lo militar, lo judicial y de banca central. Se deben crear nuevas estructuras estatales que sean compatibles con el nuevo régimen socialista y democrático y la nueva economía. Debe desarrollarse una nueva policía de seguridad nacional para garantizar la seguridad de los ciudadanos y las naciones y protegerlos de la intervención imperial y la subversión. Esto requiere organización popular así como nuevos códigos legales que impidan la financiación y la promoción imperial de candidatos clientelares.

Las asambleas regionales y locales (como las del estado de Río Grande do Sul en el sur de Brasil) deberían debatir y resolver las asignaciones presupuestarias para proyectos sociales, económicos y culturales.

Deberían realizarse asambleas anuales en los lugares de trabajo para debatir y decidir proyectos de nuevas inversiones así como prioridades de las empresas y de la comunidad local en consulta con los grupos minoritarios. Deberían ser elegidos comités del lugar para dirigir la producción conjuntamente con comités de ingeniería, marketing y gestión en una base de representación del 50/50.

Las políticas económicas a corto plazo deberían dirigirse hacia la conservación de las relaciones comerciales externas, orientándose tan pronto como sea posible hacia la diversificación de los mercados, y la recomposición de las exportaciones y acreedores mientras se profundiza el mercado interno. Debería efectuarse una moratoria sobre el pago de la deuda. Los préstamos de los políticos corruptos y los préstamos privados para empresas con fines no productivos deberían repudiarse. Los pagos deberían renegociarse y posponerse hasta que la economía se estabilizase. Cualquier medida punitiva o políticamente hostil por parte de los prestamistas debería llevar al rechazo de la deuda. Las posibilidades de evasión de impuestos deberían desaparecer y se debería castigar a las corporaciones que encarezcan los productos via transferencia de precios. Los sectores estratégicos de la economía deberían socializarse y pagarse con bonos a largo plazo con pagos diferidos para recapitalizar y modernizar las empresas. La gestión económica del estado debería modernizarse para aumentar su pericia y su capacidad para la administración económica y elevar su eficiencia en detectar evasión de impuestos, regulando la salud y las condiciones laborales. Debería profundizarse la producción para la sustitución de importaciones y acompañarse por el desarrollo continuado de la educación en solidaridad política e innovación tecnológica.

Los mercados internos en particular tienen prioridad esencial en la construcción de la nación. Las políticas del imperialismo y el libre mercado han llevado a la quiebra a la economía campesina y a las industrias provinciales, causando la despoblación masiva del interior. Para el imperialismo, la "nación" son los enclaves urbanos y mineros y los centros administrativos que refuerzan la perspectiva del mercado libre y promociona las absorciones extranjeras. La nación como ente político geográfico es una formalidad vacía. La tarea de un régimen socialista es recrear la nación, reconstruyendo los mercados y las unidades productivas del interior de los países por medio de créditos, redes de transporte que conecten los sectores productivos complementarios de las provincias y la infraestructura social. La seguridad nacional implica la consolidación de la construcción de la nación y de la base social popular del régimen. Elevar el nivel nutricional de la población requiere un compromiso importante en inversiones para la autosuficiencia alimentaria. Esto exige la promoción de productores locales mediante cooperativas de productores y empresas familiares. La producción local de bienes de consumo populares tiene un efecto de multiplicación que lleva a extender la reproducción y a un mercado interno vibrante.

La eficiencia de la producción socializada, la distribución, el transporte, las telecomunicaciones y las TI debería medirse por el grado en que estimula el crecimiento del ingreso, la producción y el estándar de vida para la economía social; la disminución de los ingresos del estado puede llevar a déficits empresariales, pero a excedentes sociales - en términos de estándares de vida generales y la expansión de la red productiva en las economías provinciales. El cálculo de los beneficios sociales es la forma más adecuada de medir la eficiencia de la economía socialista.

Política Cultural Post-Imperial

Mientras exista una esfera distinta de política cultural, su significado puede entenderse y representarse mejor dentro de una matriz económica, política y social mayor. Dada la importancia estratégica de consolidar la base social popular, durante el período transicional el régimen socialista debería priorizar la educación básica en alfabetismo incluyendo formación informática, formación técnica, análisis crítico de clase y reconocimiento de las contribuciones del arte clásico occidental y no occidental. La esfera cultural debería involucrarse en la promoción de expresiones culturales nacionales innovadoras, la participación popular en creaciones artísticas así como nuevas síntesis de formas de arte cosmopolitas y locales. La política debería dirigirse a maximizar la participación popular a expensas de los promocionados y sobrevaluados espectáculos comerciales de las millonarias supuestas superestrellas Euro-Americanas.

La política cultural debería dirigirse hacia el redescubrimiento desde abajo de la historia y las relaciones de clase contemporáneas. Realismo crítico y expresiones románticas que se construyen desde el recuento imaginativo de las realidades sociales y los deseos personales.

Básicamente el estado debería participar de un debate público sin coerción con adversarios artísticos y apologistas de los intereses del imperio. A través de trabajos de arte imaginativos y argumentos razonados, los regímenes culturales pos imperiales deberían promocionar valores de solidaridad, las críticas de los beneficios antisociales y la exploración individual de la dimensión socio psicológica de los problemas personales. La honesta presentación de los problemas universales de la mortalidad, el amor, la muerte, el envejecimiento, los fracasos y éxitos. El estado debería subsidiar las artes - en sus expresiones alta, baja y media que entretiene y educa. Si bien los intelectuales, las figuras deportivas y los artistas muy formados pero oportunistas deberían poder emigrar libremente a mercados más rentables, deberían retribuir a la clase trabajadora y a los campesinos por los gastos de su educación y formación, ya sea mediante tiempo de trabajo o pagos directos. Los precios de entrada a los espectáculos deportivos y los eventos artísticos deberían establecerse de forma que sean accesibles a todos los trabajadores. Los salarios de los actores profesionales deberían concordar con los de los profesionales o los trabajadores altamente cualificados. No deberían ser parte de una elite privatizada. Las instalaciones culturales deberían ser públicas y estar ampliamente disponibles: casas de campo y mansiones de la playa deberían socializarse y estar disponibles para las vacaciones de las familias trabajadoras.

Finalmente, la revolución cultural promoverá la auto realización a través de trabajos culturales de estilo experimental y clásico. Como conclusión, el socialismo puede comenzar a resolver el problema básico de la existencia material, acabando con el saqueo. Podría también proporcionar las bases para confrontar las tragedias y los triunfos de las relaciones personales y las necesidades emocionales. El socialismo no resolverá estos problemas muy básicos, que persistirán. Pero el camino estará abierto al debate sobre la naturaleza de las pasiones humanas y los dilemas insolubles de la vida diaria. Las cuestiones de ciencia, tecnología, sus usos y abusos, los sentimientos religiosos estarán todos abiertos al debate, dentro de los parámetros de nuestra democracia participatoria igualitaria, fuera de su uso instrumental para aumentar el poder imperial.


* Revista Herramienta. Argentina.

* Origen: Z Magazine, marzo de 2000. Traducido por Lucio Salas Oroño y Cristina Feijóo y revisado por Lupa Alonzo, noviembre de 2000.

* Origen: Zmagazine (octubre 98). Traducción: Mateu Llas, Octubre 1999.

* Traducción para Rebelión: Alicia de los santos.